Entrevista a Ángel Sánchez “Volviendo la vista atrás he de reconocer que ha valido la pena quedarme en las Islas”

Ángel Sánchez responde desde la isla de Gran Canaria a una entrevista a fondo con la Revista Trasdemar: la génesis del escritor y sus influencias, el reconocimiento en la poesía visual, la mirada a las vanguardias y la cultura canaria, el papel de la novela y el oficio de la traducción.
Ángel Sánchez Rivero (Gáldar, 1943)

Presentamos en la Revista Trasdemar una entrevista a fondo con Ángel Sánchez, Premio Canarias de Literatura. Escritor, poeta visual, ensayista y traductor, es Miembro de la Academia Canaria de la Lengua

Nuestro demostrado cosmopolitismo y la ventajosa condición tricontinental que nos caracterizan no han sido aprovechadas debidamente, para que el mundo sepa que Canarias no es sólo un paraíso climático, un importante enclave turístico, una espléndida tierra de playas, volcanes, parques naturales, senderismo y gente amable y acogedora.

ÁNGEL SÁNCHEZ

En 2007 el sello Ediciones Idea, de Santa Cruz de Tenerife, publica los volúmenes de Poesía reunida. Memorial de derrotas (1967-1982) y Paisaje sucesivo (1983-2007) que se unen a Flexiones / Travesía (1979-1985) de finales de los ochenta. Tenemos constancia de su producción poética desde la edición en 1967 junto a Aníbal Núñez de 29 poemas en Salamanca, hasta muchos otros títulos de su trayectoria lírica que han gozado de reconocimiento como Caleton Point, Parches, Teoría y práctica de vuelo o Manual de supervivencia / Yoduro de sangre, con prólogo de José-Miguel Ullán. Háblenos para comenzar de su vocación creativa, de la génesis del poeta en los años de su periplo como estudiante en Salamanca y la travesía por Francia o Alemania a lo largo de su formación académica universitaria.

Mi vocación creativa surge indudablemente del hecho de ser un ávido lector desde niño porque mis padres, maestros de escuela, tenían una excelente biblioteca y por instinto empecé a leer lo que encontraba más accesible a mi poca edad (12 o 13 años), es decir: Julio Verne, Salgari, Alejandro Dumas, Las Mil y Una noches, Zane Grey, enciclopedias, comics y el periódico que compraba diariamente mi padre, que por entonces hablaba de la guerra de Corea. En cuanto a la poesía, entró en mí memorizando los poemas que me enseñaba mi madre: la Sonatina de Rubén Darío, romances de Zorrilla y alguno de Tomás Morales. También escuchaba mucho la radio y copiaba la letra de las canciones de moda: copla española, boleros, corridos, rancheras y zarzuela. En el colegio de Gáldar (Gran Canaria), donde estudiaba mis primeros años de Bachillerato, los sucesivos profesores de Lengua y Literatura ponían a mis redacciones la máxima calificación y me llegaron a decir que yo iba para escritor, porque tenía soltura e imaginación. Escribí mis primeros poemas estudiando los años iniciales de la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna (Tenerife), habiendo ya leído a Rilke, Brecht, Baudelaire, Supervielle y Rimbaud en su lengua original, y descubriendo por entonces a Machado, César Vallejo y Miguel Hernández. Pero no se los enseñaba a nadie, por timidez, aunque mis compañeros de Colegio Mayor eran Eugenio Padorno, Alberto Pizarro y Jorge Rodríguez Padrón, todos ellos poetas.

Ya en Salamanca, estudiando en su prestigiosa Universidad Filología Moderna, tenía como compañero de curso a Aníbal Núñez, nos hicimos muy amigos y él descubrió que yo escribía. También él lo hacía, pintaba y hacía grabados, porque estudió arte en la escuela salmantina de San Eloy. Tocaba la guitarra y cantábamos canciones de Joan Baez. Pete Seeger y Bob Dylan, porque estábamos en la misma onda cultural, subversiva con la dictadura franquista y éramos definidamente izquierdistas. Como su padre tenía una imprenta fue él quien nos facilitó la impresión de nuestro primer libro (“29 Poemas”), en edición de 500 ejemplares, que se vendían a 5 pesetas el ejemplar. Lo mandamos a varios críticos y nos hicieron críticas favorables en prensa local y en revistas. Se da la circunstancia de que el obrero tipógrafo que compuso nuestro libro en regleta, a la antigua usanza, era un tal señor Guillén, que fue compañero de celda de Miguel Hernández, y recordaba con lágrimas en los ojos el día que lo sacaron de la celda ya enfermo. Un detalle que he contado alguna vez y que me une indirectamente a mi admirado poeta, el pastor de Orihuela vilmente asesinado por el bando triunfante en la Guerra Incivil española.

