Presentamos en la Revista Trasdemar a nuestro colaborador Mario Domínguez Parra (Alicante, 1972) que nos ofrece una traducción en exclusiva de cuatro poemas del griego Yorgos Ioannu.
Yorgos Ioannu (pseudónimo de Yorgos Sorolopís) nació en Tesalónica en 1927. Su familia se refugió en su ciudad natal, tras la catástrofe económica en la Tracia Oriental. Durante la guerra entre Grecia e Italia, a comienzos de la II Guerra Mundial, vivió entre la Calcídica y Atenas. Estudió Filología en la Universidad Aristotelio (1947-1950), donde ejerció de profesor adjunto en la cátedra de Historia Antigua (1954). Desde 1956 hasta 1971 trabajó como filólogo en colegios públicos y privados, en Grecia y en Bengasi (Libia). En 1971 regresó a Grecia, donde trabajó en un instituto ateniense y, un poco más tarde, en el ministerio de Educación hasta su muerte, en 1985, a causa de una complicación durante el postoperatorio. Dirigió la revista Φυλλάδιο. Su primer libro, los poemas de Heliotropos, fue publicado en 1954. Escribió narrativa, ensayos, teatro, crónicas; tradujo al griego moderno textos escritos en griego antiguo; también escribió textos relacionados con el folclore. Ganó, en 1979, el Primer Premio Nacional de Narrativa Breve con su libro Nuestra sangre.
La obra de Ioannu se incluye en la literatura griega de postguerra (tras la invasión alemana, 1941-1944, y la guerra civil griega, 1946-1950) y se nutre de las experiencias personales del escritor durante esa década. En su narrativa, gracias a la cual, sobre todo, se hizo famoso, se representa, por medio de una narración parcial y de un evocativo monólogo interior, una época entera (desde la ocupación alemana hasta la transición política y el período posterior) que selló la historia griega contemporánea. Su obra poética, intensamente erótica, lo sitúa en el grupo de poetas del Círculo de la Diagonal, una de las revistas literarias del período de postguerra más importantes de Tesalónica, dirigida por el poeta Dinos Jristianópulos, del cual Ioannu fue un estrecho colaborador.
POR MARIO DOMÍNGUEZ PARRA
Una de las líneas de trabajo que quisiera proseguir como traductor durante los próximos años es la relacionada con la Shoah en Grecia. Hasta el momento, los dos productos principales de esta intención han sido mi traducción El horror de una parodia: tres discursos sobre Amanecer Dorado (La Moderna Editora, 2019), un libro del ensayista y filósofo judío griego Savas Mijaíl (1947) y una carta (que traduje, anoté y epilogué para la revista Mozaika) de Roby Varsano (1928-2018), un judío sefardí griego, superviviente de Auschwitz. El poeta Costas Reúsis, conocedor de ese interés, me envió tres de los poemas que aparecen aquí en versión bilingüe. Conocí el cuarto, «Los heliotropos de los judíos», gracias a la traducción al alemán (de Jörg Kartakis y Dirk Uwe Hansen) de una serie de poemas de Ioannu, publicadas en formato bilingüe en la revista griega Φρέαρ.
LA CLASE
Lo vi mientras iba al colegio;
ensangrentado, pálido, ya acabado.
En derredor, de hinojos, judíos con la estrella.
Tarde cuando lo golpearon; me había despertado;
mi madre me acariciaba, se acercó a mí.
Palpitaba cual pájaro en un puño.
Mi vecino de pupitre temblaba;
en su barrio no durmieron por la noche.
Otros más allá, pálidos, escupían sangre.
Mientras tanto, aprendíamos el verbo del día:
amo, amas, amat…
ΤΟ ΜΑΘΗΜΑ
Τον είδα καθώς πήγαινα σχολείο,
ξεματωμένος πια, φλουρί, είχε τελειώσει.
Τριγύρω του γονατιστοί Εβραίοι με το άστρο.
Αργά όταν τον χτύπησαν, είχα ξυπνήσει,
η μάνα μου με χάιδεψε, ήρθε κοντά μου.
Λαχτάριζα σαν το πουλί μέσα στη χούφτα.
Ο διπλανός μου στο θρανίο σπαρταρούσε,
τη νύχτα δεν κοιμήθηκε η γειτονιά τους.
