“Archipiélago, islas seguras para la literatura” Talleres en el caribe mexicano

En la Revista Trasdemar difundimos la creación literaria contemporánea del Caribe
Logo de Archipiélago: talleres de literatura,
creado por el artista visual Canto (1996)

Desde la Revista Trasdemar difundimos la convocatoria de los nuevos talleres de literatura impulsados por nuestros colaboradores David Anuar (Cancún, 1989) y Mauro Barea (Cancún, 1981) bajo la denominación “Archipiélago“, un espacio de confluencia cultural que desde la poesía, el cuento y la novela incentivan la participación y la creatividad literaria en el caribe mexicano. Con motivo de nuestro tercer aniversario impulsamos el reconocimiento a los proyectos de innovación y de fomento de la lectura y la escritura en el panorama contemporáneo internacional

Archipiélago es una comunidad de talleres de literatura multigrupales y permanentes (su término será cuando todas las islas queden deshabitadas y regresen a las profundidades del mar). Cada taller, conformado por máximo 10 personas, es una isla que pertenece a una comunidad de escritura mayor, el archipiélago. La idea de cada grupo pequeño es crear vínculos entre los participantes, generar un acompañamiento en esa actividad que por definición es solitaria: la escritura.

«La Real Academia Española (RAE) define al archipiélago como “un conjunto, generalmente numeroso, de islas agrupadas en una superficie más o menos extensa de mar”. El día de hoy, nacen en la superficie de nuestro mar archipielaguense cuatro nuevas islas con vocaciones narrativas».

Así inicia la invitación que da pie a una nueva etapa de este proyecto de taller literario dirigido por el poeta y dramaturgo David Anuar (Cancún, 1989), un taller que hasta ahora se enfocaba únicamente en el estudio de la poesía; sin embargo, con esta buena nueva, ahora sabemos que en octubre Archipiélago dará un paso para expandirse y llevar el conocimiento a nuevas áreas de la literatura. Será su coterráneo escritor Mauro Barea (Cancún, 1981) quien coordinará los talleres de cuento y novela que surgirán en estas nuevas islas.

Además de la incorporación del ala narrativa a la oferta de Archipiélago y el cambio de nombre de “taller de poesía” a “talleres de literatura”, también se suma un cambio de imagen, pues el proyecto estrena un logo creado por el joven artista visual Canto (Mérida, 1996). El artista comenta: «Para crear la identidad de marca jugamos con varias ideas como la tinta, la escritura, la caligrafía, la forma de la letra a, todo lo asociado a lo marítimo como islas y creaturas marinas, un diálogo entre los componentes del logo que sugirieran la idea del archipiélago, y todo ello con un estilo de figuras orgánicas».

David Anuar confiesa que siempre ha luchado con la narrativa: «Para mí sería imposible dar un taller de narrativa, sería traicionar lo que soy, sería como ir a dormir a una casa ajena en una cama que no es la mía; en el pasado gané algunos premios de cuento corto, que eran más poemas que otra cosa; también tuve el atrevimiento de publicar un libro de minificciones y por algún cajón virtual tengo una novela perdida. Pero insisto, sería imposible para mí dar un taller de narrativa, ni siquiera a un nivel introductorio, mucho menos de algo tan especializado como lo referente a los mecanismos del cuento o la novela. Sin embargo, son géneros que la gente lee y escribe mucho, y sabía que tarde o temprano tendrían que llegar al Archipiélago. Para mí Mauro fue una elección natural. Es extraño, aunque hace más de una década que no vivo ahí —y Mauro siete años—, llevamos a Cancún en las venas, y mi relación con la ciudad y su industria turística es un conflicto que suele alcanzar proporciones metafísicas e identitarias. Mauro y yo compartimos generación, desvelos, vivencias, y un amor acendrado por la literatura; está de más decir que es el narrador joven más importante de Cancún y probablemente de todo Quintana Roo, aunque eso de la juventud ya comienza a escapársenos».