Tanto en la Universidad de Salamanca como en un stage veraniego que hice en la de Grenoble estudié a fondo las literaturas española, francesa y alemana, y quedé prendado de Rimbaud, Hölderlin y sobre todo del expresionista Georg Trakl, a quien empecé metódicamente a traducir. Un poeta muy marcante en mi currículo, como César Vallejo y san Juan de la Cruz, cúspide de la poesía en castellano, si bien los poetas contemporáneos, Ángel González, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Carlos Sahagún, Blas de Otero y Agustín García Calvo no me eran indiferentes. Aunque yo ya era un afrancesado y Guillaume Apollinaire era mi modelo, tanto en la poesía discursiva como en la visual, cuando descubrí sus Caligramas. Ya estudiando en París pude hacerme con ediciones de poesía latinoamericana y me encandilaron Lezama Lima, José Zacarías Tallet, Oliverio Girondo, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, el gran Borges, Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz, José Martí, Mario Benedetti, Pablo Neruda, y cantautores como Atahualpa Yupanqui, José Alfredo Jiménez y la inmensa Violeta Parra, por quien siento una especial adoración.


De igual modo, en la poesía visual ha logrado un prestigio internacional como exponente de este género híbrido entre imagen y palabra, junto a otras referencias como Juan Eduardo Cirlot o el Grupo ZAJ, usted forma parte de una constelación de autores desde hace 50 años que han puesto de relieve una forma experimental de creación. ¿Cuál ha sido el latido y la perspectiva de su actividad en el campo de la poesía concreta y visual? Tenemos una nómina de títulos que abarcan desde 1974, con la aparición de 36 picto-tipografías, hasta catálogos múltiples de su Obra Visual editados por lugares como La Regenta, Galería de arte Murnó o el Centro Insular de Cultura del Cabildo en Gran Canaria.

Mi inmersión en la poesía visual se remonta a la habilidad manual que he tenido desde mi infancia en razón de las manualidades que mi padre me enseñaba por las tardes en casa: recortables para construir casas, aviones, barcos, soldados, y la soltura que cogí con tijera y pegamento. Por el uso de las manos llegan inputs de creatividad que afortunadamente no me han abandonado hasta mi avanzada edad. El instinto del juego – puesto que la poesía visual siempre es un juego – me llevaba a recortar imágenes de periódicos, revistas y comics acumulando un archivo que aún conservo. Pero el primer descubrimiento de poemas visuales se produjo cuando a los 16 años, estudiando en la Alianza Francesa de Las Palmas de Gran Canaria me encuentro en su espléndida biblioteca un livre de poche con poemas de Guillaume Apollinaire, sus Caligramas (1918). Me fascinaron porque caí en la cuenta de que se podía escribir no sólo linealmente, sino en forma de dibujos tanto orgánicos como meramente simbólicos, con una originalidad que no conocía hasta entonces.

Tengo pues a Apollinaire como mi padrino de bautismo en la visualización poética, aunque también admiro su poesía discursiva, tanto que tengo a su poema Zone como un influyente modelo en mi producción discursiva posterior: esa soltura en contar las cosas de modo automático, en un bloque compacto. El siguiente paso tuvo lugar en Salamanca, siendo ya veinteañero, cuando me dio por recortar las letras grandes de los periódicos e irlas pegando en folios, como formando dibujos o columnas. Descubrí entonces en una librería los transfers (letras adhesivas) que usaban los aparejadores y arquitectos, donde también se incluían alfabetos diferentes al latino, sobre todo el chino, y figuras de mobiliario. Compré pues esas planillas y a ratos perdidos de mis estudios me puse a jugar con un material tan novedoso y práctico, Cuando mi amigo Aníbal Núñez los vio me dijo que aquello era ‘poesía visual’, un género creativo bastante extendido en el mundo, si bien minoritario, por su asignificancia. Le interesaron y me dijo que en Salamanca había una colección donde podría publicarlos, por lo que me puso en contacto con Mari Carmen de Célis, quien llevaba una colección llamada ‘los zapatos del ciempiés’, y además que nuestro común amigo José Miguel Ullán (que acababa de exiliarse en París) podría ampliar mis conocimientos, porque él mismo la practicaba. Contacté pues con aquella chica y planeamos la edición de mi primer libro visual, titulándolo pasa-la-bola (1974), por un capricho dadaísta de atrapar un coloquialismo. Se publicaron 500 ejemplares, por cuenta del autor, en la imprenta Cervantes, con una ingeniosa portada con una caja de tipografía que me confeccionó el padre de Aníbal, Pepe Núñez Larraz, impresor, valioso fotógrafo y entrañable y recordado amigo.

