“Poemas caribeños” de David Anuar

Presentamos en nuestra sección "Continentes" una selección de poemas del autor David Anuar, exponente de la literatura del Caribe mexicano. Ha obtenido recientemente el Premio Estatal de Poesía Tiempos de Escritura (2020), el Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos (2020), nominado al Pushcart Prize 2020, y el Certamen de ensayo Luis Alberto Arellano (2021)
Fotografía cortesía del autor

Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección poética del autor David Anuar (Cancún, México, 1989) Poeta, dramaturgo y traductor. Licenciado en Literatura Latinoamericana y maestro en Historia, ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020). Autor de los libros “Erogramas” (Catarsis Literaria El Drenaje, 2011), “Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana” (A 2014), “Bitácora del tiempo que transcurre” (2015),
“Estrellas errantes” (2016), “Memoria de Gabuch” (2020) y “Alguien hunde mi cabeza” (Mantis Editores, Instituto Cultural de Aguascalientes) en preparación. Es editor de la antología “Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo” (2017)


Hay ladrillos en la pared

cemento lleno de musgo.

Materiales de roca y lodo.

El color de la tierra naranja, endurecido.

Toda esta firmeza, esta persecución

de permanecer, bajo el cielo,

de pie. Todo esto, frente a mí,

en el muro, que no puedo llamar

tierra nativa, escápula, hogar.

DAVID ANUAR

De Regreso a la península natal* (2020)

Siempre estoy volviendo a casa.
I am always coming home.

RICHARD GEORGES

LEO SOBRE HURACANES

Afuera comienza a llover.
Escucho el golpeteo de las gotas sobre una lámina,
el ruido ahogado de una cañería.
También truena y casi
puedo escuchar el mar,
sus alborotados brazos
rompiendo contra el roquedal y la arena.
Estoy en una ciudad lejos de casa,
pequeños departamentos
en un valle sobrepoblado,
y no obstante en la ventana
llueve sobre mi rostro
el roción de las olas.


OTRAMAR

Estamos viendo un puerto
            desaparecido en las cartas de marear.

 Hay algas parduscas sobre la costa
             y cangrejos que se alimentan de los restos lavados en la arena.
 
No hay nombre para decir esta situación intermedia de las aguas
            ni el placer de haber visto el sol ponerse entre hierbas de otramar.
 
Los flamencos siempre vuelven a sus lagunales
           y pastan diminutos camarones, lo escuchamos en la radio.
 
En San Crisanto mediste por última vez el salor de estas regiones.
           Aquella tarde nos bañamos en un cenote de peces gigantes
 
y entre los manglares me dijiste que mis ojos eran verdes.
           Ahora nos tambaleamos en esta tierra arcillosa y gris.
 
El frío ha llegado y las hojas están cayendo de los árboles.
          Caminamos por una avenida y nuestros pies picotean
 
entre la hojarasca, diminutos crustáceos que no están aquí.

ESCÁPULA

Hay ladrillos en la pared
cemento lleno de musgo.
Materiales de roca y lodo.
El color de la tierra naranja, endurecido.
Toda esta firmeza, esta persecución
de permanecer, bajo el cielo,
de pie. Todo esto, frente a mí,
en el muro, que no puedo llamar
tierra nativa, escápula, hogar.

* De la antología Tiempos de escritura, Mérida: Secretaría de la Cultura y las Artes, 2020.


De Memoria de Gabuch* (2020)

A última hora de la madrugada, sobre esta más frágil capa
de tierra que deja atrás de modo humillante su porvenir
grandioso –los volcanes estallarán, el agua desnuda
arrastrará las manchas maduras del sol y no quedará más que
una tibia efervescencia picoteada por las aves marinas– la
playa de los sueños y el insensato despertar.

