“Siroco en un día de cumpleaños” Por Francisco León

En la Revista Trasdemar presentamos la serie de colaboraciones especiales en homenaje a Andrés Sánchez Robayna
Andrés Sánchez Robayna, 2020/ Cortesía Daniel Mordzinski

Presentamos en la Revista Trasdemar la serie de colaboraciones especiales en homenaje a Andrés Sánchez Robayna (1952-2025), el poeta Francisco León desde Tenerife comparte el texto “Siroco en un día de cumpleaños“, poema con nota dedicado al profesor de la Universidad de La Laguna que dirigió la Revista “Syntaxis“. La serie de homenaje está ilustrada con la fotografía de la serie dedicada a Andrés Sánchez Robayna, cortesía de Daniel Mordzinski

Siroco en un día de cumpleaños” fue publicado siete años más tarde, en mi libro Heracles loco y otros poemas. Han pasado veinte años desde su composición. Esa era la prueba del tiempo

FRANCISCO LEÓN

SIROCO EN UN DÍA DE CUMPLEAÑOS

Para Andrés Sánchez Robayna

Oímos el chillido en los ramajes
que tejían la tarde de climas africanos
y luego aquel rumor de insectos aturdidos
entre luces opacas.

Usted no se movía bajo ciegas
espirales de angustia por el cielo: su cabello
y el farol agitados, los fulgores
de volubles espectros sobre el muro.

Tal vez duró un instante
la mano que mostraba en las malezas
la visión del tejido temporal:
el abismo insondable a las puertas del tiempo,
refugio de la diosa.

Usted no se movía,
y su amigo el pintor
Frederic escuchaba las palabras,
miraba la ventisca
gemir sobre los árboles y agitar el jardín
como un ave furiosa que rozara
golpeando las flores de la casa
con ráfagas de muerte o de locura.

Después vi el rostro del pintor,
y a usted, paralizados,
y a mí mismo me vi, como en una pintura,
en pie junto a mi coche,
comprendiendo la luz que descendía
con pobres instrumentos racionales.

Tal vez salvarse se reduzca
a comprender –pensé–, pero y en esa
comprensión de la sustancia
¿alienta la verdad?
El ave negra y los espectros, alguien
que hablaba en la terraza acerca de otro mundo,
y el siroco africano que volvía
como en un artificio de videncia. ¿Era aquello
la verdad, lo real, era el ser o el no-ser?

Comprender es salvarse, acaso es cierto.
O es solo el puro fuego de la mente profana,
soñándose a sí misma con esfuerzo
bajo un orden esquivo, que ni siquiera existe.

Chillaba en las entrañas del abismo
la corriente insaciable de la vida y la muerte,
y vi a dos descendientes de Parménides
(miraban el jardín desde el balcón)
dirimiendo si el ser
se hallaba al otro lado del vacío
que allá adentro formaban, tras las puertas
del más humilde aguacatero,
la ventisca y sus ramas. Después
un rugido de nubes bajó después sobre la tierra.
Imaginé que eran las Helíades que habían regresado
con haces de centellas en los puños
indicando el camino.

Cerré mi coche
y ustedes se giraron para verme.
Duró solo un instante la visión:
la humana claridad los envolvió de nuevo
con túnicas mortales,
y usted me convidó para que entrara
al templo cotidiano, a la prueba del tiempo.