Me quedé con la mitad de la edición, pero no se pusieron a la venta, porque las librerías salmantinas decían que aquello era muy extraño e invendible. Me llevé los paquetes a Las Palmas en mi siguiente vuelta a la casa familiar y yo mismo se lo llevé a los libreros, porque como ya era conocido me lo aceptaron. Todavía me quedan paquetes de aquella edición, una reliquia que algún día llegará a ojos lectores. Este libro tiene la particularidad de incluir recortes de imágenes y algunos poemas hechos a mano, con rotring, una herramienta que me ha acompañado muchísimos años, desplazando a la habitual tinta china que utilizaba en mis dibujos. Desde el principio de mi andadura visual he acudido a la imagen impresa como una utilidad más, con el riesgo de que esta aportación le dé significado al poema, lo que no deseo en absoluto. Pero siempre ha sido una pulsión irresistible, porque como me he educado viendo imágenes éstas se cuelan para complementar a la tipografía, que es la principal fuente de composición: el letrismo.

Progresivamente fui conociendo la existencia de núcleos importantes de poesía visual, como eran los brasileños que colaboraban en la revista NOIGAMBRES, esto es: Augusto y Haroldo de Campos y Dacio Pignatari, así como la existencia de Huidobro, un antecedente muy valioso al que desconocía. También la existencia de la konkrete poesie alemana y los textos teóricos de Eugen Gomringer. Un descubrimiento decisivo para consolidar mi estilística, porque vi cierta afinidad con lo que hacían estos poetas, y de ellos aprendí recursos que asimilar a mi obra. La poesía concreta alemana tiene pues un lugar muy destacado en mi modo de visualizar. Seguí luego conociendo la obra de Juan Eduardo Cirlot y la de Joan Brossa, a quien considero la cumbre de la poesía visual española, por su absoluta originalidad y el rejo crítico que tienen muchos de sus poemas. Tanto es así que me compré varios poemas suyos en la editorial POLÍGRAFA de Barcelona y los conservo como un tesoro del gran Maestro, de quien tanto hemos aprendido los poetas visuales.

Otra fuente informativa y formativa fue Juan Hidaldo y el grupo ZAJ, cuando a principios de los años 70 me lo presentaron y nos hicimos amigos, cruzando incluso correspondencia con él cuando vivía en Milán. Siempre lo he tenido como un auténtico Maestro por su ejemplo vital, su ética de la libertad, su práctica del zen, la interdisciplinariedad que practicaba ente la música y las performances, las cuales tuve ocasión de ver en sus estancias en Las Palmas, que nos dejaron asombrados, porque nunca habíamos visto a un artista tan singular y subversivo de todas las normas establecidas de creación. Hidalgo ha sido decisivo en mi concepción del mundo, comparto su ideario anarquista y tuve la inmensa suerte de tener su afecto y su estímulo en mi obra y en mi forma de vivir independiente. Fue él quien me dio a conocer los Mesostics de su maestro y amigo el norteamericano John Cage, juegos de letras que seguían el rumbo de mi obra letrista. Empecé a comprar cassetes de la música de Cage, me leí su libro Silencio y estando en París tuve la suerte de asistir a un concierto del pianista David Tudor interpretando sus obras. Debo añadir que Hidalgo me mimaba, pues me regaló su libro Viaje a Argel , los discos Tamarán y Rose Sélavy, así como partituras y tarjetas de sus performances por toda Europa, que fueron numerosísimas.

Tuve la suerte de compartir una exposición con él y con nuestro común amigo el pintor Paco Juan Déniz en una vieja casa a la entrada de Tejeda (Gran Canaria), donde expuso una obra llamada Volcán, la cual consistía en un brasero rodeado de sillas como formando un volcán, indudable referencia a nuestro origen geológico. Los poemas que expuse allí los he perdido, uno de ellos quedó colgado en la pared de mi Seminario en la Universidad Laboral y si de milagro no lo han tirado y se conserva sería una tremenda alegría, porque no he vuelto por mi centro de trabajo desde mi jubilación en 2003, aunque podría describir perfectamente su contenido. En el año 1999 un grupo de artistas de Gran Canaria fundó AICAV (Asociación Islas Canarias de Artistas Visuales), sin patrocinio de ninguna institución, con el objetivo de defender los derechos y las aspiraciones de los creadores. A mí me acogieron como poeta visual, y dado que era el mayor del grupo y que tenía ya cierto prestigio en el mundo cultural me nombraron como su primer presidente. Pensando en un modo de cohesionar al grupo se me ocurrió la idea de organizar anualmente un seminario formativo y de convivencia en un maravilloso lugar de Valleseco al pie del Pico Ossorio, en una instalación del Cabildo Insular de Gran Canaria llamado Aula Laurisilva, que conseguimos para un seminario al que llamé El Arte de Pensar, donde el primer año lo dediqué a dar a conocer a los compañeros y compañeras una figura tan básica como es Walter Benjamin. Preparé cuidadosamente documentación sobre su obra y confeccioné un libreto que sería entregado a cada uno de los asistentes.

