Presentamos en la Revista Trasdemar una colaboración especial de Edgar Smith (República Dominicana), escritor y traductor, director de la casa editorial Books&Smith, quien nos ofrece una entrevista de plena actualidad a la autora norteamericana Rita Gardner, autora del libro de memorias The Coconut Latitudes: Secrets, Storms, and Survival in the Caribbean, publicado en 2014 por She Writes Press, y que será publicado en español con el título “Una niñez entre palmeras” por Books&Smith. Incluimos en nuestra sección “Telémaco” la edición bilingüe de la entrevista en español y en inglés. La traducción es cortesía de Edgar Smith
La migración no discrimina. Si bien es cierto que desde hace décadas lo típico es encontrarse con personas de numerosos países emigrando hacia los Estados Unidos, Canadá o Europa, no es menos cierto que ciertas circunstancias llevan a algunas familias a recorrer la travesía al revés, invirtiendo la fórmula, creando en el observador una fuente fantástica de conjeturas.
En el muy peculiar caso de la autora Rita Gardner, su familia emigró hacia una pequeña isla en el Caribe, la primera isla avistada por los españoles en el “descubrimiento” de las tierras que habitaban los Taínos y Caribes desde siempre, la misma isla que las políticas, guerras, y creencias religiosas dividieron para dar paso a dos naciones soberanas y equidistantes en cuanto a cultura e idioma: La República Dominicana y Haití.
Rita contaba con seis meses de vida cuando ocurrieron estos hechos y pasó toda su infancia y adolescencia ciertamente siendo una joven insular. Pero luego, también por causas ajenas a su voluntad (Léase, una invasión militar estadounidense a la República Dominicana en el 1965) tuvo que “desislarse” y regresar a su país natal. Ha de ser extraño ser un extraño en su propia tierra. Rita vivió involuntariamente bajo el peso de dos migraciones y tuvo que adaptarse a una vida norteamericana que debió por naturaleza ser suya. La ironía es inescapable para los isleños que hemos abandonado todo para llegar a estas tierras gringas en busca del ‘Sueño americano’.
Movido y conmovido por estas experiencias de vida de Rita Gardner, y en víspera de la pronta publicación en español de sus memorias The Coconut Latitudes: secrets, storms, and survival in the Caribbean, al cuidado de Books&Smith, bajo el título de Una niñez entre palmeras, he entrevistado a la autora con el fin de que conozcamos un poco más de ella, su proceso escritural, su trayectoria, y motivaciones.
The Coconut Latitudes: secrets, storms, and survival in the Caribbean se alzó con varios importantes premios, incluyendo The Benjamin Franklyn Award (2015), the Indie Book Award (2015) y National Excellence Book Award (2016); además de inspiradoras apreciaciones de escritoras como Julia Álvarez y Julia Scheeres.
- ¿Cuándo y cómo se te ocurrió la idea de escribir tus memorias?
La idea se me ocurrió hace más de 20 años. Desencadenado por la muerte de familiares, me di cuenta de que mi dolor por esas pérdidas significaba que gran parte de mi propio pasado estaba siendo borrado para siempre. Tarde o temprano, yo también me iría, y conmigo una historia que llevaba décadas quemándome por dentro. Nuestra vida como cultivadores de coco en República Dominicana durante y después de la dictadura de Trujillo fue una época de extraños contrastes: belleza versus miedo, pretensión versus realidad. Por ejemplo, mientras nuestro hogar (en el pequeño pueblo de pescadores de Miches) estaba a cientos de kilómetros de distancia de la locura política del régimen de Trujillo, la amenaza del peligro estaba siempre presente. Dos de los secuaces más brutales de Trujillo tenían una casa de verano a pocas cuadras de la nuestra. Más tarde supimos que eran responsables de muchos asesinatos y otras atrocidades cometidas contra presuntos disidentes. Y, en mi propia casa, la belleza de nuestro entorno era una yuxtaposición de una unidad familiar supuestamente feliz que se fracturó después de un trauma inesperado. Me tomó años enfrentar el pasado y decir mis propias verdades al respecto. Un día simplemente empecé a escribir.
- ¿Cuánto tiempo te tomó completar este trabajo y cuándo supiste que estaba listo para ser publicado?
Durante aproximadamente cuatro años solo escribí unas pocas horas a la semana (ya que trabajaba a tiempo completo). Fragmentos de experiencias y recuerdos de la infancia se convirtieron en historias individuales. Me uní a algunos grupos de escritura y esos escritores me alentaron a convertirlos en un libro. Y, así, pasó de ser una colección de anécdotas a un borrador de manuscrito. Todavía sin saber si estaba (o yo) terminado, lo guardé en un cajón durante varios años hasta que finalmente me sentí lista para su publicación.
