Frisos, de José de Almada Negreiros (traducción de Javier Mérida)

Autorretrato, por José de Almada Negreiros.

 

Desde la revista Trasdemar, presentamos la traducción al castellano de varios relatos del libro Frisos, del escritor y artista plástico portugués José de Almada Negreiros (1893-1970), realizada por Javier Mérida.

PREFACIO

Nacido en la colonia insular portuguesa de Santo Tomé y Príncipe, en África, en 1893 y fallecido en Lisboa en 1970, con 77 años, José de Almada Negreiros es en realidad el miembro más longevo de las vanguardias portuguesas que se desarrollaron en la primera mitad del siglo XX. Concretamente, en el caso de Almada Negreriros, su contribución a este movimiento se señala en gran medida por su calidad de dibujante, diseñador, pintor, muralista, escenógrafo, siendo frecuente su obra en diversas publicaciones periódicas en el que activamente se involucraría en aquellos tiempos y a lo largo de toda su vida, sin menospreciar la fecunda labor realizada como dramaturgo, poeta, novelista y ensayista.

Adscrito estéticamente a tendencias claramente futuristas, Almada Negreiros, junto con Fernando Pessoa, Mario de Sá Carneiro y Luís de Montalvor, sería responsable del nacimiento de la efímera aunque fundamental revista literaria Orpheu, templo en el que se darían cita los primeros sacerdocios del incipiente y prometedor destino de las letras portuguesas durante el resto del siglo XX.

Los textos aquí ofrecidos corresponden a los aportados por Almada Negreiros para el primer número de Orpheu (1915).

Hay en estas prosas una vocación por encontrarse en un territorio donde los símbolos son descubiertos a medida que la lectura de estos particulares frisos se ponen en juego, a modo de visita guiada por entre los templetes funerarios de algún cementerio. Pues, ciertamente, se puede apreciar en el tratamiento del lenguaje, a pesar de su aún arcaizante ortografía en el original, una intencionalidad lánguida, un pesar que fuerza a una ruptura, a una búsqueda contenida de sosiego, y a una novedosa expresión de la misma. En cuanto a los temas, la muerte, el desamor, la belleza, se encarnan en las frecuentes alusiones a figuras de la farsa clásica: Pierrot y Colombina, en duelo melancólico y sugestivo donde las atmósferas se parecen bien poco a las arquetípicas propuestas de generaciones anteriores, aunque su pulso y presencia estén aún muy presentes. Frisos, podría ser, como bien rubrica, ese portal de entrada hacia una nueva dimensión expresiva, llevada, por bifurcaciones asombrosas, hacia un nuevo locus amoenus, de tintes modernistas que serán claves más que útiles para recorrer los diversos escenarios literarios y artísticos del Portugal de principios del siglo XX, concretamente en Lisboa, a partir de ese momento y para siempre resimbolizada y refundada.

CELOS

Pierrot duerme sobre la hierba junto al lago. Los cisnes a su lado pasan con sigilo, no lo despierten al beber.

Una golondrina traviesa, linda, como todas, revolotea juguetona a ras de hierba y besa al pasar la nariz de Pierrot. Él despierta y la golondrina, huyendo de inmediato, mira con miedo hacia atrás, no venga el Pierrot enfadado persiguiéndola por los campos. Y la golondrina se perdería en los montes, pero, porque él se queda, de nuevo regresa en zig-zags traviesos y trinos burlones. Y trina burlona, muy alto, por encima de él. Pierrot ya se adormecía, y la golondrina en un descenso que da escalofríos le posó en el pecho dos cerezas picadas, y huyó de nuevo.

De contento, se irguió sonriendo, brazos erguidos, sus ojos fueron tan lejos, tan lejos como la golondrina huida en los montes.

De repente se vio ciego —los dedos finísimos de Colombina jugaban con él. Le bajó los dedos a los labios y trocó a besos el aroma de las palmas perfumadas. Después le colgó de cada oreja una cereza, a modo de zarcillos con joyas de carmín. Rodaron por el césped y unieron sus bocas, y pronto se olvidaban de que las tenían juntas…

¿Sabes? Una golondrina…

Y fueron enseguida las gracias del ave toda pasión. Pierrot contaba entusiasmado, mirando hacia los montes aún en busca de la golondrina, y Colombina retorció el cuerpo en un dolor callado y le tomó las manos.