Fue una experiencia muy compensadora, con una buena cocinera, aunque durmiéramos en unos barracones bastante fríos. Se hizo una excursión al Pico Ossorio guiada por un naturalista que les iba explicando las características geomórficas, la flora y la fauna de aquel hermoso lugar, aunque yo no pude acompañarlos, dado mi estado físico, que no me permitía caminar tanto. En su ausencia me dedicaba a preparar la siguiente charla y a contemplar una planta de acanto, la cual veía por primera vez, y es la que figura en los capiteles de las columnas griegas. Todo esto viene a cuento de que uno de esos años fue Juan Hidaldo el ponente del seminario, donde nos expuso con detalle su periplo vital, formativo, ilustrando con proyecciones su obra, y estableciendo animadas charlas con los que asistíamos. Desde entonces la huella de Juan Hidalgo ha quedado marcada a fuego en cada uno de nosotros como un ejemplo de humilde sabiduría, liberación personal y una creatividad que, aunque heredera de Fluxus, supo despegarse y avanzar de modo prodigioso para llegar a ser un personaje importantísimo en las vanguardias del s. XX, al principio acompañado por Walter Marchetti y Esther Ferrer, y luego de modo individual. Cuando se vino a residir en la isla compró una casa rústica en una ladera de Ayacata (Tirajana, Gran Canaria) y allí iba a visitarlo, admirando lo que hacía y escuchando su palabra como un atento discípulo hace con su Maestro. Dada nuestra admiración por él, AICAV organizó una exposición colectiva titulada Pasión por Juan Hidalgo y en la que mi contribución fue la serie de poesía visual titulada Poema Vizaj.

El resto de mi trayecto como poeta visual es conocido en mi currículo: libros, exposiciones, coloquios con estudiantes y la suerte de encontrarme con José Antonio Sarmiento, un artista grancanario que propició la exposición de mis poemas en una galería de París, en varias revistas europeas y sobre todo el ser incluido con 8 poemas en una exposición que comisarió para el Instituto Cervantes de Madrid y que rotaría durante cuatro años por numerosas sedes de esta institución por países de Europa, América y África. Es un gran conocedor y admirador de mi obra, como yo de la suya, y se da la circunstancia de que llegamos a exponer juntos en la Galería MurNó de La Laguna (Tenerife), él con una obra sonora y yo con poemas visuales. Este personaje ha hecho una labor extraordinariamente meritoria con publicaciones, una colección de arte sonoro, e inventando una asignatura sobre nuevos comportamientos artísticos como profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha (Cuenca). En un nombre a tener en cuenta entre los canarios que hemos abierto brechas en el activismo creativo, aunque aquí en su tierra natal sea un perfecto desconocido, lo que es de lamentar. Tampoco Sarmiento ha mostrado interés en darse a conocer entre nosotros, y no creo que venga a pasar aquí sus últimos días, como hizo Hidalgo. Yo le debo mucha gratitud y afecto y así lo hago constar aquí.


En su actividad intelectual se encuentran diferentes dedicaciones donde la reflexión sobre la identidad canaria ha sido una constante, con sus incursiones en la iconografía y en la etnolingüística, el estudio de la arquitectura y el dialecto del habla canaria. También ha seguido muy de cerca en la investigación a referentes vitales de la vanguardia insular, como la Revista Gaceta de Arte y a cuidado ediciones de autores como Bartolomé Cairasco o Domingo López Torres. ¿Qué puede decir tras décadas de meditación sobre la cultura canaria, teniendo en cuenta el fenómeno de la globalización y los derroteros de la posmodernidad? ¿Cuáles son los ejes de su propuesta de interpretación sobre la criollidad y el mestizaje de la identidad insular que han sido formulados de modo manifiesto en su escritura ensayística?

