“Deshojar la margarita, de Ana García” Especial Premios de Relato Corto Isaac de Vega (2023-2017) Por Besay Sánchez Monroy

En la Revista Trasdemar difundimos la crítica y el diálogo literario en las islas
Portada del libro

Presentamos en la Revista Trasdemar la nueva reseña de nuestro colaborador Besay Sánchez Monroy dedicada al libro “Deshojar la margarita” de la autora Ana García García (Salamanca) galardonado con el Premio de Relatos Cortos Isaac de Vega en 2017. Esta es la sexta entrega de una serie dedicada a la crítica literaria sobre los libros de narrativa breve que han sido publicados en las ediciones del premio convocado por CajaCanarias desde el año 2017 hasta el presente. Compartimos la reseña en nuestra sección “El invernadero” de literatura insular contemporánea.

Ana García García

estudió Periodismo en la Universidad Pontificia de Salamanca, su ciudad natal, aunque reside y trabaja en Canarias desde 1998. Ejerció como periodista
en Lanzarote desde 1998 hasta 2004, cuando comenzó su labor docente como profesora de Secundaria de Lengua castellana y Literatura, profesión a la que se dedica desde entonces. Volvió a impartir clases en el IES José
Arencibia Gil, en Gran Canaria, después de vivir dos años de aventura en Fort Worth, Texas, Estados Unidos. Ha obtenido en el año 2020 el segundo premio en el XV Certamen Internacional de Teatro Breve “Ciudad de Requena”, Valencia, con su obra Donde nos lleve la marea. Además, en 2017 fue galardonada con el Premio de Relato Corto
“Isaac de Vega” con una colección de narraciones breves recopiladas bajo el título Deshojar la margarita, que fue publicado en 2018. En 2014 ganó el XVIII Certamen Internacional de Narrativa María de Maeztu (Estella, Pamplona) con el relato ¿Estás grabando? Como escritora de guiones cinematográficos, obtuvo una mención especial al guión por el contenido social del cortometraje “Y tú, ¿qué harías?” en el Festival de Cortometrajes de Madrid en el año
2003.

Deshojar la margarita (2017) presenta como temática principal el amor desde sus múltiples variantes: de pareja, familiar, filial. La mayoría de los relatos tienen como protagonista a una figura femenina que debe enfrentarse a dificultades para poder desarrollarse como persona, por lo que podría decirse que nos encontramos ante un libro que posee un fuerte componente feminista, ya que reivindica las situaciones de desamparo en la que se encuentran sus personajes

BESAY SÁNCHEZ MONROY

Ana García García nació en Salamanca, aunque residió durante muchos años en Canarias ejerciendo como periodista y docente. En el 2017 fue la primera ganadora del Premio Isaac de Vega en su formato actual y, desde entonces, no me consta que se haya prodigado en más títulos.

Deshojar la margarita (2017) presenta como temática principal el amor desde sus múltiples variantes: de pareja, familiar, filial. La mayoría de los relatos tienen como protagonista a una figura femenina que debe enfrentarse a dificultades para poder desarrollarse como persona, por lo que podría decirse que nos encontramos ante un libro que posee un fuerte componente feminista, ya que reivindica las situaciones de desamparo en la que se encuentran sus personajes. No obstante, (y esto es un elemento que se repite en todos los textos), las historias están narradas con un tono almibarado, como de cuento de hadas, que poco favorecen a las denuncias implícitas en ellas. Tampoco contribuye adecuadamente a la transmisión del mensaje la pobre psicología de los personajes, que son meros estereotipos sin ningún asomo de profundidad.

En «Bodas de llanto» se aborda la relación entre Esmeralda y su amante Cayetano, ambos pertenecientes a la etnia gitana. Esmeralda, en lugar de casarse a una edad temprana y seguir las costumbres de su pueblo, decide perseguir sus sueños y estudiar fotografía, lo que provoca el rechazo generalizado de su entorno familiar. El cuento concluye con los amantes consumando su relación con el casamiento, pero con Esmeralda ya embarazada, desafiando así la regla de castidad que rige las bodas gitanas. Quizás lo más destacable de un texto que sirve como reivindicación de la libre voluntad de las mujeres gitanas, pero que se queda en poco más, sean las muchas palabras en caló que se recogen en él y que están integradas de manera natural en la narración.