Había sobre la hierba una máscara blanca de dolor, y la luna tenía en los ojos claros una mirada triste que decía: ¡Murió Colombina!

CIÚMES

Pierrot dorme sobre a relva junto ao lago. Os cisnes junto d’elle passam sêde, não n’o acordem ao beber.

Uma andorinha travêssa, linda como todas, avôa brincando rente á relva e beija ao passar o nariz de Pierrot. Elle accorda e a andorinha, fugindo a muito, olha de medo atraz, não venha o Pierrot de zangado persegui-la pelos campos. E a andorinha perdia-se nos montes, mas, porque elle se queda, de nôvo volta em zig-zags travêssos e chilreios de troça. E chilreia de troça, muito alto, por cima d’elle. Pierrot já se adormecia, e a andorinha em descida que faz calafrios pousoulhe no peito duas ginjas bicadas, e fugiu de nôvo.

De contente, ergueu-se sorrindo e de joelhos, braços erguidos, seus olhos foram tão longe, tão longe como a andorinha fugida nos montes.

De repente viu-se cego – os dedos finissimos da Colombina brincavam com elle. Desceu-lhe os dedos aos labios e trocou com beijos o arôma das palmas perfumadas. Depois dependurou-lhe de cada orelha uma ginja, á laia de brincos com joias de carmim. Rolaram-se na relva e uniram as boccas, e já se esqueciam de que as tinham juntas…

-Sabes? Uma andorinha…

E foram de enfiada as graças da ave toda paixão. Pierrot contava enthusiasmado, olhando os montes ainda em busca da andorinha, e Colombina torceu o corpo numa dôr calada e tomou-lhe as mãos.

Havia na relva uma máscara branca de dôr, e a lua tinha nos olhos claros um olhar triste que dizia: Morreu Colombina!

EL ECO

Tan tarde. ¿Adán no viene? ¿A dónde iría Adán?

Tal vez fuera a cazar; ya fuera a sorprender a una corza blanca allá en la selva.

Estaba atardeciendo, y Eva ya se preocupaba por tanta demora.

Fue a llamarle a la cima de las peñas, y una voz de mujer también, también llamó a Adán.

Tuvo miedo: pero creyéndolo fantasía llamó de nuevo: «¿Adán?». Y una voz de mujer también, también llamó a Adán.

Se fue triste para la choza.

Adán ya había regresado y traía todas las flechas, ¡y caza ninguna!

Y él al saludarla le amagó un beso y ella le rehuyó.

 —Otra que no [era] Ella también clamaba por él.

ECHO// O ECHO

Tão tarde. Adão não vem? Aonde iria Adão?!

Talvez que fosse á caça; quer fazer surprezas com alguma côrça branca lá da floresta.

Era p’lo entardecer, e Eva já sentia cuidados por tantas demoras.

Foi chamar ao cimo dos rochedos, e uma voz de mulher tambem, tambem chamou Adão.

Teve mêdo: Mas julgando fantazia chamou de nôvo: Adão? E uma voz de mulher tambem, tambem chamou Adão.

Foi-se triste para a tenda.

Adão já tinha vindo e trouxera as settas todas, e a cáça era nenhuma!

E elle a saudá-la ameaçoulhe um beijo e ella fugiu-lhe.

-Outra que não Ella chamára tambem por Elle.

SÈVRES ROTA

La amazona negra era bella como el sol y triste como la luz de la luna, y nadie lo creerá, pero era pastora de galgas. Figura negra muy espigada, ciprés que deambula errante por el borde del camino.

En las mañanas de otoño, frías como los escalones del estanque, era ella quien soltaba a las galgas la liebre cenicienta, y la que la atrapase ya sabía con quién dormiría la siesta. Y las galgas ya ni dormían bien en otra almohada.