David Anuar durante su residencia en el International Writing Program de la Universidad de Iowa
Fotografía de la poeta polaca Krystyna Dąbrowska

David y Mauro forman un curioso tándem surgido de una misma ciudad, un centro turístico cuya historia de creación y evolución comparten de una manera particular en sus textos, y que ha provocado una suerte de hermandad acentuada con los años. Mauro, radicado en España desde 2016, comenta: «Con Francisco Verdayes (1965-2021) cronista de Cancún, terminé de aprender y focalizar mis deseos de conocimiento sobre mi ciudad y gran parte de Quintana Roo; al final esos deseos se han dejado traslucir en mi narrativa hasta alcanzar —espero— una suerte de identificación ante el mundo lector. Mi última novela premiada, Kolymá, habla sobre ese Caribe mexicano que pocos se han atrevido a explorar en la narrativa».

Presentación de la novela Kolymá en Mérida, Yucatán, de izquierda a derecha: Ricardo Peña de la Guerra, Mauro Barea, David Anuar y Carlos Martín Briceño (fotografía de Esaú Barea)

Mauro comenta que los nuevos talleres habían estado en pláticas desde hacía más de un año: «Prepararlo fue todo un proceso, primero por las dudas propias que me asaltaban y el modo de coordinarlo desde tan lejos, pero David me dio toda la confianza desde el primer momento, y tras unas clases de muestra, entré de lleno en contacto con el mundo de Archipiélago, que me pareció genial por su forma tan asertiva de llevar un taller literario. Desde el entorno seguro, la cordialidad y la participación animada de los integrantes me convencí de que era posible. Y tras mi reciente viaje a México decidí que había que hacer algo con ese histórico déficit de narrativa con el que me seguí encontrando en el norte de Quintana Roo, y llegué a la conclusión de que una buena forma de empezar a cambiar las cosas sería llevar esos conocimientos a cualquier persona interesada».

Primer cartel de Archipiélago, enero 2021,
creado por Alexandra Canto

Con trabajo duro y resultados que saltan a la vista, Archipiélago comenzó su andadura en enero de 2021. Desde entonces, sus integrantes han obtenido logros que engrandecen a una comunidad que crece día con día y que en la actualidad cuenta ya con más de 100 habitantes que han cruzado por sus islas con resultados palpables y aprendizajes que son tangibles en sus textos. Entre los éxitos de esta todavía pequeña pero entusiasta comunidad se encuentran ingresos a posgrados de escritura creativa, premios, menciones de honor, publicaciones de libros, antologías y revistas. Aquí están algunas de las historias de los habitantes de Archipiélago:

  • Sara Hernández Romero, una joven y prometedora poeta radicada en Cancún, ganó en octubre de 2021 el certamen poético más importante de la península de Yucatán, el Premio de Poesía Peninsular José Díaz Bolio en su edición número XXI, por su libro Zhi Lan, publicado por The Ofi Press en edición bilingüe. Y en julio de este año fue acreedora del Estímulo a la creación y producción artística del Municipio de Benito Juárez, Cancún, por su libro de poesía para niños Gen Z.
  • Nicolás Gerardi, escritor venezolano, miembro fundador del taller y director de la editorial Limo Sediciones del Caribe, tras una larga estancia en el taller de casi dos años y una carta de recomendación expedida por el taller, fue aceptado a mediados de 2022 en el prestigioso master de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa.
  • Karla Elizabeth Santos, poeta veracruzana radicada en Xalapa, fue acreedora al tercer lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario José Emilio Pacheco 2023 por su poemario Palomas azules revolotean en mi cabeza, cabe subrayar que estos poemas fueron revisados en el taller y que actualmente la autora continúa desarrollando un proyecto poético en torno al mismo tema.
  • Nahid Rivera, escritora chihuahuense, fue seleccionada para ser parte de la colección Flores de jardín 2023-2024, de la editorial Arboreto, con el libro Cosas no reclamables, el cual fue leído y comentado en la isla sabatina.
  • Masiel Corona Santos, poeta chicana radicada en Rancho Cucamonga, California, Estados Unidos, ganó el Tercer Premio de Poesía Juana Georgen 2022 por su poema “Ensamble” y obtuvo el segundo lugar en el 1er Concurso de literatura para la diáspora mexicana 2022, organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior.