Efectivamente, mi insaciable curiosidad por conocer la realidad del mundo en el que vivo, leerlo con mirada crítica y tratar de interpretarlo con la posibilidad de sacar de ello conclusiones teórico-prácticas me ha conducido por diversos derroteros donde ir penetrando con las armas de las que dispongo: mis conocimientos, buscar información, hacerme con una potente biblioteca de 14.000 volúmenes (incluyendo la hemeroteca), viajar mucho entre las Islas, encuestar a los informantes adecuados, aprender mucho de mis colegas de inquietudes e irlo dejando todo ello en libros. Tuve la ocasión de quedarme como profesor en Salamanca o en París, pero viendo el giro que iba tomando la cambiante realidad insular decidí que mi destino era venirme a cualquier instituto y hacer mi trabajo de investigación con mi gente. La aculturación que había traído la industria turística había modificado y alterado aquel modelo de subdesarrollo que dejé atrás cuando me fui a estudiar fuera.

Mis primeras aproximaciones a los objetivos que me propuse están en el volumen Ensayos sobre cultura canaria (1983), pero aunque eran las de un diletante en diversos campos de la realidad archipelágica, el libro causó cierto revuelo de elogios y también de críticas, porque en él fustigaba al nacionalismo guanchista y desnortado que empezaba a surgir después de llegada la democracia al país. Centrarme en la identidad canaria era mi objetivo preferente, y a ello he dedicado todo mi esfuerzo diario tantos años ya. La he leído auxiliado por la Antropología Cultural y Social, la Etnografía, la Dialectología y la Iconografía, mis materiales de base curricular. He observado que la personalidad de mis paisanos es compleja, pues a pesar del progreso económico derivado de la industria turística siguen vivas las constantes negativas de la psiquis insular: el aplatanamiento, el complejo de inferioridad, la sumisión al cacicato aún vigente, y el escaso nivel cultural de la mayoría de la población. Las enseñanzas de Manuel Alemán en su libro Psicología del hombre canario fueron una base teórica sobre la que avanzar, tanto de modo teórico como en la praxis sobre campos específicos. Observo que no se asume la condición criolla, que somos étnicamente la amalgama de muchos pueblos que se han ido mesturando con la etnia amazig de origen, y ello desde la llegada de Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle en 1402 hasta la actualidad, con la emigración que llega en pateras diariamente, y en preocupante aumento, a nuestras costas, con la emigración de gentes venidas de Europa, de Latinoamérica y del Oriente Medio, indostánicos, saharahuis, guineanos, etc.

La realidad es que somos uno de los pueblos más mestizos que puedan existir; pero tengo la impresión de que los hechos van convenciendo a la población de que somos mestizos, generalmente en buena convivencia, y que debemos presumir de ser una especie de laboratorio donde ha ocurrido lo que terminará globalizándose, porque el futuro de la humanidad es imparablemente mestizo: se impondrá la raza humana y se irá diluyendo la vieja clasificación por razas. Aquí se ha vivido una historia bastante singular: colonización exterminadora, evangelizadora, depredadora sistemática de lo existente, esclavizadora, emigrante a la fuerza, llena de invasiones, enfermedades, miedos, analfabetismo y sumisión al Poder y a los poderosos locales. El llamado ‘pleito insular’ y la rivalidad entre las dos islas capitalinas (Gran Canaria y Tenerife) no acaba por resolverse: todavía hay reticencias a las partidas presupuestarias que los diferentes gobiernos autónomos destinan a cada provincia, hacia el cupo correspondiente a cada Isla llegado el momento de votar, corrupción, droga por espuertas, paro, y desconcierto y desesperanza después de la crisis financiera de 2008, y mucho más ahora con el pánico existente por la pandemia del maldito Covid, que ha cambiado totalmente nuestras vidas, nuestro trabajo, el modelo relacional, y no se ve el final a la situación después del último rebrote. Sufrimos pues una profunda crisis, y económicamente acaso la más grave de nuestra historia. No quisiera ser tan pesimista, pero conociendo el modelo educativo como lo conozco después de 30 años como docente, me temo que si no mejora, la formación de nuestra juventud se volverá más precaria, porque los jóvenes no se comportan en las aulas con el respeto de antaño hacia sus profesores y condiscípulos, no ven un futuro adecuado a la titulación que lleguen a alcanzar, ya no leen, y la digitalización, la informática y las redes sociales se imponen como modelo cognitivo y relacional.

