Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección de poemas escogidos del autor Juan Jesús Hernández López (Reading, Reino Unido, 1970) Gana el 23° Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con Como el que
monta una ferretería en el centro del Sáhara (2019), editado por Ediciones La Palma, y el Premio de Poesía “Pedro García Cabrera” de la Fundación CajaCanarias, en su edición del mismo año, con Un taxidermista entre jirafas. Ofrecemos una muestra de la obra literaria del autor en nuestra sección de “El invernadero”
Cuatro poemas de Un taxidermista entre jirafas
MOMENTOS DE ASEO PERSONAL
Esta mañana, mientras me afeitaba,
me corté la cara a propósito.
Dos heridas que apenas sangraron cien minutos.
La primera en el cuello.
La otra en la barbilla,
junto a la cicatriz de la primera reyerta.
En el estanque del lavamanos
la sangre dibujó la estridencia del flamboyán,
y el jabón se mezcló con los pelitos cortados
formando un haiku de alfabeto ilegible.
Luego me vestí con la ropa de ayer
porque los cambios me abruman.
Incluso en el vórtice
de la poética del extravío
se termina anclado.
LEE VAN CLEEF, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Cada vez que necesité tu óbito,
fuera mi voluntad omnisciente
tratarte como héroe o como villano,
jamás alumbraste reproche.
Recuerdo tu incomodidad las primeras veces;
no entendías mi querencia por las mortajas.
Soportaste estoico
los balazos al doblar las esquinas
y la soga alrededor del cuello
en aquel pueblo yermo
sobre los confines de Oregón.
Con el tiempo, y después de nueve entierros,
comprendiste que tus tumbas no eran para mí
sino otra forma de vida,
e incluso sonreías
cuando mamá señalaba con sorna:
“tu hijo te ha vuelto a matar en otro verso”.
Ahora que he perfeccionado mi oficio,
vas tú y te mueres de verdad, papá.
Y heme aquí, junto a un enterrador
que no para de escupir tabaco al polvo,
tomando las medidas de tu cuerpo
para acomodar, en esta caja de pino,
la silueta de tu último poema.
POÉTICA CONTRA LECTOR
La imagen que me ronda sin cesar por la cabeza
es la de una perdigonada en el ojo
y que el tuerto ponga la otra mejilla.
NIÑO CON PALA EN LA PLAYA
Alfonso ha construido una torre
de arquitectura vagamente perfecta,
tan solo hundiendo una pequeña pala azul
empujada por el ansia de sus manos diminutas.
Al Capone también fue niño.
Bajo sus castillos de arena,
a medio metro de profundidad,
ya se descomponían los cadáveres.
Cinco poemas de Como el que monta una ferretería en el centro del Sáhara
SOLO DE JAZZ PARA UN APOCALIPSIS
La luz de la luna y los aparcamientos desolados.
Charles Simic
Suena el saxo de Lou Donalson en un club de New Jersey
esculpiendo el humo que lo separa del público,
como un picapedrero del llanto.
Afuera, el único aparcacoches blanco
a este lado del Delaware
soporta una nevada vengativa
y recoge las notas que huyen escondidas
en cada oído insomne que abandona el local,
no sea que las más agudas rayen
el barniz de algún impoluto Cadillac.
La luna, con su sordo haz blanquecino,
barre los aparcamientos desolados
como si fueran el patio de una cárcel
en la condena del último invierno.
UNA BREVE DEFENSA DE LA FICCIÓN
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.
Joan Margarit
Observo comer a mi hijo pequeño;
aparta lo que no le gusta,
por eso no hay cebolla en mis nanas.
En el treinta y seis
a Pedro el Perola, mi abuelo,
lo enrolaron a la fuerza como cocinero.
El viejo se las arreglaba siempre
para que el pan llegara a ambos bandos;
quizás por eso jamás contó historias
de verdugos ni de vencidos.
A mí, sin embargo,
me tocó nacer tarde y mal,
a deshora de la guerra y del hambre.
Y he sobrepasado con creces
la edad del último día de Keats o de Lorca,
e incluso de Vallejo.
Está visto que a los de mi suerte
solo nos queda transitar la hecatombe
por la enjuta vereda del poema.
SALPICADURA
En otro intento de escribir un poema sucio,
uno que me permita entrar en el circuito de poetas
que le comen la polla a Bukowski
y, sin embargo, luego echan sacarina al café
y no deben ni una cuota de hipoteca,
me he vuelto a escupir en la barba.
MNEMOTECNIA
Leo a poetas que escriben con bisturí
pero solo recuerdo a los que usan el hacha.
OFICIO
Mi oficio es ser esquina.
De las que llevan en lo alto
el nombre de un párroco.
Cuando un mozo de mudanzas me roza
deja pegada a mí toda esta hilacha de mugre
y abalorios de urraca.
Y, como si se tratara de un costurero lleno
de carretes a medias y botones huérfanos,
que no siempre se avienen a ser palabra,
he que coger esos todos que aún son nada,
casarlos y unirlos con mi suturar de tuerto,
procurando que el poema no parezca
una estúpida colcha de patchwork.
Me encanta. Enhorabuena.
Conozco la obra de este autor y ningún poema hasta ahora me ha dejado indiferente. Magnífica esta selección que han hecho.