Presentamos en la Revista Trasdemar la reseña de la autora y filóloga Nieves Rodríguez Rivera sobre el libro “Las perlas de Eufemia Montelongo” del autor José Ramón Betancort Mesa (Lanzarote) escritor, investigador, gestor cultural y artista plástico lanzaroteño. La obra narrativa fue ganadora del Premio de Novela “Balsa de Piedra-José Saramago” de San Bartolomé (Lanzarote) en 2022 y fue editada ese mismo año por Itineraria. Compartimos la reseña en nuestra sección “El invernadero” de literatura contemporánea de las islas
CONTAR, CONTAR, CONTAR
Hay ciudades que se apoderan de nosotros y nos atrapan en su embrujo, hechizándonos en sus calles, en sus plazas, en sus playas o en los recuerdos de una niñez que quedaron fijados para siempre en nuestra alma, como el primer amor.
Eso es lo que le ha sucedido a Pepe, embrujado con Arrecife. El autor de Las perlas de Eufemia Montelongo ha dibujado y ha recreado un mundo imaginario y fantástico sobre el que esculpir su exégesis sobre la ciudad y el arte. Un Arrecife representado en la figura de la protagonista Eufemia, una mujer decidida que, pese a estar condenada a una vida de encierro y de hermetismo, decide tomar las riendas de su vida y salir. Salir de la casa como si ésta fuera un nicho donde la protagonista teje la “mortaja” de una vida circunscrita a su carcelaria realidad en Arrecife. Sabe de alguna manera innata que “su futura felicidad pasaba por ser resuelta primero en las Palmas”.
Pepe Betancort se apunta así a la línea de los muchos creadores canarios de todos los tiempos que comprendieron y aceptaron el concepto de la isla como cárcel, pues sabe que solo saliendo de la isla podrá encontrar respuestas a la necesidad de todo creador de ser escuchados fuera.
Cuando sale de la isla Eufemia siente que “por primera vez en mucho tiempo que estaba viva” y es en Las Palmas donde encuentra esa libertad de flânner, de vagabundear errante, fascinada como un niño en busca de un tesoro, deleitándose con lugares nuevos y con todos los detalles de la ciudad para volver de nuevo a la isla.
Eufemia, esa mujer extraña, misteriosa, resuelta e indomable, permanece ya unida para siempre a Arrecife, a sus rincones, a sus colores, a sus voces locales y modismos. Eufemia Montelongo es también la esencia del artista, del creador o de aquella persona capaz de sacar de sí mismo, después de mucho rascar, pulir, abrillantar y luego regurgitar de sus entrañas la perla de la creación.
Por eso, me atrevo a afirmar que no solo Las perlas de Eufemia Montelongo pretenden crear un universo literario y mitológico de Arrecife sino hacer una exégesis sobre el artista, así como del hecho creativo y de la relación del artista con los demás. Las perlas de Eufemia Montelongo es una parábola o una alegoría sobre la creación artística y la relación de la obra con el propio creador y con los demás.
La perla que regurgita Eufemia es la propia creación – espacio de libertad– y el autor, artista es un semidiós, niño que crea y juega con ella. Pero la perla-obra modifica también su relación y su convivencia con los otros y es, precisamente la perla-creación-arte, lo que le proporciona a la protagonista la posibilidad de salir de la isla y de conocer otros espacios donde palpar algo parecido a la libertad. La liberación de Eufemia es solo posible porque crea perlas. El arte como liberación. Y es precisamente este nacimiento el que hace visible a Eufemia, provocando el deseo y la ambición de los que les rodean: la suegra, el marido y el pirata. A propósito, un aspecto que no se plantea Eufemia nunca es si el objeto que provoca en los demás es por ella misma o por su obra. Cuestiones y dudas muy femeninas, por otro lado.
¿Cómo se forma la obra?
De un material sencillo, cercano y humilde como es la argamasa seca de tierra. Así lo constata Eufemia-el artista-el creador. El material del que se nutre el artista es su propio entorno. De los muros del interior de la casa, un manjar secreto y prohibido. Pero también se alimenta de lo que hay fuera. Alejándose para verla mejor, Eufemia descubre Arrecife, precisamente cuando la vez desde el mar en el bote con el marido. Es en ese momento, cuando se aleja de ella y se aparta de la orilla, cuando observa la belleza y los contornos de una ciudad desconocida.
Pero la obra-perla no nace de la nada sino a través del esfuerzo. Cualquier creación artística nace de un proceso arduo. Eufemia escarba en la tierra y “araña el suelo como posesa durante horas”, como un espeleólogo o un orfebre, que requiere no pocos esfuerzos invisibles. Así, través de la ingesta del material de la tierra, crea un universo propio que se explica por sí mismo. De esta manera, nos muestra una cosmovisión de la obra, no como fruto de la inspiración divina sino como “fruto inconmensurable nacido de su propio ser” y que lleva a quien la contempla a una epifanía religiosa como siente el Niño Rodolfo. Y es que el hecho artístico conlleva siempre la posibilidad de contar y de contarse, así como de cierto autoconocimiento en forma de “una fuerza irracional que, como un resorte la empujaba y la lanzaba a descubrir un mundo ajeno a ella misma y desde el que poder resolver el suyo propio”.