No obstante, los inicios no fueron fáciles. David nos cuenta:

«Por mucho tiempo descreí de estos espacios, algo en ellos me parecía turbio, impostado, impera­tivo. Y lo que más me preocupaba era esa malsana costumbre del tallerista en turno de hacer a los asistentes a su imagen y semejanza. Dios me libre. Sin embargo, entre el 2018 y el 2020 asistí al taller de poesía de la Fundación para las Letras Mexi­canas a cargo de María Baranda. Allí aprendí mucho de ella y también de mis compañer@s. Pero por encima de cualquier co­nocimiento técnico —que fueron varios—, me hicieron entender que sí era posible un espacio seguro y comunitario para socia­lizar la escritura, esa actividad que por definición es solitaria. Así fue como a finales del 2020 surgió en mí la inquietud de dar un taller de poesía, enfocado en lo que a mí me parecía y me sigue pareciendo lo fundamental: los poemas y su disección con el bisturí de la crítica. También me importaba que cada gru­po fuera reducido para generar lazos de amistad y camaradería entre las personas participantes y, además, tener tiempo suficiente para trabajar a profundidad sus textos. Fue así que vislumbré un ta­ller multigrupal, pequeñas islas, todas y cada una parte del mis­mo archipiélago bañado por las generosas aguas de la poesía».

Así, Archipiélago no solo ha mantenido ese espíritu de libertad creativa en sus talleres, sino también promueve valores perfectamente estructurados y definidos. No se apega a un temario ni a ejercicios obligatorios, sin embargo, el «tallereo» es esencial, apoyado en lecturas enfocadas a aprender recursos técnicos de la poesía y la narrativa, respectivamente. El que imparte las sesiones funge más como guía que como instructor y no busca ser dueño de la verdad absoluta, y se fomenta la participación de todos los talleristas en un ambiente seguro y de total cordialidad.

Mauro Barea, autorretrato

Concluye Mauro: «Nunca acudí a un taller a pulir mis textos por lo que comenta David: quería seguir mis propios pasos, así que tomé el camino más difícil, el de ser autodidacta muchos años, ir de fracaso en fracaso en solitario, recibiendo buenos golpes por el camino, hasta que decidí tomar una maestría en Creación y Apreciación Literaria. Tuve mucha suerte, y lo recalco, porque casi desde el principio de esta difícil andadura me encontré con grandes maestros que me ayudaron a no decaer, y me fui encontrando con una suerte de taller personalizado en cada uno de estos amigos: Hernán Lara Zavala, un generoso escritor que no dudó en compartirme la teoría impartida en sus cátedras y que también comentó mis textos en épocas tempranas; Carlos Martín Briceño y Antonio Tocornal, auténticos maestros del cuento, me enseñaron que la brevedad y la exactitud de la palabra son capitales para encauzar las historias; Miguel Ángel Avilés y Héctor Cobá, periodistas de cepa, han sido una bibliografía permanente de recomendaciones; José Vicente Pascual, Héctor Martínez Sanz y Antonio Díaz, narradores consagrados en España, también han sido importantes para el crecimiento de mis letras y su entusiasta apoyo a Kolymá ha sido increíble. Escuchar de viva voz a enormes escritores como Pura López Colomé, Antonio Muñoz Molina y editores del nivel de Silvia Senz Bueno, Nadia Contreras y Andrés Nadal me han hecho comprender que la literatura es extraordinariamente versátil y que se puede aprender algo nuevo cada día. Servicios de asesoría literaria como la de Daniel Heredia y extensas pláticas con él también han sido vivencias enriquecedoras.

»Decidí que, reuniendo todo ese cúmulo de experiencias en México y en España podría aterrizarlo en un taller como Archipiélago, y así fue. Pensé en que habría mucha gente como yo, sufriendo en silencio y sin ánimos de enseñar sus trabajos y pulirlos en un taller, y con esa comprensión decidí dar el salto, con la motivación de apoyar y encauzar a quienes piensan tomar el camino más duro, que no recomiendo. Además, Archipiélago me ha demostrado ser un conjunto de islas seguras, un entorno idóneo para llevar a la práctica conocimientos y herramientas adquiridos, y para incluso pulir proyectos futuros de los integrantes, por lo que pasar a formar parte de esta comunidad es un reto que me emociona. Las dudas para impartir un taller se disiparon cuando comprendí junto a David que ese aprendizaje es parte del transcurrir de la vida, de crecer y de la voluntad de transmitir esa emoción de la literatura a los demás. No puedo esperar a que empiece esta nueva aventura».

Primer cartel de Archipiélago Narrativa, octubre 2023,
creado por Alexandra Canto

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