Sobre la hierba, a la sombra arrendijada de las hojas amarillentas de las plataneras donde los repujos del estanque escupían lágrimas de vidrio, la Amazona negra soñaba con su Príncipe encantado y la galga del día dormía quieta, extendido el hocico en el vientre de Ella.

Una mañana más turbia volvieron tristes todas las galgas, de hocicos caídos —¡y ninguna para dormir la siesta!

Una flauta triste venía de viaje por el camino; lloraba enseguida inmensas canciones de lloros y tenía acompañamientos fúnebres de chirridos sordos.

Se calló la flauta, un ciprés distante gemía bajito los dolores del tatuaje que le iban abriendo en el pecho. El pastor recordaba ahí el nombre de su Bien. Le colgaba del cinto una liebre cenicienta y la guadaña torcida.

Las galgas como flechas dejaron desnudo el camino. Y los chirridos…

Nota del traductor: La denominada Sèvres es una especie de porcelana producida en la fábrica real de Sèvres, cerca de Versalles, desde 1756 hasta el presente.

SÈVRES PARTIDO

A amazona negra era bella como o sol e triste como o luar, e ninguem acredita mas era pastora de galgas. Figura negra muito esguia, cypreste procurando vaga na margem do caminho.

Nas manhãs de Outomno, frias como os degraus do tanque, era Ella quem largava ás galgas a lebre cinzenta, e a que a filásse já sabia com quem dormia a sésta. E as galgas já nem dormiam bem noutra almofada.

Sobre a relva, na sombra arrendilhada das folhas amarellecidas dos plátanos onde os repuxos do tanque cuspiam lagryrnas de vidro, a Amazona negra sonhava o seu Principe encantado e a galga do dia dormia quieta, estendido o focinho no ventre d’Ella.

Uma manhã mais turva as galgas todas voltaram tristes, de focinhos pendidos – e nenhuma para dormir a sésta!

Uma flauta triste vinha de viagem pelo caminho; chorava de seguida imensas canções de choros e tinha acompanhamentos funéreos de guisalhádas surdas.

Callou-se a flauta, um cypreste distante gemia baixinho as dôres da tatuagem que lhe iam abrindo no peito. O pastor lembrava ali o nome do seu Bem. Pendia-lhe da cinta uma lebre cinzenta e a funda torcida.

As galgas como settas deixaram nú o caminho. E as guisalhadas…

MIMA FATÁXA

Ella le había marcado en la víspera aquel rendez-vous en el muro del cementerio. De hecho Él había vuelto esclava de una gitana su alma enamorada de una reina rubia señora de todas las gitanas. Había ido en busca de Ella desde el día en que, siguiendo el ritmo acanallado de las piernas descoyuntadas, quedó hechizado por aquellos dientes blancos relumbrando en el collar de pedrerías. Sintió deseos de morder aquellos labios ardiendo rojos incendios de besos y las caras ahumadas por la lumbre de aquella boca. Y fascinaba a su corazón vencido por la monotonía de los berreos del canterío con acompañamientos de redobles de pandero. Lo había hechizado aquella vagabunda de ojos ardidos trenzándose en los fondos de las calderas de cobre donde durante el sol un tiznado gitano consumía las horas entre latosos martillazos. Lo había encantado aquella hechicera afilando los flecos entre los labios mojados de saliva. Y en las danzas el tictac metálico de las sandalias, algarabías incesantes cantando en las lápidas, tenía un tintineo jovial; y las muñecas ceñidas de cascabeles eran un concierto de amarillos canarios contentos de la jaula.

Y más bella que nunca en la fuente real, con las faldas arremangadas, lavándose las piernas de la polvareda de las calles y bellamente descompuesta calzándose aquellas medias muy gruesas, rojas color amapola, y haciendo un nudo fuerte en un retorcido cordón blanco muy negro a modo de liga muy por encima de la rodilla… Y tiene gracia que su morenez no era por el sol, pues toda ella estaba quemada. Quien la viera trepar a las moreras y desnudarlas de moras que le ensangrentaban los labios y el rostro y las mejillas y los dedos sin cuidado del viento que le levanta las faldas, habría tenido como Él una sonrisa de deseo, iría como Él a fingir la siesta bajo la linda morera.

