“Nudo gordiano” Poemas de Whigman Montoya Deler

En la Revista Trasdemar difundimos la creación literaria contemporánea del Caribe
Fotografía cortesía del autor para Trasdemar

Presentamos en la Revista Trasdemar una selección poética de nuestro colaborador Whigman Montoya Deler (Santiago de Cuba, 1973) Poeta, es Licenciado en Letras por la
Universidad de Oriente, Máster en Estudios Cubanos y del Caribe, ha sido profesor de español como lengua Extranjera por más de 14 años en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, la Universidad de La Habana y
Tianjin Foreign Studies University, Tianjin, China, donde además impartió Literatura Española y Latinoamericana. Además, fue profesor de Historia de la Cultura de
Iberoamérica y el Caribe en la Facultad de Español como Lengua Extranjera de la Universidad de La Habana (FENHI). Ha publicado el libro titulado “El Lyceum y Lawn Tennis Club: su huella en la cultura cubana” (Uno&Otros Ediciones, 2017), el poemario “El oscuro bosque de mis manos” (Ediciones Laponia, 2019) y “Nudo gordiano”, su segundo poemario (Ediciones Laponia, 2021). Compartimos la muestra selecta de poemas del autor en nuestra sección “Conexión Derek Walcott” de literatura contemporánea

La isla es una anguila que se muerde la cola

WHIGMAN MONTOYA DELER

Los benjamines de la Patria

Árbol y sombra invitan a reunirse
ramas y crepúsculo vespertino
atraen a las aves en bandadas.
El árbol frondoso es un peligro
ellos podrían disentir
sus raíces se comunican
se ayudan, se dan la mano.
Una hermandad de Ficus Benjamina
en la Ciudad Rebelde
es vista con recelo
pueden mover los cimientos
sacar lo más profundo de sus raíces
romper el cemento y hasta el miedo.
Hay quienes de tanta desconfianza temen
hasta de los árboles
plazas y parques.
Que si el excremento de las aves… que si las
hojas…
que si los frutos caídos…
Los paranoicos realmente le temen a su
sombra
a sus conversaciones de pasado y presente
a que sigamos el ejemplo de las aves ruidosas
en bandadas.
Un viejo gremio de Ficus Benjamina
en la ciudad rebelde
es sustituido por árboles jóvenes:
que si estos no mueven los cimientos…
que si no mudan sus hojas… que no son tan
frondosos.
Pero ellos cayeron en su propia ignorancia
de pensar que el poder te hace sabio
y que un pequeño árbol no es un peligro.
Ellos crecen, mueven cimientos
porque esos árboles ya sembrados
son también de Ficus Benjamina
mueven hasta las sombras.


El fusilado más hermoso del
mundo

Adansonia grandidieri
Falo de mayo coronado en cian.

Ni aun marcados por las balas
los muros de piedra dejan de ser de muros
ni las piedras dejan de ser piedras.
La tapia a sus espaldas
miles de ojos afilan sus cañones.
No hay desnudo más bello que el de la piedra
sobreviviente a los siglos
la ola o el viento la desviste y cincela
el faro y la isla por testigos.
Yo también tiré la piedra
escondí la mano del decreto
en mis profundos agujeros
mano-tubo de lava
luego
garra de mis deposiciones.
Él era el fusilado más hermoso del mundo
lo desnudó mi palabra reductora
pero él estaba ahí
como una estalagmita que sale de su cueva
propia luz
con su verdad de a gota.
Ni aun abrazado por los plomos
su cuerpo de sangre dejó salir las balas
él fue su propio muro
pecho de muro.


Atajanegro

En la intempesta isla
el mar azota a nuestra espalda.
El flagrum-diente de perro
muerde en cada lomo.
Garrotes y ladridos.
¿No bastan el peso y las cadenas?
Un negro en la noche huele a sal y a peligro
su guitarra pudiera ser letal.
Antes del gallicinium y antes que cante
me golpearás tres veces.
La isla llora.


Erosión

Eichhornia crassipes
Flotante isla-dique en mi cuerpo de agua.

Ellos nos ataron a un anillo de aguas.
Nos cazaron y nos pusieron ese anillo
el residuo de esa cadena.
Ellos les engastaron a nuestros anillos
la roca del discurso
la casi eterna y minúscula piedra
/de la promesa.

De la roca al fragmento
del dedo de la sinrazón al narigón.
Ella teje y desteje
sin saber que la luna rige todas las formas
como una inmensa araña.
La isla es una anguila que se muerde la cola.


Nudo Gordiano

Atados de pies y manos
un nudo en la garganta.
La pena, el hambre
o simplemente el amarre sobre nuestros pasos
en la colegiala: su cabeza y su cinta
o el nudo del kimono viril
devenido metal en la cintura espía
ese que te regula tras la puerta de tu casa
a la salida de tu patria o a la entrada.
Tantos nudos pueden ser tan intensos
/que desaten
pisemos los cordones
y no podamos agacharnos.
¡Tanto nudo gordiano debe ser cortado!
¡Tanta mano y poco filo!
Un Alejandro
da igual cómo se haga
pero uno grande
frente al que ató con astucia
a una isla
su lanza y su yugo.


La plaga del agua

Anastatica hierochuntica
Dime tú que lo sabes. ¿Cuándo
llega la lluvia?

El mar de mi isla no se abre en dos
ella es fósil
momia faraónica
con brazo de agua que se levanta
eterno
y sentimos su peso.
La maldita circunstancia de Virgilio.
Los garrotes que sostienen banderas
como cuchillas sobre nuestras costas
no quieren cortar el mar en dos.
Ese hueso verde
nos quiebra y divide con su golpe.
Culatazo de roca bajó de la montaña.
Mi isla es peñasco fragmentado del éxodo
dos orillas separadas con llanto de madres.
Ellas entierran a sus hijos en barrotes de agua.
Mangle de las siete plagas del brazo infecto.
Eres la misma isla que se seca sobre nuestros
pasos.


Portada del libro

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