Άλλοι πιο κει χλωμοί έφτυναν αίμα.
Στο μεταξύ μαθαίναμε το ρήμα της ημέρας:
amo, amas, amat…
EN TREN
Toda la noche entonaron salmos
– a los judíos se los llevan quién sabe a dónde.
Por la mañana vinieron a hablarnos,
despertaron a su pequeño, cocieron un huevo;
se iban, dice, de viaje en tren…
Ahora en su piso otros entran y salen.
Las mismas puertas se cierran para ellos,
En esas mismas habitaciones yacen .
Y yo aún dudo de que se los llevasen;
y por las nochecitas canto quedo por la escalera.
ΜΕ ΤΟ ΤΡΑΙΝΟ
‘Ολη νύχτα λέγανε ψαλμούς
-τους παίρνουν όπου νά’ ναι τους Εβραίους.
Τα ξημερώματα ήρθαν και μας μίλησαν,
ξυπνήσαν το μικρό τους, έβρασαν αυγό
-φεύγανε, λέει, ταξίδι με το τραίνο…
Τώρα στο πάτωμά τους μπαινοβγαίνουν άλλοι.
Οι ίδιες πόρτες κλείνουν και γι’ αυτούς,
σ’ αυτά τα ίδια τα δωμάτια πλαγιάζουν.
Κι εγώ ακόμα αμφιβάλλω αν τους πήρανε-
και τα βραδάκια σιγοτραγουδώ στις σκάλες.
COMO SI FUERA PRIMAVERA
«Cuán dulce es la vida en Auschwitz,
cuán dulce», sonaba la música de los condenados.
El amigo Fiódor ya colgado, rubio y debilucho,
mientras la fría luna rauda vaciaba el aire.
Por las calles camino ahora,
y en ti o en nuestro Cristo siempre pienso;
algo modular, como si fuera primavera
y se quebrase poco a poco el hielo en el Volga.
Fiódor, Fiódor, querido,
me dijeron en San Petersburgo
que muchos intentan olvidarte.
ΣΑΝ ΝΑ ’ΝΑΙ ΑΝΟΙΞΗ
«Πόσο γλυκιά είναι η ζωή στο Άουσβιτς,
πόσο γλυκιά» έπαιζε η μουσική των καταδίκων.
Ο φίλος ο Φεοντόρ κιόλας κρεμότανε ξανθός και αδυνατούλης
και το ψυχρό φεγγάρι με ταχύτητα άδειαζε τον αέρα.
Στους δρόμους τώρα περπατώ,
κι εσένα η το Χριστό μας πάντα σκέφτομαι·
κάπως κομματιαστά, σαν να ’ναι άνοιξη,
και σπάει αργά αργά στο Βόλγα ο πάγος.
Φεοντόρ, Φεοντόρ αγαπημένε μου·
και μου ’παν στην Πετρούπολη,
πως προσπαθούν πολλοί να σε ξεχάσουν.
LOS HELIOTROPOS DE LOS JUDÍOS
Cada vez que cruje la escalera,
«¿serán ellos, por fin?», pienso,
y luego me voy y durante horas
amarillísimos heliotropos pinto.
Pero mañana, hasta olvidarme,
en la sala de espera el tren
de Cracovia aguardaré.
Y de noche, tarde, cuando quizá bajen
pálidos, apretando los dientes,
«tardasteis en escribirme»,
les diré con presunto desdén .
ΤΑ ΗΛΙΟΤΡΟΠΙΑ ΤΩΝ ΕΒΡΑΙΩΝ
Κάθε φορά που τρίζει η σκάλα μας,
«λες να΄ναι αυτοί επιτέλους;» σκέφτομαι,
κι ύστερα φεύγω και με τις ώρες
κατακίτρινα ζωγραφίζω ηλιοτρόπια.
Όμως αύριο ώσπου να ξεχαστώ,
στην αίθουσα αναμονής το τρένο
απ΄την Κρακοβία θα περιμένω.
Κι αργά τη νύχτα, όταν ίσως κατεβούν
ωχροί, σφίγγοντας τα δόντια·
«αργήσατε τόσο να μου γράψετε»
θα κάνω δήθεν αδιάφορα.