Y al bajar, con la falda subida como una capucha, medio atontada, medio embriagada por las moras en demasía, la veía tan bella como en sueños se dibuja a una mujer para nosotros. Y escarranchada en el tronco se dejaba resbalar lentamente, pero tuvo subida forzada por causa del tronco que quedaba arriba. Después se descolgó de una rama firme, abrió las manos y fue a parar de cabeza a la hierba. Y de bruces, como una cabra que se despioja, comenzó a juntar los frutos desperdigados. Y sus ojos de gata, de gata que brinca por los tejados rojos con la luna blanca, más que moras recogían.

MIMA FATÁXA

Ella marcára-lhe na vespera aquelle rendez-vous no muro do cemiterio. De feito Elle tornara escrava de uma cigana a sua alma apaixonada de uma rainha loira senhora de todas as ciganas. Fôra d’Ella desde o dia em que, seguindo o ritmo acanalhado das ancas desconjuntadas, ficou enfeitiçado por aquelles dentes brancos ferindo lume no colar de pederneiras. Sentiu desejos de morder aquelles labios ardendo vermêlhos incendios de beijos e as faces fumadas do lume d’aquella bocca. E estranhava o seu coração vencido pela monotonia dos berros das cantorías com acompanhamentos de urros de pandeiro. Enfeitiçara-o aquella vagabunda de olhos ardidos compondo as tranças nos fundos dos caldeirões de cobre onde durante o sol um tisnado cigano consumia as horas em maçadôras marteladas. Encantára-o aquella feiticeira afiando as tranças nos labios molhados da saliva. E nas danças o tic-tac metalico das sandálias, matrácas tagarélas a cantar nas lágens, tinha um telintar jovial; e os pulsos cingidos de guizos eram um concerto de amarellos canarios contentes da gaiola.

E mais bella do que nunca no chafariz real, de saias arregaçadas, a lavar as pernas da poeira das estradas e bellamente descomposta a enfiar as meias muito grossas, vermêlhas da côr das papoulas, e a dár um nó-cego num retorcido nastro branco muito negro á laia de liga muito acima do joelho… E tem graça que a sua morenez não era por via do sol, pois toda ella era queimada. Quem a visse trepar nas amoreiras e despi-las das amóras que lhe ensanguentavam os labios e as faces e os dedos sem cuidar no vento que lhe levanta as saias, teria tido como Elle um sorriso de desejos, iria como Elle fingir a sésta por debaixo da linda amoreira.

E na descida, co’a saia erguida á laia de cabaz, meio tonta, meio embriagada p’las amóras em demasia, vê-la-hia tão bella como em sonhos se desenha uma mulher para nós. E escarranchada no tronco deixava-se escorregar lentamente, mas teve subida forçada por via da haste que ficava em riba. Depois dependurou-se de um galho rijo, abriu as mãos e foi de vez chapar-se na relva. E de bruços, como uma cabra a espojar-se, começou de juntar os fructos espalhados. E os seus olhos de gata, de gata que brinca nos telhados vermêlhos com a lua branca, mais do que amóras colhiam.

LA SOMBRA (TRADUCCIÓN DE UN POEMA DE UNA LENGUA DESCONOCIDA)

Fue allí que un día sintió deseos de partir también. ¿Qué se quedaba haciendo sola?

Quien lleva una lanza lleva la mujer también.

Su chal negro tiene un secreto y su mal de muerte viene del mismo día.

Los años corrieron sin nuevas ningunas, y las mozas se hicieron viejas, viejas de tanto esperar.

Y todas las noches, en la margen sombría, una silueta delgada de trágica sonámbula sigue, como una rama marchita de ciprés flotando por la corriente arriba que lo va llevando mansamente.

A SOMBRA (TRADUCÇÃO DE UM POEMA DE UMA LINGUA DESCONHECIDA)

Foi ali que um dia sentiu desejos de partir tambem. Que ficava fazendo sósinha? Quem leva uma

lança, leva a mulher tambem.

O seu châle negro tem um segredo, e o seu mal de morte vem do mesmo dia.

Os annos correram sem nóvas algumas, e as môças finaram-se velhas, velhas de tanto esperar.