Pues si bien la globalización es un avance, no toda la población asimila sus ventajas, y seguimos quedándonos en lo superficial, la tecnología, los móviles y el teclado de nuestros ordenadores. ¿La posmodernidad ? De acuerdo, pero mal asumida. Radicalmente crítico con tal panorama, mis escritos y entrevistas reflejan estas líneas de pensamiento regenerador de tantas lagunas para que nuestro futuro como pueblo no empeore. En los últimos años me preocupa el abandono de las tierras en el campo, y el más que demostrado cambio climático. Evidentemente, siempre he sido más apocalíptico que integrado, pero hago esfuerzos por no hundirme en el pesimismo, y a falta de rezar, pienso y escribo. No sé hacer otra cosa; si acaso contaminar, ideologizar a quienes trato, intelectuales y gente sencilla, de que hay que sacar fuerza de flaqueza, y luchar por un mundo mejor, sobreponiéndose al individualismo y a la táctica del avestruz, para levantar nuestra Patria Canaria del decaimiento tan palpable como descorazonador, la verdad sea dicha. Esto es materia esencial en mis artículos, coloquios y conferencias. Nada de bajar la guardia, luchar con uñas y dientes para que haya un futuro mejor. Educación, educación, educación.


Otra de las facetas definitorias de su personalidad creativa ha sido la narrativa, en libros como Gadifer, La mar se mueve, Caliban o Cuchillo criollo resalta la pluralidad de voces y el buceo experimental de su prosa que tiene mayormente un trasfondo insular. Nos encontramos en una nueva era signada por el impacto de las nuevas tecnologías y la sociedad de la información. ¿Qué papel ocupa la novela en su obra literaria, cuál es el detonante vital que le motiva a incursionar en la narrativa y que opinión conserva sobre el estatus de la literaria canaria en su devenir histórico? Nos gustaría que mencione alguna novela de las islas que para usted haya sido decisiva como lector

Mi obra narrativa empieza con Unos cuantos cuentos, publicado a cuenta de autor. Sigue luego La mar se mueve (2005), una novela bastante desconocida porque no fue puesta a la venta en librerías. Tanto el escenario como el argumento de las mismas ha sido la realidad insular, que conozco suficientemente bien como para bucear en ella con holgura, soltura y naturalidad. El detonante vital para escribir prosa es procurar dar vida a escenarios, personajes y situaciones que reflejen la vida de mis paisanos, usando el dialecto sin reparo alguno, porque es mi lengua madre. Ahí reside uno de los posibles méritos de mis novelas: contar con sencillez y buen estilo nuestra realidad en el s. XX, o la de otros tiempos (Gadifer y Cenizas del paraíso). Como escribió mi admirado Stendhal: la novela es un espejo puesto en un camino que refleja lo que por allí pasa. Esa ha sido mi elección, pero entiendo que mi vocación de antropólogo se refleja claramente en mi prosa narrativa, porque los parámetros estéticos que manejo no pueden obviar la cognición que tengo de nuestro paisanaje. Así lo ha visto la crítica y lleva toda la razón. Pero también existe la pura inventiva, y en ella me he movido como pez en el agua, dando vida a personas, situaciones y ambientes que son una mestura de realidad y ficción.

Es así como se escribe una novela: se cuenta lo que se conoce, pero pareciera como si los personajes me fueran guiando según su voluntad y sean finalmente ellos quienes escriben. En cuanto al estatus de la novela canaria en su devenir histórico puedo decir que en Canarias se han escrito grandes novelas y cuentos. Si se me pidiera citar preferencias citaría La lapa de Ángel Guerra, Crimen de Agustín Espinosa, Smoking room de Alonso Quesada, Faycan de Víctor Doreste, todo lo que han escrito Rafael Arozarena, Isaac de Vega, Antonio Bermejo, Ignacio Gaspar, Víctor Álamo de la Rosa, El rabo del ciclón de Félix Hormiga, Cada cual arrastra su sombra y Cuentos Cobardes, de Víctor Ramírez y algunas de Santiago Ríos. Pero hay muchos otr@s a quienes admiro, pero no me vienen ahora a la memoria. Pero la decisiva fue Crimen de Espinosa, la mejor novela surrealista escrita en castellano.


Y finalmente, por su condición de políglota, ha desarrollado una interesante labor de traducción, desde los tiempos de la revista Fablas ha tenido una sensibilidad especial hacia la literatura alemana, con nombres que han ocupado su atención filológica de la talla de Georg Trakl, Gottfried Benn, Ingeborg Bachmann o Hans Magnus Enzensberger. ¿Qué puede constarnos sobre esta faceta de la traducción? Tras su largo itinerario por países europeos recala en las islas nuevamente para ejercer como profesor en la Universidad Laboral de Las Palmas de Gran Canaria hasta su jubilación. ¿Qué opina sobre la huella de la condición ultraperiférica de las islas en el panorama cultural contemporáneo, será posible encontrar nuevos horizontes para el cosmopolitismo y la universalidad?

