“De ese mar infinito. Reseña del libro País natal” Por Ernesto Hernández Norzagaray

En la Revista Trasdemar difundimos el diálogo creativo y la crítica literaria entre islas y continentes
Cortesía / El sastre de Apollinaire

Presentamos en la Revista Trasdemar la colaboración del autor Ernesto Hernández Norzagaray (Mazatlán, México), a quien damos a bienvenida en nuestra revista, es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Licenciado en Sociología por la UNAM, doctor en Ciencias Políticas y miembro impulsor de la Sociedad Histórica Mazatleca en México. Compartimos su reseña del libro “País natal” del autor grancanario Samir Delgado.

El poemario publicado por la editorial El sastre de Apollinaire en 2024, forma parte de la colección de poesía contemporánea del sello dirigido por Agustín Sánchez Antequera en Madrid, fue presentado en librerías mexicanas como una novedad editorial que ofrece un diálogo pionero con los paisajes marítimos del Pacífico, la Isla de Ré en Francia o islas caribeñas como Puerto Rico.

Incluimos la reseña de Ernesto Hernández Norzagaray en nuestra sección “Telémaco” de voces literarias de la migración, las diásporas y lo transfronterizo.

Entre los libros recientes de Ernesto Hernández Norzagaray destacan “Razones para amar a Mazatlán“, “Amado Nervo: precursor del periodismo” y “Mazatlecos, una lectura desde Elías Canneti“. Es colaborador de Sinembargo.mx, Politeía y 15Diario

Leer la poética del canario Samir Delgado es ir al encuentro como devoto emocional del mar, la luz, el sol, el agua y el ser, donde la distancia, se desvanece en medio de imágenes que hermanan lo distante, lo territorial, lo singular. Al final todo se reduce a lo esencial. El mar eterno con su constante romper en olas y esa explosión de espuma burbujeante que se exalta más en los días bañados de luz que subyuga, provoca, llama, delinea y perfila la personalidad y voz de quienes tienen la bendición de poder contemplarlo a cualquier hora con sus gaviotas que se mueven al ritmo del viento. Ese caos vital perfila al hombre y la mujer de puerto y sus pueblos costeros con sus palmeras erizadas de verdor.

De ese mar infinito que se apaga en medio de crepúsculos encendidos de fuego y viento. Unos días rojo, otros naranjas, acrisolados, como un arco iris. Y siempre, siempre, el azul asesinado, cada tarde, convertido en un instante en ese gris oscuro, enigmático, nocturno, voraz, llamando al amor, al encuentro y la charla breve. Y es que el sol, los soles infinitos, volverá al día siguiente a iluminar edificios, calles, plazas, cafés, bares y a la gente, que transita ensimismada, de un lugar a otro, mientras respira ese aire impuro con aroma a sus frutos de mar.

Por eso, habrá quien diga, que hay mujeres ostión, hombres gamba, mujeres langostas, hombres pargos, mujeres tortugas y hombres marlín. El mar, es uno solo, con distintos nombres al gusto de los humanos. Ahí está, lo que se llama/ llamó Golfo de Cortez que de un plumazo redentor se cambió a Golfo de California y lo que durante siglos conocemos/conocimos como Golfo de México, gracias a los expedicionarios y cartógrafos españoles, hoy, el señor Trump, en un acto de soberbia imperial ha decretado que se llamará Golfo de América. Y así, podríamos continuar hasta la fragmentación no sólo de los mares del mundo sino, de sus soles, con su luz eterna.

Cuando el agua, ni el sol, no sabe de límites, solo fluye, busca sus propias entradas y salidas y estalla, constantemente, en mil partículas sobre rocas y vientos eternos. No es casual que Elías Canneti en su incansable ambición de saber lo que define las identidades de los pueblos nos enseñó que, no es solo el lugar donde cada individuo ha nacido, sino el poderoso entorno con sus piezas estoicas, inmutables, eternas. Así ¿cómo imaginar a un suizo sin los Alpes o a un británico sin su mar? Pues también, a un canario o un mazatleco sin su mar. Su arena, viento y luz. Samir Delgado en esa síntesis metafórica de “País Natal” con su talento construye lo que otros podrían definir como dos lugares distantes, singulares y en realidad revela una fortaleza que muestra que todo, todo, es uno solo.

Y hay que decir, también, que el autor canario conjuga la singular nostalgia del poeta con la de otros poetas de la mar.
Dice Samir Delgado en su poema Bu (color violeta):

Y somos quienes estamos después de otros que eran las islas también. Este sol insular habita el ensueño de un principio que no acaba, la isla blanca en todas las nubes, desde los mil castillos, a los dragos guanches queda sola la espalda del agua, esta escarcha del atardecer que templa el salitre del momento cumbre para el despliegue de las zarzas de la memoria atlántica“.

El mazatleco Genaro Estrada en su nostalgia que habita un rincón de Europa escribió su poema Retorno al Mar:

Al agua verde he de volver un día
ungido en el ritual de los ciclones
agitando en la diestra las palmas de la costa
y cantando la clara canción del marinero.
Al agua verde, con los pies desnudos
y el pecho ronco de cantar tormentas.
Llegaré al litoral de los adioses
con viento decorado de manos que saludan
de amargura de mares y de lágrimas


Samir Delgado (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) es poeta, crítico de arte y ensayista, integrante del proyecto “Leyendo el turismo, ha recibido entre otros reconocimientos, el Premio Internacional de Literatura Antonio Machado 2020 en Collioure (Francia) y ha sido beneficiario de la beca de movilidad internacional para autores literarios del Ministerio de Cultura del Gobierno de España 

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