E todas as noites, na margem sombria, uma silhueta franzina de tragica sonambula vae seguindo, como um braço murcho de cypreste a boiar ao de cima da corrente que o vae levandomansamente.

LA SIESTA

Pierrot escondido por entre el amarillo de los girasoles observa con cautela el sueño de ella durmiendo a la sombra de un mandarino. Y ella no duerme, [sino que] también observa con los ojos cerrados, fingiendo el sueño, las blancas vestiduras de Pierrot, gateando silencioso por entre el amarillo de los girasoles. Y cuanto más se acerca Él, ella finge más aún el sueño roncando.

Junto a ella, no pudo resistirse y sucumbió a darle un beso en la negra media abierta dejando al aire el piececito. Después las rodillas redondas y lisas, y ya se inclinaba por encima de las rodillas el vientre desnudo, cuando Ella se despertó cansada de tanto fingir sueño.

Y Él amenaza huida, y ella le roba la fuga con los brazos desnudos extendidos.

Y Ella, herida de remordimiento por Pierrot, le acaricia la frente en un gran perdón. Y, hechas las paces, quedó acordado que ella durmiera otra vez.

A SÉSTA

Pierrot escondido por entre o amarello dos gyrassois espreita em cautela o somno d’ella dormindo na sombra da tangerineira. E ella não dorme, espreita tambem de olhos descidos, mentindo o sôno, as vestes brancas do Pierrot gatinhando silencios por entre o amarelo dos gyrassois. E porque Elle se vem chegando perto, Ella mente ainda mais o sôno a mal-resonar.

Junto d’Ella, não teve mão em si e foi descer-lhe um beijo mudo na negra meia aberta arejando o pé pequenino. Depois os joelhos redondos e lizos, e já se debruçava por sobre os joelhos, a beijarlhe o ventre descomposto, quando Ella acordou cançada de tanto sôno fingir.

E Elle ameaça fugida, e Ella furta-lhe a fuga nos braços nús estendidos.

E Ella, magoada dos remorsos de Pierrot, acaricia-lhe a fronte num grande perdão. E, feitas as

pazes, ficou combinado que Ella dormisse outra vez.

* * *

Javier Mérida Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1977), poeta y narrador, es autor de los poemarios Un mapa del mundo lo más pequeño posible (Ediciones Idea, 2007), Vattenlinjen (Línea de agua) (Colección Léucade, 2012), El otro lado de la lluvia (Ediciones IDEA, 2013) y Cáucaso, en la antología El árbol talado que retoña (Homenaje a Marcos Ana) (Editorial El Páramo, 2009); así como de la colección de relatos Microbios (Editorial Bohodón, 2018).

Desde el año 1997 viene participando en proyectos literarios y artísticos de índole diversa, recitales de poesía, colaboración en revistas y suplementos literarios, como la revista Musicalia y el suplemento literario de El Día De las Artes y Nuevas Letras Canarias, al cuidado de Roberto García de Mesa. Es autor del prólogo de Presencia invisible, de Denkô Mesa (Ediciones Idea, 2008), y del epílogo de Traduciendo a Mnemósine 1998-2002, de David Guijosa Aeberhard (Ediciones Idea, 2007).

Ha colaborado activamente en el Café Literario del Café Café (1998-2001) y ha sido miembro del colectivo de artistas Potaje Producciones (desde 2004). Ha prestado su colaboración para organizar las Noches Literarias del Café Teatro Siete (La Laguna) y ha sido invitado al Congreso de Jóvenes Escritores y Escritoras de Canarias a cargo de la fundación IDECO (2009). Ha desarrollado el proyecto Vattenlinjen con la artista plástica Andi Domdom (Palma de Mallorca), a través de su obra conjunta sk (poemas y tintas).

Desde el año 2007 ha coordinado, junto al actor Alberto Díez, los espacios “Miscelánea Literaria” y “Miscelánea Escénica” del Café 7 de La Laguna (Tenerife). En el periodo 2013-2015, formó parte de la Secretaría de la Sección de Literatura del Ateneo de La Laguna, bajo la presidencia de Sergio Barreto.

Deja un comentario