[1] Cito y traduzco de un libro de Ioannu, La capital de los refugiados, publicado póstumamente por la editorial Kedros, en 1987: «En el colegio, que, como dije anteriormente, estaba lejos, cerca de la casa donde nació Mustafá Kemal Atatürk, no había una preocupación especial. La mayoría de mis compañeros de clase no sabían siquiera que los alemanes estaban deteniendo a los judíos y seguro que ninguno de ellos vio lo que yo vi muy de mañana. En poco tiempo, también yo me olvidé y cuando comenzó la clase me olvidé del todo. Cosas de niños…». Fuente (pp. 58-70 del libro): https://www.lifo.gr/articles/anagnoseis_articles/107920
[2] Op. cit.: «Mi padre era maquinista de trenes. En aquella época, los trenes raramente eran de pasajeros. Normalmente eran militares, parte del ejército de ocupación. En aquella época, no había fronteras en los Balcanes, sino que todo formaba parte de la militarización alemana. De igual manera, estábamos unidos con Serbia por medio del ferrocarril. Los trenes griegos no paraban, como lo hacen ahora en Idomeni. Pero, si era necesario, subían hasta Belgrado. Mi padre se marchaba y no sabíamos cuándo iba a regresar. Regresaba de repente. Exhausto, sucísimo, con los calcetines podridos en los pies. Una situación terrible. Una noche, regresó especialmente envenenado. Había llevado un tren, con judíos, hasta Niš. “Algo terrible le está pasando a los judíos”, dijo. “Los están llevando en vagones de carga cerrados herméticamente, sin comida ni agua. Incluso sin ventilación. Los alemanes nos obligan a detener el tren en lugares desiertos, para robarles todo lo que llevan encima. Dentro de los vagones daban patadas y gritaban. No era solo por el agua y el aire, sino también para sacar a los muertos. Sacaron de un vagón a un niño chico, como nuestro Lakis”, dijo mientras acariciaba a mi hermano. Llegado a este punto, rompió a llorar. Un incontenible llanto, con sollozos. “Los alemanes no podían caminar, de tantos relojes, pulseras y collares que, pistola en mano, habían reunido. Me arrojaron esto a mí, al maquinista”. Eran unos relojes inservibles, que no funcionaban, quizá los tenga aún en algún sitio. Condujo algunos trenes más, siempre con la misma frustración. Nos habló con horror del infierno en el campo de la estación ferroviaria. Los alemanes habían manoseado salvajemente a las mujeres. Los judíos de la estación estaban devastados. El hambre, la suciedad, las enfermedades, las salvajadas. Ahora leemos que los judíos de Grecia llegaron especialmente debilitados y que la mayoría de ellos fueron conducidos directamente a los hornos…».
[3] Op. cit.: «En pocos días, llegó a casa un ciudadano alemán, alto, desgarbado, de edad más bien avanzada, acompañado de un intérprete. Pidió que le abrieran el piso de los judíos. Entró y comenzó a contar las habitaciones en voz alta: ein, jwei, drei… “¡Un alemán! ¡Un alemán requisará el piso de los judíos! Tendremos un vecino alemán. Quién sabe qué demonios es…”, decíamos. Y lo requisó, desde luego. Pero no era alemán. Era un paleto de Macedonia Occidental, que había estudiado en Alemania y se llevaba de fábula con los alemanes. Hacía trabajos técnicos para ellos. Vivió allá durante años. Pero la verdad es que, aparte de sus manías de viejo, no nos molestó en absoluto. No era un soplón. Cuando los alemanes se fueron y llegó el Frente de Liberación Nacional, se las vio y se las deseó. Comenzó a hablarnos dulcemente y a conocernos. Éramos los proletarios de la casa y quería llevarse bien con nosotros. Pero se libró y durante los siguientes años, desgraciadamente, no hubo un puesto importante, de prestigio, que no consiguiese. Tenían una confianza absoluta en él. Amigo de los alemanes, ya ves…».
[4] Op. cit.: «Ninguno de los judíos de nuestro edificio regresó. Murió la rechoncha señora Sintó, también el pequeño Ino y la niña pelirroja. Y pocos de los que vivían en el barrio regresaron. Los que lo consiguieron llegaron medio muertos. Llegaron uno a uno, silenciosos y humillados, recuperaron (si es que pudieron) sus casas y sus trabajos».
