Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección poética del autor David Anuar (Cancún, México, 1989) Poeta, dramaturgo y traductor. Licenciado en Literatura Latinoamericana y maestro en Historia, ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020). Autor de los libros “Erogramas” (Catarsis Literaria El Drenaje, 2011), “Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana” (A 2014), “Bitácora del tiempo que transcurre” (2015),
“Estrellas errantes” (2016), “Memoria de Gabuch” (2020) y “Alguien hunde mi cabeza” (Mantis Editores, Instituto Cultural de Aguascalientes) en preparación. Es editor de la antología “Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo” (2017)
Hay ladrillos en la pared
cemento lleno de musgo.
Materiales de roca y lodo.
El color de la tierra naranja, endurecido.
Toda esta firmeza, esta persecución
de permanecer, bajo el cielo,
de pie. Todo esto, frente a mí,
en el muro, que no puedo llamar
tierra nativa, escápula, hogar.
DAVID ANUAR
De Regreso a la península natal* (2020)
Siempre estoy volviendo a casa.
I am always coming home.
RICHARD GEORGES
LEO SOBRE HURACANES
Afuera comienza a llover.
Escucho el golpeteo de las gotas sobre una lámina,
el ruido ahogado de una cañería.
También truena y casi
puedo escuchar el mar,
sus alborotados brazos
rompiendo contra el roquedal y la arena.
Estoy en una ciudad lejos de casa,
pequeños departamentos
en un valle sobrepoblado,
y no obstante en la ventana
llueve sobre mi rostro
el roción de las olas.
OTRAMAR
Estamos viendo un puerto desaparecido en las cartas de marear. Hay algas parduscas sobre la costa y cangrejos que se alimentan de los restos lavados en la arena. No hay nombre para decir esta situación intermedia de las aguas ni el placer de haber visto el sol ponerse entre hierbas de otramar. Los flamencos siempre vuelven a sus lagunales y pastan diminutos camarones, lo escuchamos en la radio. En San Crisanto mediste por última vez el salor de estas regiones. Aquella tarde nos bañamos en un cenote de peces gigantes y entre los manglares me dijiste que mis ojos eran verdes. Ahora nos tambaleamos en esta tierra arcillosa y gris. El frío ha llegado y las hojas están cayendo de los árboles. Caminamos por una avenida y nuestros pies picotean entre la hojarasca, diminutos crustáceos que no están aquí.
ESCÁPULA
Hay ladrillos en la pared
cemento lleno de musgo.
Materiales de roca y lodo.
El color de la tierra naranja, endurecido.
Toda esta firmeza, esta persecución
de permanecer, bajo el cielo,
de pie. Todo esto, frente a mí,
en el muro, que no puedo llamar
tierra nativa, escápula, hogar.
* De la antología Tiempos de escritura, Mérida: Secretaría de la Cultura y las Artes, 2020.
De Memoria de Gabuch* (2020)
A última hora de la madrugada, sobre esta más frágil capa
de tierra que deja atrás de modo humillante su porvenir
grandioso –los volcanes estallarán, el agua desnuda
arrastrará las manchas maduras del sol y no quedará más que
una tibia efervescencia picoteada por las aves marinas– la
playa de los sueños y el insensato despertar.
AIMÉ CÉSAIRE
NOTA
El 12 de diciembre de 2011 recibí una llamada en la que se me informaba que había recibido una beca de mi estado natal y la encomienda de escribir un libro sobre Cancún. Así fue como empecé una búsqueda sistemática para cartografiar y entender la literatura de Quintana Roo, si es que tal cosa existía.
Pasé noches y días de investigación en librerías, bibliotecas y tiraderos de libros en Cancún, Cozumel y Mérida. El polvo y las páginas se volvieron consigna de vida, esperanza del encuentro.
El hallazgo ocurrió el 9 de enero de 2012 en un local de la calle Tankah, cerca del Mercado 28, en la ciudad de Cancún. Volvería muchas veces a esa librería de viejo llamada Colibrí, propiedad de Laura Hurtado, hermana del autor de Cancún, todo incluido (2001), primera novela cancunense.
El local era un pasadizo lleno de estantes y libros. Llevaba un rato hojeando volúmenes de poesía y tras elegir algunos de Ramón Iván Suárez Caamal, llamó mi atención una encuadernación en piel de fojas amarillas. Rebosaba de humedad y cucarachas.