- ¿Cuáles dirías que fueron los aspectos más difíciles y los más tiernos de escribir y por qué?
Las partes más difíciles de escribir implicaron exponer secretos familiares guardados durante mucho tiempo. Curiosamente, algunos de los aspectos más tiernos de la escritura fueron escribir esas verdades en toda su vergüenza. También aprendí a amar a la niña asustada que fui hace tanto tiempo—decirle que ahora estaba bien que dejara de esconderse. Fue una experiencia catártica. El viejo dicho “La verdad os hará libres” me hizo capaz de seguir adelante.
- ¿Sentiste la necesidad de ocultar verdades mientras escribías? ¿Tus familiares sabían lo que te habías propuesto? ¿Qué tan desafiante fue embarcarse en un proyecto tan íntimo?
Sí, era muy tentador ocultar verdades, porque una gran parte de mí sentía que estaba traicionando a mis familiares. Cuando era joven, mi familia no solo me hizo prometer que nunca diría la verdad sobre ciertos eventos traumáticos, sino que también me instruyeron para que mintiera a los demás. No es la mejor manera de criar a un niño, ¿verdad? El desafío fue que mi yo adulto todavía estaba afectado por viejos miedos. Al principio, la única forma en que podía revelar esos dolorosos secretos familiares era diciéndome a mí misma que nadie más tendría que ver mis escritos excepto yo. Fingí que eso sería suficiente.
- Después de la experiencia en la isla, ¿cómo fue el regresar a USA?
Bueno, no hubo un “regreso a EE. UU.”, ya que nunca viví allí hasta los 18 años. Todos mis recuerdos de la infancia y la adolescencia eran de D.R. Cuando veía fotos bonitas en las revistas estadounidenses, quise escapar de la isla (¡pensaba yo!) y vivir en una de esas hermosas casas como una familia realmente feliz. Pero cuando aterricé en Florida a los 16 años para ir a un internado, era completamente una extraña, excepto que podía hablar inglés. No encajaba. Mi ropa (cosida por la costurera de Miches) no era ni remotamente lo que se usaba allá; los chicos populares se burlaban de mí. Entonces me uní a los otros “inadaptados”—algunos que también vinieron de otros países a estudiar. Poco a poco aprendí a fingir ser “estadounidense”. Pero toda esa experiencia me hizo extrañar a mis amigos de Miches. Tenía muchas ganas de ir a casa a pasar los veranos mientras terminaba la escuela secundaria. No tenía forma de saber entonces que un plan liderado por Estados Unidos para derrocar al gobierno dominicano en 1965 cambiaría la trayectoria de mi vida para siempre.
- ¿Una parte de ti se siente isleña? ¿Dominicana de crianza? ¿Cómo te ha hecho sentir una educación tan diferente a lo largo de los años?
Absolutamente. Como tenía solo seis semanas cuando nos mudamos a R.D., toda mi infancia fue de “isleña”, era todo lo que conocía. Crecí con arroz y habichuelas, con aguacates, pescado, dulce de leche, plátanos y más. Ya de niña bailaba alegremente merengues y guarachas, y el ritmo de la música dominicana se convirtió en una parte ineludible de mí. Entonces, incluso después de que mis padres finalmente vendieran nuestra propiedad y el negocio de la finca, y Miches ya no fuera mi hogar, mi alma todavía se aferraba a una vida que nunca podrá volver a ser. He visitado Miches varias veces desde que me mudé a EE. UU. y cada vez que iba, veía a Casalata, nuestra antigua casa hecha de aluminio. Durante más de 50 años, nadie se mudó allí; solo se usó como almacenamiento. Pero en cada viaje, el cuidador de la propiedad me dejaba entrar y veía todas las pertenencias de mi familia intactas, aunque pudriéndose. Nuestro ADN todavía estaba allí; todavía conectado a lo que era el hogar.
En una de mis últimas visitas a Miches, salté la cerca y me senté en los escalones de la casa cerrada durante mucho tiempo. Más tarde se me acercó un niño con mirada perpleja: “Señora, disculpe. No entiendo. Eres gringa y hablas como nosotros. ¿Eres Michera o americana?” Todo lo que pude decir fue: “sí. Ambas”.
- ¿Puedes hablarnos de tu proceso de escritura?
Programo tiempo para escribir cuando trabajo en un proyecto. Uso una computadora portátil; Guardo borradores y después de un día o dos vuelvo a leer lo que he hecho. Eso me ayuda a encontrar dónde se podría mejorar la escritura o dónde me perdí algo. En resumen, trabajo en una misma pieza bastantes veces. El truco es saber cuándo está terminado, ¡y eso no siempre es fácil!