OBRAS
- Poesía: Heliotropos (Ηλιοτρόπια. Θεσσαλονίκη, έκδοση του συγγραφέα, 1954), Los mil árboles (Τα χίλια δέντρα. Θεσσαλονίκη, έκδοση περ. Διαγώνιος, 1963), Los mil árboles y otros poemas (Τα χίλια δέντρα και άλλα ποιήματα 1954-1963. Αθήνα, Ερμής, 1973), Poemas 1954-1985 (Ποιήματα 1954–1985, Εκδόσεις Σφεντάμι, 1985).
- Prosa: Sobre un pundonor (Για ένα φιλότιμο· Πεζογραφήματα. Θεσσαλονίκη, Διαγώνιος, 1964), El sarcófago (Η σαρκοφάγος· Πεζογραφήματα. Αθήνα, Ερμής, 1971), La única herencia (Η μόνη κληρονομιά· Πεζογραφήματα. Αθήνα, Ερμής, 1974), Nuestra sangre (Το δικό μας αίμα. Αθήνα, Ερμής, 1978), Plaza de la Concordia 1980 (Ομόνοια 1980· Φωτογραφίες Ανδρέας Μπελιάς. Αθήνα, Οδυσσέας, 1980), Canto fúnebre (Επιτάφιος θρήνος. Αθήνα, Κέδρος, 1980), Vetas (Κοιτάσματα· Πεζά κείμενα. Αθήνα, Ορέστης, 1981), Fracturas múltiples (Πολλαπλά κατάγματα. Αθήνα, Εστία, 1981), Sobre adolescentes y no (Εφήβων και μη· Διάφορα κείμενα. Αθήνα, Κέδρος, 1982), País inflamable (Εύφλεκτη χώρα. Αθήνα, Καθημερινή, 1982), Trampilla (Καταπακτή. Αθήνα, Γνώση, 1982), La capital de los refugiados (Η πρωτεύουσα των προσφύγων. Αθήνα, Κέδρος, 1984, Pikos y Pika, un cuento infantil (Ο Πίκος και η Πίκα, παιδικό παραμύθι. Αθήνα, 1986).
- Traducciones: Eurípides, Ifigenia en Táuride (Ευριπίδη, Ιφιγένεια η εν Ταύροις. Αθήνα, Κέδρος, 1969), Antología palatina (Παλατινή ανθολογία · Στράτωνος μούσα παιδική. Αθήνα, Κέδρος, 1980).
- Estudios, otros textos: Canciones populares de Cynuria (Δημοτικά τραγούδια της Κυνουρίας. Θεσσαλονίκη, ανάτυπο από το περ. Διαγώνιος, 1965), Nuestras canciones populares (Τα δημοτικά μας τραγούδια. Αθήνα, Ταχυδρόμος, 1966), Cuentos maravillosos del pueblo griego (Μαγικά παραμύθια του ελληνικού λαού. Αθήνα, Ταχυδρόμος, 1966), Fábulas folclóricas en forma de canciones (Παραλογές. Αθήνα, Ερμής, 1970). Karaguiosis 1-3 (Καραγκιόζης 1-3. Αθήνα, Ερμής, 1973), Cuentos de nuestro pueblo (Παραμύθια του λαού μας. Αθήνα, Ερμής, 1973), Alejandría 1916 (Αλεξάνδρεια 1916· Ημερολόγιο Φίλιππου Δραγούμη. Αθήνα, Δωδώνη, 1984), El eros de la naturaleza: Papadiamantis, Kavafis, Lapaciotis (Ο της φύσεως έρως· Παπαδιαμάντης, Καβάφης, Λαπαθιώτης. Αθήνα, Κέδρος, 1985), La palabra es una gran necesidad de la naturaleza, entrevistas 1974-1985 (Ο λόγος είναι μεγάλη ανάγκη της ψυχής (συνεντεύξεις 1974-1985). Αθήνα, Κέδρος, 1996).
- Teatro: El huevo de la gallina, teatro para niños (Το αυγό της κότας· Θέατρο για παιδιά. Εικονογράφηση Αλέξης Κυριτσόπουλος. Αθήνα, Κέδρος, 1981).