Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección poética de nuestro colaborador Pablo Alemán (Arucas, Gran Canaria,1980) Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Lomo de La Herradura. Como filólogo ha coordinado algunos coloquios sobre literatura canaria a través de la iniciativa “Entre palabras”, ha participado como ponente en el I Congreso de Relaciones Internaciones entre Canarias y América organizado por la ULPGC y la UNAM y actualmente colabora para la revista digital “La salamandra ebria”. Como autor, sus textos han sido seleccionados en antologías y revistas digitales. Ha publicado en solitario, Madera y metal (Idea, colección VID, 2015), Aquel lejano lugar (Cartonera Island, colección 31, 2018), Apenas en descenso (El Mercurio, colección Faro de La Puntilla, 2020) y Otra mirada apenas (GBR, 2021). Su poemario Este cosmos de raíces ganó en 2020 el premio de poesía Pedro García Cabrera. Compartimos poemas escogidos de la reciente publicación del libro que será presentado este mes de diciembre en Madrid
I
Así surge este cosmos de raíces:
el tránsito en los párpados de Madre,
sin nombre, sin pies, sin esos quiebros
a punto de ceder con mi presencia.
Alisas la marchita vara en su primera
caída y la titulas fang al ser
aquello que regresa a tu memoria.
Así debo ser yo al perderme en fang,
dejando el apellido en el trasiego
brillante en cada esqueje que recojo.
Aprendo el recital de los cuentos
de Madre al mencionar en su mirada
la forma que poseen los árboles.
Así, con el tambor en esta larga
raíz que se desliza en vertical,
—como rayos que rugen en la noche—;
así para que inicies el sendero
latente, casi como en soledad.
I
El árbol fang siempre muestra
la cepa crujiente al sol;
nunca Madre la ha cortado
debajo del barro, ni en las balsas
de lluvia fresca;
tampoco siega su piel,
si acaso cuando
el árbol fang permite su roce.
Entonces reúno
las curvas
que húmedas en vaho surgieron
en la finca del tío fang
y afirmo: «el verso serpiente
que ha de guiarme
durante el día,
la cuna que ignora
a reojo el chamán
y que jamás palpa las hojas
durante el alba».
Pero es Madre, repito,
quien presta el árbol fang
y es la que les da nombre
al verso y al tallo
que sombra me procuran.
Y al punto palpitan
los arcos que no se repiten
en cada horma,
en cada rostro descubierto
al tiento de su corteza.
Y el árbol fang
persiste en lo más alto,
sin hachas, machetes ni ornamentos
que cambien su nombre,
ya que Madre siempre llama
para revelar
la nueva cepa que exhibe
sus formas incluso
en la noche más larga.
II
Abrieron el pozo tras la lluvia.
Lo hizo el chamán
a todos los seres del círculo
—al ave que emigra,
al león escondido,
al árbol que da sombra,
al Padre que se fue—,
porque predicó el chamán
que el agua se encontraba tierra
adentro, adentro, adentro.
No saben,
que todo se filtra en la hechura
del barro recién moldeado
por la balsa,
por la tierra,
por ti
que sacas el agua a rugidos
de rayos y truenos y tormentas.
Y, sin embargo, perforan
por fe al chamán,
que suena sus chácaras al aire
y truena su voz como la noche.
Y abren el profundo agujero,
adentro, adentro, adentro,
con palas, tractores y metales
—metales siempre—,
más allá de las raíces
que forman el árbol fang.
Rajaron el pozo
chupando el agua de la lluvia
a sol descubierto y a escondida noche,
y el pueblo se quedó seco,
el ave sedienta,
y el león agrietado
y el árbol sin raíz
para el Padre que nunca lo supo;
y a aquel chamán que predicó
alguna vez
que todo se encuentra en la tierra
adentro, adentro, adentro
no lo vimos más en las grietas
dejadas
por palas, tractores y machetes
—sí, quise decir machetes—
quedándonos con la sequía
y el polvo del desierto
jamás soñados por niño ni por Madre
algunos.
Poemas seleccionados de Este cosmos de raíces (Cajacanarias, 2021) de Pablo Sergio Alemán Falcón (todos los derechos reservados)
Pablo procura un espacio de alternancia. Es y está donde otros seres y vivencias. Estos tres poemas poseen la particularidad de ser eso, particulares, diferentes y, sobre todo, lo que más valor les confiere: son auténticos, y buenos.