«El otro» plantea la problemática del Alzheimer a través de la relación de un nieto y su abuela. Es un texto azucarado del que poco se puede decir. «Solo ida» parte de una situación interesante en la que no se profundiza adecuadamente. Una mujer que está a punto de casarse acude a una estación de guaguas para comprar un billete con el que reunirse con un hombre que siempre amó, pero al que no supo declararse. El cuento podría haber explorado la psicología de la protagonista ante tal disyuntiva; no obstante, opta por el camino fácil y se decanta porque la mujer, sin pensarlo demasiado, se reúna felizmente con su amor idealizado. «El bocadillo de mortadela» se centra en la figura de una madre divorciada que se ve obligada a pedir la ayuda del comedor porque, a pesar de trabajar bastante, no le alcanza el sueldo para alimentar a sus hijos. Esto le crea roces con su hijo mayor, que al final del relato le entrega a su hermana el bocadillo de mortadela que le han dado en el colegio para que esta pueda tener merienda. A pesar de que la historia tiene mimbres para ser buena, la poca profundidad de los personajes impide que el lector empatice con la situación.

«La niña que no conocía a Caperucita» es un microrrelato que narra, desde la perspectiva de una niña que es cuidada por su abuela, la paulatina desintegración de su núcleo familiar. No he visto similitudes con el cuento infantil que justifiquen el título, más allá de alguna cita en el propio texto. «Porcelana rota» narra el viaje de Yun Quing a Canarias para buscar el amor de su vida, imitando de esta forma a Sanmao, su escritora favorita. Yun Quing conoce a un hombre y se casan, pero este no la tiene en cuenta y la maltrata, por lo que Yun Quing se separa de él y se dedica a pintar porcelanas para ganarse la vida. Aunque la historia se centra en la perspectiva de Yun Quing, no me ha convencido la caracterización del amante, que de un momento a otro pasa de ser el hombre perfecto a un villano casi de caricatura, con diálogos increíbles e incluso bochornosos:

«— ¿A esto te dedicas mientras yo trabajo? […] Cosas de chino, ¿no? Cualquier día te pongo un bazar y así, (sic) por lo menos vales para algo». (p. 98)

«— ¡Ven acá, chinita! ¡A ver si por lo menos sabes hacer de geisha!» (p.100)

«Vagón de cola» es el último cuento del volumen, que se centra en la historia de amor entre una campesina loca y el revisor del tren que toma todos los días. Es un texto que tiende a lo lacrimógeno y cuyo desarrollo es propio de una telenovela, por lo que creo que podría ser del gusto de quienes disfrutan de este tipo de productos.

Deshojar la margarita es un flojo libro de cuentos cuya victoria se explica únicamente por la baja participación en el certamen (fueron solo treinta las obras presentadas). Es el pistoletazo de salida del nuevo formato del concurso, por lo que es lógico que incurra en ciertos pecados, ya que todo cambio en las bases implica una necesidad de adaptación por parte de los participantes. Por suerte, este error se vería subsanado al año siguiente con Mudanzas de la luna, un volumen mejor cohesionado y que demuestra una significativa calidad a la hora de construir los textos.

Conclusiones

Han pasado siete años desde aquel lejano 2017 y el Premio Isaac de Vega posee un corpus considerable de obras que no fueron debidamente analizadas en su momento. A excepción de las ediciones de 2017 y 2022, los libros ganadores incluyen textos de probada calidad, entre los que destacan los escritos por Sebastián de la Nuez e Iván Manuel Pérez Fernández. Al Isaac de Vega le queda mucho camino que recorrer, y esperemos que los futuros ganadores superen a las propuestas de años anteriores para que el premio pueda seguir construyendo una pátina de prestigio. Para ello, es preciso que los escritores que se presenten cuiden la calidad de sus textos y que los miembros del jurado, cumpliendo su función como agentes del campo cultural, reivindiquen libros que merezcan ser leídos. Hasta que se logre tal objetivo, el Premio Isaac de Vega y, por extensión, todos los Premios CajaCanarias, difícilmente provocarán otra reacción que no sea la más absoluta indiferencia.


Besay Sánchez Monroy (Pozo Izquierdo, Gran Canaria, 2000) Graduado en Español: Lengua y Literatura por la Universidad de La Laguna, actualmente cursa un Máster de Formación de Profesorado. Ha publicado la novela Neotlantis (2022)

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