AIMÉ CÉSAIRE

NOTA

El 12 de diciembre de 2011 recibí una llamada en la que se me informaba que había recibido una beca de mi estado natal y la encomienda de escribir un libro sobre Cancún. Así fue como empecé una búsqueda sistemática para cartografiar y entender la literatura de Quintana Roo, si es que tal cosa existía.
Pasé noches y días de investigación en librerías, bibliotecas y tiraderos de libros en Cancún, Cozumel y Mérida. El polvo y las páginas se volvieron consigna de vida, esperanza del encuentro.
El hallazgo ocurrió el 9 de enero de 2012 en un local de la calle Tankah, cerca del Mercado 28, en la ciudad de Cancún. Volvería muchas veces a esa librería de viejo llamada Colibrí, propiedad de Laura Hurtado, hermana del autor de Cancún, todo incluido (2001), primera novela cancunense.
El local era un pasadizo lleno de estantes y libros. Llevaba un rato hojeando volúmenes de poesía y tras elegir algunos de Ramón Iván Suárez Caamal, llamó mi atención una encuadernación en piel de fojas amarillas. Rebosaba de humedad y cucarachas.
Pasé los ojos por aquel matojo de papeles y de golpe una historia se desdoblaba frente a mí. Entre mis manos tenía un documento que llevaba por título
Crónica de Koppara. Fajos y fajos de una apretada letra manuscrita en tinta negra. Compré el legajo. Fui a casa y lo leí de principio a fin.
El documento no estaba firmado, aunque el narrador se autodenominaba el primer morador de la isla de Cancún, también conocida por los isleños en ese entonces como Koppara, nombre del rancho coprero más grande que existió allí en los sesenta. Las entradas tenían fechas y nunca superaban más de una cuartilla.
Aquello me intrigó. Necesitaba saber quién era el autor. Mientras revisaba carpetas descatalogadas en el Archivo Histórico de Cancún emplazado en la avenida Náder, fue apareciendo en los documentos un personaje oriundo de Isla Mujeres. Era el cuidador del rancho de Koppara y, tal vez, el primer habitante contemporáneo de Cancún. Su nombre era Gabuch.
Al mismo tiempo que operaba esa pesquisa, paleografié el manuscrito pensando en realizar una edición de aquella fuente histórica de primera mano. Debido a su carácter fundacional y de materia prima para los estudios históricos, decidí donar el libro a una biblioteca donde pudiera ser preservado de forma profesional y, a largo plazo, ser digitalizado.
Mientras hacía mis estudios de licenciatura doné el manuscrito a la Colección Yucateca de la Universidad. Por azares administrativos el acervo fue desmembrado y los libros fueron dispersados entre distintas bibliotecas; durante ese proceso, el manuscrito desapareció…
Con todo, sobrevivía la transcripción y mis anotaciones. Hoy ofrezco al lector este libro que ensaya rescatar la crónica que elaboró Gabuch, el primer poblador contemporáneo de Cancún.


I: KOPPARA (FRAGMENTO)

otra vez
 la ventana
 el chechén cruje solitario
 arrulla siluetas herrumbrosas

 lágrimas de resina
 se desploman

 más allá la Portillo
 neumáticos a 60 por hora
 cláxones

 más allá los grandes ojos fijos de la ciudad
 edificios
 parvadas de lujo
 semáforos manglares

 aún más allá la zona hotelera
 y el espectro de la sal

                                      how are you darling
                                      spring break in my hand

 un xmahana cae del cielo de palma
 aletea sobre el cuaderno
 la piel en mi mano
 la piel en mi piel

 primera página
 y vuelo hacia Koppara

 el lápiz entre mis dedos
 el ruido
             de la madera
 grafito
            en la madera
 el ruido
            de la madera

 aun con el paso de las olas
 de la selva
 la madera caoba
 y estos cocotales

 aun con el paso de los tractores
 de las carreteras y los hoteles

 nadie conocerá esta tierra
 como la recuerdan mis pies
 mis dedos       los ojos

 esta arena que llevo metida en el pellejo
 en el cansancio de los músculos
 en la comisura de mis labios

 estos vientos de sal
 que se derraman
 y aquellas noches sin poblar

 en el dominio de Koppara…

 Febrero 2, 1960

 Hoy he recorrido el rancho por primera vez. Hectáreas y hectáreas de palma. La playa es un
 reguero de conchas. El mar y la laguna están cuajados de vida. Algunos peces los he visto
 antes en Isla Mujeres: meros, lisetas, barracudas, también langostas, jaibas y caguamas.
 [página 3]

¿recuerdas Gabuch?
 altas palmeras verdes
 kilómetros de altas palmeras verdes
 amarillas
 pardas
 carreteras de altas palmeras verdes
                 cayendo
 en el sol de la tarde
 entre las garras de las máquinas

                                       hay que cortarlas
                                       no hay de otra
 
altas palmeras verdes
 floreciendo en el corazón del crepúsculo
 altas palmeras verdes
 danzando al compás de las olas

 altas
            palmeras
                            verdes
  
recuerda memoria
 ¿recuerdas?
 ¿para qué recordar?
 ¡vamos recuerda!

 noches y aullidos
 de monos invisibles
 
                                   muévete pinche viejo
                                   ya muérete cabrón

 la calle
 gotas de agua fría
 
            lo siguen siendo

y los neumáticos salpican
 palabras de agua fría

 la lluvia preña al horizonte
 lagrimar de mosquitos
 las piernas abiertas del mar

                                yo también Julieta
                                voy a morderte los muslos

 sobre la tierra
 llenando su vientre de mangle
 cardúmenes y escamas

 sardinas de ojos amarillos
 se ocultan
 en los pastizales del día

                               qué buena pesca
                               ahí van los bichos
                               ¡lanza la tarraya!
                               ¡lanza la tarraya!

 huyen ráfagas ante el filo abierto
 de los robalos y las barracudas

 jaibas tenazas y cangrejos
 descoyuntan el amor

 ¿recuerdas memoria?
 ¿recuerdas?

