“Otra vez la música acendra los párpados” Dos poemas inéditos de Jean G. Burset Catinchi

En la Revista Trasdemar difundimos la creación contemporánea del Caribe
Fotografía cortesía del autor para Trasdemar

Desde la Revista Trasdemar damos la bienvenida a nuestro colaborador Jean G. Burset Catinchi (San Juan, Puerto Rico, 1993). Escritor y cineasta. Autor de Herrumbre (Riel, 2022). Graduado de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez. Obtuvo su maestría en Producción de Cine en Georgia State University. Sus textos han sido publicados en Revista penúltiMa, Casapaís, Oculta Lit, Sur|Norte, Cruce, The Puerto Rico Review, Ric Journal y Revista Instituto de Cultura Puertorriqueña. Publicamos dos poemas inéditos del autor en nuestra sección de literatura contemporánea caribeña “Conexión Derek Walcott”

“En Herrumbre la ruina y lo fallido imparten a los poemas de una lucidez que nada común en la producción literaria insular. Porque la patina adviene con el pasar del tiempo, Herrumbre es un libro en el que el poema es un acontecer de tiempo, y por tiempo, silencio. Aquí la estridencia no tiene lugar. Cada verso leído es de una limpidez tan certera que me atrevo a decir que estamos ante un libro que raya en su absoluto. En la ruina del jardín, en el campo de batalla, la custodia del óxido. El esplendor opaco en la herrumbre” (e.s. ortiz-gonzález)

RIEL EDITORIAL

A Guarionex

Otra vez la música acendra los párpados.
Rapta el cuerpo y usurpa la sangre
con un fuego antiguo que brota del costado
y enciende árboles, avenidas y prados.
Ya no hay remordimientos ni crudas reminiscencias,
sino pura convivencia de existencias anteriores.
Tampoco periferias, sino crisol y centro
gestando formas geométricas y centelleantes.
Todo cruje, trepida, restalla.
Las fieras huyen y hasta la mota de polvo
destella como un diamante.
Un soplo de maderas y cuerdas anuncia
el advenimiento de metales;
de címbalos y sables, cometas y trompetas.    
Asciendo y enternezco ante la posibilidad de tanto hallazgo.
Y un coro de voces murmura:
«Los ángeles no son chispas sino sonoridades».


A Jean-Pierre
Al anochecer, la procesión hacia las tabernas.
Cada cual, con sus heridas, sus historias repetidas,
revisadas, y la revelación de alguna novedad.
Sobre las mesas, la ceniza amontonada,
las botellas esparcidas; 
constelaciones que cifran la amistad.
Luego la incómoda pregunta:
¿A quién toca la ronda?,
y en las mejillas, el rubor arrinconado
de quien no tiene dinero para reciprocar.
Pero alguien siempre convida,
distribuye el polvo, la facundia.
Y cual milagro, elimina el pudor y la gravedad.
Ahora, el deseo humea como un bosque.
Y en el aire, una música anodina y rampante,
imanta el amor a los cuerpos.
Donde el licor crece insomne,
como un arroyo que todo lo arrastrará.


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