Pasé los ojos por aquel matojo de papeles y de golpe una historia se desdoblaba frente a mí. Entre mis manos tenía un documento que llevaba por título Crónica de Koppara. Fajos y fajos de una apretada letra manuscrita en tinta negra. Compré el legajo. Fui a casa y lo leí de principio a fin.
El documento no estaba firmado, aunque el narrador se autodenominaba el primer morador de la isla de Cancún, también conocida por los isleños en ese entonces como Koppara, nombre del rancho coprero más grande que existió allí en los sesenta. Las entradas tenían fechas y nunca superaban más de una cuartilla.
Aquello me intrigó. Necesitaba saber quién era el autor. Mientras revisaba carpetas descatalogadas en el Archivo Histórico de Cancún emplazado en la avenida Náder, fue apareciendo en los documentos un personaje oriundo de Isla Mujeres. Era el cuidador del rancho de Koppara y, tal vez, el primer habitante contemporáneo de Cancún. Su nombre era Gabuch.
Al mismo tiempo que operaba esa pesquisa, paleografié el manuscrito pensando en realizar una edición de aquella fuente histórica de primera mano. Debido a su carácter fundacional y de materia prima para los estudios históricos, decidí donar el libro a una biblioteca donde pudiera ser preservado de forma profesional y, a largo plazo, ser digitalizado.
Mientras hacía mis estudios de licenciatura doné el manuscrito a la Colección Yucateca de la Universidad. Por azares administrativos el acervo fue desmembrado y los libros fueron dispersados entre distintas bibliotecas; durante ese proceso, el manuscrito desapareció…
Con todo, sobrevivía la transcripción y mis anotaciones. Hoy ofrezco al lector este libro que ensaya rescatar la crónica que elaboró Gabuch, el primer poblador contemporáneo de Cancún.
I: KOPPARA (FRAGMENTO)
otra vez la ventana el chechén cruje solitario arrulla siluetas herrumbrosas lágrimas de resina se desploman más allá la Portillo neumáticos a 60 por hora cláxones más allá los grandes ojos fijos de la ciudad edificios parvadas de lujo semáforos manglares aún más allá la zona hotelera y el espectro de la sal how are you darling spring break in my hand un xmahana cae del cielo de palma aletea sobre el cuaderno la piel en mi mano la piel en mi piel primera página y vuelo hacia Koppara el lápiz entre mis dedos el ruido de la madera grafito en la madera el ruido de la madera aun con el paso de las olas de la selva la madera caoba y estos cocotales aun con el paso de los tractores de las carreteras y los hoteles nadie conocerá esta tierra como la recuerdan mis pies mis dedos los ojos esta arena que llevo metida en el pellejo en el cansancio de los músculos en la comisura de mis labios estos vientos de sal que se derraman y aquellas noches sin poblar en el dominio de Koppara… Febrero 2, 1960 Hoy he recorrido el rancho por primera vez. Hectáreas y hectáreas de palma. La playa es un reguero de conchas. El mar y la laguna están cuajados de vida. Algunos peces los he visto antes en Isla Mujeres: meros, lisetas, barracudas, también langostas, jaibas y caguamas. [página 3] ¿recuerdas Gabuch? altas palmeras verdes kilómetros de altas palmeras verdes amarillas pardas carreteras de altas palmeras verdes cayendo en el sol de la tarde entre las garras de las máquinas hay que cortarlas no hay de otra altas palmeras verdes floreciendo en el corazón del crepúsculo altas palmeras verdes danzando al compás de las olas altas palmeras verdes recuerda memoria ¿recuerdas? ¿para qué recordar? ¡vamos recuerda! noches y aullidos de monos invisibles muévete pinche viejo ya muérete cabrón la calle gotas de agua fría lo siguen siendo y los neumáticos salpican palabras de agua fría la lluvia preña al horizonte lagrimar de mosquitos las piernas abiertas del mar yo también Julieta voy a morderte los muslos sobre la tierra llenando su vientre de mangle cardúmenes y escamas sardinas de ojos amarillos se ocultan en los pastizales del día qué buena pesca ahí van los bichos ¡lanza la tarraya! ¡lanza la tarraya! huyen ráfagas ante el filo abierto de los robalos y las barracudas jaibas tenazas y cangrejos descoyuntan el amor ¿recuerdas memoria? ¿recuerdas? Gabuch mira que te encargo este rancho cuídalo bien ah doña Prisca lo guardé bien aquí lo tengo entre la mugre de mis uñas aquí merito en el pastizal de mi lengua sardina