                              Gabuch
                             mira que te encargo este rancho
                             cuídalo bien

 ah doña Prisca
 lo guardé bien
 aquí lo tengo
 entre la mugre de mis uñas
 aquí merito
 en el pastizal de mi lengua
 sardina de mi boca
 no se preocupe doña Prisca
 ahorita nomás se lo devuelvo

 los cocodrilos asoleándose doña Prisca
 los cocodrilos con sus bocazas abiertas
 amotinados doña Prisca
 amotinados de veras
 en la orilla del recuerdo

 ah y esta selva doña Prisca
 venga pa’cá
 escúchela jaguar con su letargo verde
 hojarasca        danza de venados
 beben inquietos
 de nuestra espalda

 turistas colmoyotes doña Prisca

 comiéndose la carne y la esperanza
 
                     es un día para la historia
                     hoy se abre el primer hotel

 soy una parvada de ofidios
 orquesta de los trópicos
 tábanos y chaquistes
 habitan lo profundo

 ah doña Prisca
 usted no conoció ese agujero llamado paraíso
 casa mía
 pequeña morada
 Koppara
 Kaan Kun
 caracol de siete puntas

 no se pare doña Prisca
 lea la siguiente página
 va usté a ver
 va usté a ver

 Noviembre 18, 1962
 El rancho de doña Prisca Gómez, nieta de la Trigueña, se ubica en la parte media de Kaan
 Kun. Hacia el sur está rodeado por las aguas, delante el mar y detrás la ciénega Nichupté.
 Hace días encontré unos montículos. Hay una cabeza de piedra. El Rey, le llamo de cariño.
 En este rincón de arena he levantado una casa de palos y palma. El lugar donde reposo,
 donde cuelgo la hamaca y preparo la copra. [página 7]

 los honorables huesos de madera
 doña Prisca
 erguidos como femorales
 erguidos ante los ojos del agua
 saludando con sus manos de guano
 el ligero aletear de la gaviota
 el solemne fracaso del pelícano en la ola

                                     mira Gabuch
                                     que ya nada se puede hacer
                                     García de la Torre nos torció el cuello
                                     nos van a botar como vísceras de pescado
                                     las gaviotas Gabuch
                                     las gaviotas güeras nos van a devorar

 Koppara
 castillo de mi piel
 corazón de mi descanso

 recuerdo el susurro del sargazo
 los besos de yodo crispados por el viento

 oh Koppara
 aún muerdo tu lengua
 arenales de luz al atardecer

 oh Koppara
 recuerda el templo
 de tu vientre nocturno
 los murales de incienso
 y aquellos árboles tomando la ciudad

                                      usté quién es viejo
                                      aquí ya no se entra
                                      sólo arqueólogos y personal
                                      a pescar a la chingada

 nosotros fuimos
 animales de piedra

 matojos anteriores
 al resollar de su nación

III: ELEGÍA A GABRIEL GARRIDO ARGÜELLES**

En esta noche Gabuch
             pero en esta noche
he venido a enterarme
con días de retraso
            de la puesta de sol
que ha consumido
           definitivamente
la cálida luz de tu nombre

en el alba de esta ciudad
           que te dejó vagar en el ocaso
prolongado y sin horizonte
          definido

he buscado las raíces Gabuch
           y ahora vuelves a ellas
para encontrar lo que nosotros aún no encontramos

y ahí
en lo profundo de ese mar oscuro
                        lleno de arena negra
y de soles eclipsados que no iluminan sino la borrasca
ahí es donde tú vas
         como roca desechada por los constructores
de esta ciudad cinocéfala y basilisca
                       ahí es donde tú has ido

para volverte cabeza de ángulo
y fundar con los blasones de tu muerte
un pasado común para inventarnos.

*Memoria de Gabuch, Chetumal: Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo, 2020.
**Distintos diarios de Quintana Roo consignaron que Gabuch falleció a inicios de enero de 2015.

David Anuar (Cancún, Q. Roo, 1989). Poeta, dramaturgo y traductor. Licenciado en Literatura Latinoamericana (UADY, 2013) y maestro en Historia (CIESAS, 2018). Becario del PECDA (2012, 2015) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020). Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011), del Premio Francisco Javier Clavijero a la mejor tesis de maestría en el área de Historia y Etnohistoria (2019), del Premio Estatal de Poesía Tiempos de Escritura (2020), del Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos (2020), nominado al Pushcart Prize 2020, y ganador del Certamen de ensayo Luis Alberto Arellano (2021). Autor de Erogramas (Catarsis Literaria El Drenaje, 2011), Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana (Ayuntamiento de Mérida, 2014), Bitácora del tiempo que transcurre (Ayuntamiento de Mérida, 2015), Estrellas errantes (UAEM, 2016) y Memoria de Gabuch (ICAQROO, 2020). Editor de la antología Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo (Plataforma Colectiva, 2017), y de la obra completa de Adriana Cupul Itzá, Y mi cuerpo no ha muerto. Poesía recuperada (1993-2002) (IMCAS, 2019). Actualmente se encuentra en preparación Alguien hunde mi cabeza (Mantis Editores, Instituto Cultural de Aguascalientes). Su obra poética y narrativa ha sido traducida al inglés.

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