*

Nota: Compuse este poema, incluido en mi libro Heracles loco (2012), hacia finales de 2005 o puede que ya a principios de 2006, tras el quincuagésimo tercer cumpleaños del poeta. Habíamos almorzado en La Laguna —un diecinueve de diciembre, según mi diario— con Frederic Amat y su esposa Estela que, provenientes de Las Palmas, donde el pintor había ofrecido una serie de conferencias, volaron a Tenerife para unirse a la celebración. Tras el almuerzo, Andrés y Marta me invitaron a pasar la tarde en su casa de Tegueste. Habían decidido ver algunas películas de Frederic basadas en textos de Joan Brossa y de Federico García Lorca. Fue un día inolvidable. Andrés y Marta estaban exultantes, como iluminados por una felicidad reciente. Recuerdo perfectamente que esos días azotaba la isla un viento siroco desagradable, polvoriento, amenazante. Conduje hasta la casa. Desde mi coche, mientras aparcaba, vi a Frederic y Andrés en la terraza superior. Habían llegado unos minutos antes que yo. Soplaba con fuerza el viento en ese momento. Poeta y pintor señalaban los ramajes de un aguacatero del jardín de Andrés. Hablaban casi a gritos, el viento borraba las palabras, todo se agitaba: las camisas, sus cabellos, las ramas, un farol de la terraza. Pero al mismo tiempo todo parecía detenido, mudo, como en una de esas visiones que se congelan en nuestra retina y perduran días y días. Entramos en la casa y cerramos las persianas para hacer algo de oscuridad. Mientras pasaban las imágenes de las películas por la pantalla y bebíamos té, afuera iban y venían las ráfagas del siroco que, tan pronto estremecían los ventanales, deseosas de irrumpir en el interior de la casa, como de nuevo enmudecían para dejar el jardín sumido en una calma profunda. Todas esas impresiones determinaron mi poema. El viento como la figura de la muerte o la desgracia que desea entrar en la casa y arrebatarnos. La casa como el refugio del ser, de la imaginación creadora, la casa del lenguaje y de la poesía. Esas son, creo, las claves. “Siroco en un día de cumpleaños” fue publicado siete años más tarde, en mi libro Heracles loco y otros poemas. Han pasado veinte años desde su composición. Esa era la prueba del tiempo.

F.L.

Tenerife, 16 de marzo de 2025


Francisco León (Tenerife, 1970) es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna (Islas Canarias). Durante su paso por la universidad fundó y dirigió la revista de poesía Paradiso y fue seleccionado por Andrés Sánchez Robayna para la antología de poesía Paradiso. Siete poetas (Syntaxis, 1993). También por esos años codirigió suplementos literarios como Las ínsulas extrañas (enero de 1994-mayo de 1994), De umbral en umbral (diciembre de 1994-marzo de 1996) o Ítaca (1996-1997), todos publicados en el rotativo El Día. En 2000 viaja a Francia, donde ejerció de lector de español en la Université de la Bretagne Occidental (Brest). A su regreso es nombrado director de la Casa-Museo Emeterio Gutiérrez Albelo (Icod, 2002-2006). En esa época, fundó y codirigió tres revistas de literatura, ensayo y arte: Can Mayor (Boletín de la Casa-Museo Emeterio Gutiérrez Albelo de Icod), Vulcane y Piedra y Cielo.

      Ha publicado los siguientes libros poesía: Cartografía (1999), 8 Pajazzadas para Salomé (1999), Tiempo entero (2002), Terraria (2007), Dos mundos (2007), Aspectos de una revelación (2009), Heracles loco y otros poemas (2012) y Tiempo entero. Poesía reunida, 1999-2016 (2019). La función de la magia en el mundo (2021) es su último libro de poemas hasta la fecha.

      Como narrador ha publicado la novela Carta para una señorita griega (2008) y los libros de relatos Instante en Lucio Fontana (2015), Reptil con piel de jade (2019) y El tesoro real (2024).

      Es autor de un volumen de diarios titulado Ábaco (2005). Ha obtenido los premios Emeterio Gutiérrez Albelo de poesía (1998), el premio Internacional de Poesía Màrius Sampere (2007) y el Pedro García Cabrera de poesía (2009).

      Es autor del volumen de ensayos Oculto oficio (2020).

      Ha preparado una muestra de poemas de tema canario titulado El sueño de las islas (2003). Preparó la antología La otra joven poesía española (2003) y es editor literario de la antología sobre el paisaje en la poesía canaria actual Honda meditación de toda cosa (2021).

       Fue miembro del Taller de Traducción Colectiva de la Facultad de Filología de la Universidad de La Laguna (Tenerife, Canarias) desde 1996 hasta 2018.

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