de mi boca no se preocupe doña Prisca ahorita nomás se lo devuelvo los cocodrilos asoleándose doña Prisca los cocodrilos con sus bocazas abiertas amotinados doña Prisca amotinados de veras en la orilla del recuerdo ah y esta selva doña Prisca venga pa’cá escúchela jaguar con su letargo verde hojarasca danza de venados beben inquietos de nuestra espalda turistas colmoyotes doña Prisca comiéndose la carne y la esperanza es un día para la historia hoy se abre el primer hotel soy una parvada de ofidios orquesta de los trópicos tábanos y chaquistes habitan lo profundo ah doña Prisca usted no conoció ese agujero llamado paraíso casa mía pequeña morada Koppara Kaan Kun caracol de siete puntas no se pare doña Prisca lea la siguiente página va usté a ver va usté a ver Noviembre 18, 1962 El rancho de doña Prisca Gómez, nieta de la Trigueña, se ubica en la parte media de Kaan Kun. Hacia el sur está rodeado por las aguas, delante el mar y detrás la ciénega Nichupté. Hace días encontré unos montículos. Hay una cabeza de piedra. El Rey, le llamo de cariño. En este rincón de arena he levantado una casa de palos y palma. El lugar donde reposo, donde cuelgo la hamaca y preparo la copra. [página 7] los honorables huesos de madera doña Prisca erguidos como femorales erguidos ante los ojos del agua saludando con sus manos de guano el ligero aletear de la gaviota el solemne fracaso del pelícano en la ola mira Gabuch que ya nada se puede hacer García de la Torre nos torció el cuello nos van a botar como vísceras de pescado las gaviotas Gabuch las gaviotas güeras nos van a devorar Koppara castillo de mi piel corazón de mi descanso recuerdo el susurro del sargazo los besos de yodo crispados por el viento oh Koppara aún muerdo tu lengua arenales de luz al atardecer oh Koppara recuerda el templo de tu vientre nocturno los murales de incienso y aquellos árboles tomando la ciudad usté quién es viejo aquí ya no se entra sólo arqueólogos y personal a pescar a la chingada nosotros fuimos animales de piedra matojos anteriores al resollar de su nación
III: ELEGÍA A GABRIEL GARRIDO ARGÜELLES**
En esta noche Gabuch pero en esta noche he venido a enterarme con días de retraso de la puesta de sol que ha consumido definitivamente la cálida luz de tu nombre en el alba de esta ciudad que te dejó vagar en el ocaso prolongado y sin horizonte definido he buscado las raíces Gabuch y ahora vuelves a ellas para encontrar lo que nosotros aún no encontramos y ahí en lo profundo de ese mar oscuro lleno de arena negra y de soles eclipsados que no iluminan sino la borrasca ahí es donde tú vas como roca desechada por los constructores de esta ciudad cinocéfala y basilisca ahí es donde tú has ido para volverte cabeza de ángulo y fundar con los blasones de tu muerte un pasado común para inventarnos. *Memoria de Gabuch, Chetumal: Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo, 2020. **Distintos diarios de Quintana Roo consignaron que Gabuch falleció a inicios de enero de 2015.
David Anuar (Cancún, Q. Roo, 1989). Poeta, dramaturgo y traductor. Licenciado en Literatura Latinoamericana (UADY, 2013) y maestro en Historia (CIESAS, 2018). Becario del PECDA (2012, 2015) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020). Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011), del Premio Francisco Javier Clavijero a la mejor tesis de maestría en el área de Historia y Etnohistoria (2019), del Premio Estatal de Poesía Tiempos de Escritura (2020), del Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos (2020), nominado al Pushcart Prize 2020, y ganador del Certamen de ensayo Luis Alberto Arellano (2021). Autor de Erogramas (Catarsis Literaria El Drenaje, 2011), Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana (Ayuntamiento de Mérida, 2014), Bitácora del tiempo que transcurre (Ayuntamiento de Mérida, 2015), Estrellas errantes (UAEM, 2016) y Memoria de Gabuch (ICAQROO, 2020). Editor de la antología Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo (Plataforma Colectiva, 2017), y de la obra completa de Adriana Cupul Itzá, Y mi cuerpo no ha muerto. Poesía recuperada (1993-2002) (IMCAS, 2019). Actualmente se encuentra en preparación Alguien hunde mi cabeza (Mantis Editores, Instituto Cultural de Aguascalientes). Su obra poética y narrativa ha sido traducida al inglés.