En cuanto a mi faceta como traductor, empecé muy joven, una vez dominados con soltura el francés, el alemán y el inglés. Empecé con Apollinaire, Pierre Reverdy, Jules Supervieille, Rainer M. Rilke, Bertolt Brecht, Enzensberger, Gottfried Benn, Ingeborg Bachmann, Gerard Manley Hopkins, Allen Ginsberg, Paul Celan, etc., pero me concentré en Georg Trakl, una suerte de epifanía por su doliente y puro lirismo, una llama que no se ha extinguido, porque lo releo con asiduidad y penetró en mi como una influencia decisiva en mi quehacer poético. Traducir es un ejercicio delicado que precisa concentración, precisión y adecuación al espíritu del original. Cuando descubrí al poeta occitano Joë Bousquet me concentré en traducir su libro de poemas La Connaissance du soir (El conocimiento de la tarde), que tengo inédito, tras fracasar en las propuestas que he hecho a las editoriales españolas de poesía, porque no es fácil desde la ultraperiferia buscarse un editor que comprenda que es un autor absolutamente inédito en nuestra lengua. Tuve la enorme suerte de que mi amigo José Miguel Ullán me enviara al Sahara, durante mi servicio militar, un ejemplar de la primera edición de 1945, editada en París por Gallimard NRF, y me concentré ávidamente en traducirlo e ir haciéndome con las demás obras de este prodigioso autor, que vivía en Carcassonne (Provenza), postrado en una cama casi toda su vida por una herida de bala alemana recibida en la Iª Guerra Mundial.

Es curioso que mis dos poetas fetiches como traductor hayan sido personas sufrientes, como yo mismo, aquejado como estoy de una enfermedad que me ha dejado con movilidad reducida, caminando con un bastón, y desplazándome en silla de ruedas cuando salgo de casa. ¿Afinidad electiva o premonición? Acaso ninguna de las dos, puro azar. Si leer poesía enseña mucho, traducirla con habilidad y competencia siempre es un desafío, porque hay que sintonizar con la obra de ese autor para buscar las correspondencias estilísticas y sintácticas para que el resultado me convenza, y también a los lectores y lectoras. En Canarias se traduce en un grado óptimo desde que se creó en la Facultad de Filosofía y Letras de La Laguna el Taller de Traducción, una brillante idea del catedrático, escritor y Dr. Andrés Sánchez Robayna, quien formó hace años un grupo de traductores entre sus alumnos canarios y extranjeros, abarcando los idiomas europeos, incluidos el serbio, el croata, el esloveno y los de los países nórdicos. Y es que con las becas Erasmus han venido a estudiar alumnos de muchas nacionalidades, han llegado a dominar nuestro idioma y el Dr. Sánchez Robayna les ha infundido su reconocido magisterio en la teoría y la práctica de la traducción de poesía. Editan periódicamente un boletín con los resultados de esta labor, que desconozco si se pone en venta en librerías, pero que yo recibo, leo y colecciono, admirado de ver como sucesivas promociones de sus alumnos se van turnando en formar una escuela de traductores que debería ser conocida nacional e internacionalmente por su aquilatada perfección.

Con respecto a la huella de la condición ultraperiférica de las Islas en el panorama cultural contemporánea, me viene a la mente aquel tiempo en que la revista tinerfeña gaceta de arte llevó a cabo un magnífico trabajo de extraversión, expansión e interconexión con el resto del mundo, dando a conocer autores y temas isleños al ancho mundo y trayendo la modernidad a las Islas. Desgraciadamente, ya se conoce cómo la empresa fue abortada por los fascistas que ganaron la Guerra Incivil española, y si bien este fluido de universalidad ha calado en bastantes creadores canarios, entre los que me encuentro, no han habido posteriormente empresas de aquel calibre, tan sólo individualidades que han salido de las Islas (Millares, Padorno, Chirino, Jorge Rodríguez Padrón, Juan Cruz, Cataño) para romper el enclaustramiento de nuestra condición insular.

En general, la creatividad de los canarios y canarias es bastante desconocida en la Península y en el extranjero, salvo ciertas individualidades que han buscado proyección y residencia en otros continentes. Encontrar otros horizontes para el cosmopolitismo y la universalidad lo veo bastante problemático, porque tanto las instituciones como la iniciativa empresarial, tienen a la cultura como el patito feo en cuanto a iniciativas, proyectos y presupuestos para proyectar lo nuestro fuera de los límites del Archipiélago. Nuestro demostrado cosmopolitismo y la ventajosa condición tricontinental que nos caracterizan no han sido aprovechadas debidamente, para que el mundo sepa que Canarias no es sólo un paraíso climático, un importante enclave turístico, una espléndida tierra de playas, volcanes, parques naturales, senderismo y gente amable y acogedora. Tal vez sea el arte la faceta más favorecida, por la existencia del CAAM en Las Palmas de Gran Canaria y el TEA en Santa Cruz de Tenerife, quienes han aportado novedades informativas y formativas en ese terreno. Pero si en las propias Islas estamos lejos de la normalización de los bienes patrimoniales y culturales como una marca identitaria categórica que hay que defender, conservar y potenciar en su auténtico valor no parece fácil que podamos exportar nuestra marca Canarias sin apoyaturas de cualquier tipo.