- ¿Qué otros trabajos has publicado y en qué se diferencian de sus memorias?
He publicado ensayos en revistas literarias y de viajes durante los últimos 25-30 años. En muchos escribí sobre el tema de revisitar nuestras raíces. Esta memoria es mi primer libro, pero he contribuido con historias en otros. Los más recientes son los siguientes libros:
My Gutsy Story: Inspirational Short Stories about Taking Chances and Changing Your Life. (2014) Editado por Sonia Marsh.
The Magic of Memoir: Inspiration for the Writing Journey. (2016). Nota: Esta colección también incluye ensayos de Raquel Cepeda, la autora dominicana/estadounidense de Bird of Paradise, y una historia de Elizabeth Gilbert, autora de Eat, Pray, Love, entre otros autores destacados.
Wandering in Andalusia: The Soul of Southern Spain (2016), una antología de literatura de viajes. Nota: uno de mis ensayos en este libro trata sobre dónde residen realmente los huesos de Cristóbal Colón, lo que parece ser una batalla entre Sevilla, Santo Domingo y La Habana, todos los cuales afirman tenerlos.
Art in the Time of Unbearable Crisis (2022): Antología de escritoras sobre cómo mantener vivo el arte o la creatividad en nuestro caótico mundo. Las ganancias del libro benefician a la organización sin fines de lucro World Central Kitchen y su trabajo para alimentar a los refugiados en Ucrania.
- ¿Planeas escribir ficción? ¿Hay algún proyecto próximo?
No hay planes en este momento para la ficción. Mis proyectos actuales están en las artes visuales (dibujo y fotografía). Tengo varias exposiciones en galerías de arte locales. Sin embargo, espero viajar a R.D. de nuevo, y es posible que surjan nuevos escritos a partir de eso. Especialmente debido a los eventos recientes: en el otoño del año pasado (2022), el huracán Fiona azotó la República Dominicana y Casalata, mi amado hogar de la infancia de Miches, quedó completamente destruido. Y todas esas pertenencias familiares que perduraron por más de 50 años después de nuestra salida de RD fueron destruidas o robadas después del huracán. Ver las fotos de la devastación me impactó más de lo que jamás imaginé. El ADN de nuestra familia puede desaparecer con el viento, pero tal vez haya más que contar…
Edgar Smith Interview with Rita Gardner (Trasdemar Magazine)
¿when and how did the idea of this memoir come to you?
The idea came to me over 20 years ago. Triggered by family members’ deaths, I realized that my pain over those losses meant that much of my own past was being erased forever. Sooner or later I too would be gone – and with me a story that had burned inside for decades. Our life as coconut farmers in Dominican Republic during and after the Trujillo dictatorship was a time of bizarre contrasts: beauty vs fear; pretense vs reality. For example, while our home (the tiny fishing village of Miches) was hundreds of kilometers away from the political madness of the Trujillo regime, the threat of danger was ever-present. Two of Trujillo’s most brutal henchmen had a summer house just a few blocks away from ours. I’d later learn they were responsible for many killings and other atrocities committed against alleged dissidents. And in my own home, the beauty of our surroundings was a juxtaposition to a supposedly happy family unit that fractured after unexpected trauma. It took me years to face the past and tell my own truths about it. One day I just started writing.
How long did it take you to complete this work and when did you know it was ready to be published?
For about 4 years I just wrote a few hours a week (as I was working full-time.) Snippets of childhood experiences and memories became individual stories. I joined some writing groups and those writers encouraged me to turn these into a book. And so, it transformed from a collection of anecdotes into a draft manuscript. Still unsure of whether it (or I) was finished, I put it away in a drawer for several years until finally I felt ready for publication.
What would you say were the hardest and the tenderest aspects to write about and why?
The hardest parts to write involved exposing long-held family secrets. Oddly, some of the tenderest aspects of writing was in actually writing down those truths in all their shame. I also learned to love the scared child that I was so long ago; to tell her it was okay now to stop hiding; it was a cathartic experience. The old saying “The truth shall set you free” made me able to keep going.
Were some of the real-life characters more present than others in your mind? What challenges did you face writing them?
Maybe it is because I’m also a visual artist, and highly sensory, characters sprang to life on their own. I could see the scenes as if in a movie; I could smell my father’s sweat after a long day’s work in the finca. I could almost taste the Bermudez rum that he guzzled at night “to relax” but which turned him into a someone to fear. Multiple images just showed up and guided my writing as if I was painting a picture that was right in front of me.