En 2018 recibe el galardón del Premio Canarias de Literatura, que se une a otros reconocimientos honoríficos como el Can de Plata de las Artes del Cabildo de Gran Canaria y la condición de Hijo Adoptivo del municipio de Valleseco, lugar de su residencia habitual. Estas distinciones se complementan además con el reconocimiento de la ciudad de Gáldar con la que comparte un vínculo afectico especial, en este año se cumple allí el Centenario del pintor Antonio Padrón con quien mantuvo una relación de amistad. ¿Qué ocupación tiene en la actualidad tras los premios y los galardones que ha recibido de forma unánime en esta etapa de madurez en su obra creativa? ¿Al volver la vista atrás que se siente sobre el transcurso del tiempo en una isla como Gran Canaria, que ha sido puerto trasatlántico en la modernidad y destino del turismo de masas? ¿Qué parte de su obra cree que tendrá mayor influjo para las generaciones venideras? Muchas gracias

Tras esa avalancha de reconocimientos, y además la de ser recibido como miembro de número de la Academia Canaria de la Lengua (que ha publicado un volumen antológico de mi obra poética recientemente), me siento feliz y muy agradecido, porque de algún modo se percibe que no he trabajado en vano tantos años. También percibo que tengo muchos lectores y lectoras que me siguen, aprecian mi escritura, percibo la admiración, el cariño y la amistad de muchas personas que me visitan en mi retiro montuno, y eso me anima a seguir adelante incansablemente en mi tarea vocacional. Actualmente trabajo en la reconversión digital de todos los ensayos sobre Etnolingüística aplicada al dialecto canario, en mis Memorias y en una nueva novela que trata de los isleños que en el año 1792 fueron trasladados a la Luisiana ya española como tropa para defenderla de las pretensiones de los EE. UU de anexionarse aquel estado, y para colonizarla como granjeros, tramperos y pescadores en el delta del rio Mississipi, trabajo en el que llevo cinco años avanzando lentamente, porque quisiera conseguir un resultado que imbricara una línea argumental poblada de personajes y sucesos, siempre siguiendo la enorme información bibliográfica histórica que he ido obteniendo. Espero la publicación de mi último poemario y los tres volúmenes de iconografía titulados El Signo Insular, Materiales sobre iconografía Canaria, que publicará el Cabildo Insular de Gran Canaria, y una exposición antológica de mi poesía visual que se llevará a cabo en el CAAM de Las Palmas de Gran Canaria a principios del próximo mes de diciembre.

Volviendo la vista atrás he de reconocer que ha valido la pena quedarme en las Islas porque así las he conocido mejor y también a mí mismo. He procurado hacer inmersiones en los campos donde me he sentido más capacitado, y confío en que algo de lo que he escrito sirva para que mis contemporáneos se decidan a leer la realidad insular con mirada crítica y regeneradora, y que las generaciones futuras (si el hábito de la lectura no es eliminado de su modelo de civilización) vean en algo de lo que he escrito el latir del s. XX visto por alguien que ha utilizado la objetividad y el sentimiento patrio de modo simultáneo en cuanto ha hecho. Naturalmente desconozco qué parte de mi obra influirá en las generaciones venideras, pero tengo la esperanza de que sea el bloque entero de cuanto hice. Pues en realidad no escribo para mí, sino para los lectores y lectoras. Yo sólo he sido un obrero del conocimiento que ha vehiculado lo aprendido en mi vida en libros, y lo sirvo a los ojos lectores por si pudiera ser de alguna utilidad para que lo nuestro sobreviva con integridad y amejoramiento después de estos años convulsos y difíciles con los que hemos empezado el s. XXI. Muchas gracias a Trasdemar por la oportunidad que me han ofrecido para difundir mi trabajo.


Un comentario

  1. Nunca suficientemente valorado, Ángel Sánchez es un -podríamos decir- último renacentista de las islas. Se ha interesado por autores prácticamente desconocidos y su obra poética sigue siendo un signo de modernidad. Cada vez que recalo en algunos de sus libros siento que el poeta es capaz de hablarme de las cosas más nimias con absoluto dominio poético.

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