Did you feel an urge to hide truths as you wrote? Were your relatives aware of what you had set out to do? How challenging was it to embark on such an intimate project?
Yes, it was very tempting to hide truths, because a big part of me felt I was betraying my relatives. When I was young, my family not only made me promise never to tell the truth about certain traumatic events, but I was also instructed to lie to others. Not the best way to raise a child, right? The challenge was that my adult self was still impacted by old fears. At first, the only way I could reveal painful family secrets was to tell myself that no one else would ever have to see my writing except me. I pretended that would be enough.
After the island experience, how did you cope with going back to the USA?
Well, there was not a “going back to USA” as I’d never lived there until I was 18. All my childhood and early teenage memories were of D.R. When I saw pretty pictures in American magazines I wanted to escape from the island (I thought!) and live in one of those lovely homes in a real happy family. But when I did land in Florida at 16 to go to a boarding school, I was entirely an outsider except I got to speak English. I didn’t fit in. My clothes (sewn by Miches seamstress) were all wrong; the popular kids made fun of me. I joined the other “misfits” – some who also came from other countries to study. Slowly I learned how to pretend to be “American.” But the whole experience made me miss my Miches friends. I looked forward to going home for the summers while I finished high school. Little did I know then that a US-led coup to overthrow the Dominican government in 1965 would change my life’s trajectory forever.
Does a part of you feel like an islander? Dominican by upbringing? How has such different upbringing made you feel over the years?
Absolutely. Since I was just six weeks old when we moved to D.R, my entire childhood was as an “islander” – it was all I knew. I grew up on arroz y habichuelas, on aguacates, pescado, dulce de leche, plátanos – y mas. Even as a little girl I danced happily to merengues y guarachas, and the ritmo of Dominican music became an inescapable part of me. So even after my parents eventually sold our property and the finca business, and Miches was no longer home, my soul still clings to a life that can never be again. I have visited Miches several times since I moved to USA and each time I went, I’d see Casalata, our old house made of aluminum. For over 50 years one ever moved into it; it was just used as a storage shed. But on each trip, the property’s caretaker would let me in, and I’d see all my family’s belongings still intact, albeit rotting away. Our DNA was still there; still connecting to what was home.
On one of my last visits to Miches, I climbed through the fence and just sat on the steps of the closed up house for a long time. Later a kid came up to me with a puzzled look, “Señora, excuse me. I don’t understand. You are a gringa and et you talk like us. Are you Michera or Norteamericana?” All I could say was “yes”. Both.
Can you tell us about your writing process?
I schedule time to write when working on a project. I use a laptop; I save drafts and after a day or two I re-read what I’ve done. That helps me find where the writing might be improved or where I missed something. In summary, I’ll work on a piece quite a few times. The trick is to know when it is finished – and that’s not always easy!
What other works have you published and how were they different from your memoir?
I have published essays in literary and travel magazines over the past 25-30 years. In many I wrote on the theme of revisiting roots. This memoir is my first book, but I have contributed stories in others. Most recent are the following books:
My Gutsy Story: Inspirational Short Stories about Taking Chances and Changing Your Life. (2014) Edited by Sonia Marsh.
The Magic of Memoir: Inspiration for the Writing Journey. (2016). Note: This collection also includes essays by Raquel Cepeda, the Dominican/American author of Bird of Paradise, and a story by Elizabeth Gilbert, author of Eat, Pray, Love, among other noted authors.
Wandering in Andalusia: The Soul of Southern Spain (2016) a travel writing anthology. Note: One of my essays in this book was about where Christopher Columbus’ bones really reside – which seems to be a battle between Seville, Domingo, and Havana – all of whom claim to have them.
Art in the Time of Unbearable Crisis (2022): Anthology by women writers on how to keep art or creativity alive in our chaotic world. Proceeds from the book benefit the non-profit World Central Kitchen and its work feeding refugees in Ukraine.
Do you plan on writing fiction? Are there any forthcoming projects?
No plans right now for fiction. My current projects are in the visual arts (drawing, and photography.) I have several exhibitions in local art galleries. However, I expect to travel to D.R. again – and it is possible some new writing will come of that. Especially because of recent events: In the fall of last year (2022), Hurricane Fiona ripped through the Dominican Republic, and Casalata, my beloved Miches childhood home, was completely destroyed. And all those family belongings that endured for over 50 years after our departure from DR were either wrecked or stolen after the hurricane. Seeing the photos of the devastation impacted me more than I ever imagined. Our family DNA may be gone with the wind, but perhaps there will be more to tell….