La obra frente a los demás versus la visión del otro
Una vez la obra creada, la perla, Eufemia no desea volverse rica con ellas. En lugar de eso aprovecha la ocasión como una “oportunidad para salir de la insustancial existencia en la que fagocitaba y dormía aletargada”. Siguiendo con nuestra teoría de que Eufemia representa al artista integral y la perla a la obra, podemos decir que se trata de una alegoría sobre el artista, como un ser extraño, que regurgita perlas y la relación que establece con su obra y con el mundo exterior.
Esta incomprensión por parte de los demás se refleja claramente en Hermenegildo, el marido, quien asume con resignación y como una desgracia el hecho de su mujer tenía algo en su interior incomprensible y desagradable. Pero, a pesar de ello, Hermenegildo como espectador de la obra, una vez conocido el secreto, pone todo su empeño en conocer la fórmula de la producción de la perla. Pero este hecho no es de este mundo, como no lo es el Arte. Asimismo, las perlas atraen también a gente sin escrúpulos y envidiosos, que se quieren apropiar de su creación. Nada más actual que esto.
Humor y amor
Es muy importante en esta obra el humor disparatado, irreverente y absurdo, que funciona como una válvula de escape al dolor insular del abandono y del aislamiento. Por eso se convierte en un humor melancólico y doliente. El tema donde se desenvuelve con más notoriedad el humor es en la caricaturesca visión del amor romántico y folletinesco. Siguiendo los cánones del folletín los enamorados sufren la incomprensión de la madre. Se casan a escondidas en Fuerteventura siguiendo los resortes de los seriales amorosos de la época y padecen desavenencias y enfados.
Pero también los roles intercambiados del protagonista producen hilaridad. Hermenegildo, el marido, esun sentimental y un llorón que pierde el habla al enamorarse y se desmaya ante ella como una damisela. Es un Quijote doliente que se lanza a escribir cartas de amor almibarado para una amada despectiva y ausente. Pero Hermenegildo cumple el rol del enamorado que descubre la esencia del artista nombrándola. Es quien le dice a Eufemia que ella es la ciudad misma. En cambio, Eufemia es fuerte y capaz. Es la mujer condenada a la soltería que se rebela ante su destino, tomando la decisión de salir de la isla.
Hay también una parodia del amor romántico y folletinesco en el encuentro cómico y torpe con la amada o en el uso del instrumento de largas cartas en la figura del desesperado marido o del desquiciado Niño Rodolfo, que acabará como ermitaño en el islote de las Cruces, escribiendo más cartas de amor desesperadas.
Humor y amor se entremezclan. La exageración o la parodia es el medio más recurrente para provocar situaciones de disparatadas. Los médicos, por ejemplo, se ponían malos al oír las explicaciones de Eufemia sobre su enfermedad relacionada con los dolores de cabeza. En el amor como en el Arte “el mundo gira al revés” y el tiempo desaparece. De nada valen los relojes cuando se ama o se crea.
Estilo
El realismo mágico se encarna en esta obra para presentarnos una ciudad que no se puede conocer sino de esta forma. Es decir, a través del tremendismo, la exageración y lo mágico como medios idóneos para contarnos sobre la ciudad y el arte.
Pepe Betancort crea con esta obra un universo metafórico insular, reivindicando un léxico y expresiones coloquiales. Recordemos “como una boba”, “relingar” o “hartarse como una pelota”, pero creando hermosas metáforas con el léxico canario como “el aljibe de sus sentimientos”, “su corazón amenazaba con no querer bajarse de aquel barco” o “soltó las amarras del poco raciocinio que le quedaba”.
Una obra sensual que nos embriaga con “el aroma del tabaco de las cachimbas y de las cajas de cigarros de los hombres de la casa”, con “el alma sedienta de las maderas ancianas” o con “el perfume inconfundible de los jaboncillos de la Maja”. También nos lleva de la mano a través de las imágenes que, como buen pintor, describe, admirado por la luz de Fuerteventura o por los olores y los colores de la marina de Arrecife.
Pero también reivindica “la piel desnuda y descarnada de aquella isla olvidada”. Un deseo artístico o un proyecto humano que el autor realiza en su faceta laboral y en la artística. Hacer de este paisaje inabarcable como son las islas un lugar mítico “lleno de desnudo misticismo y donde el silencio era la única palabra posible para hablar y comprender la metafísica telúrica que da significado a su geografía”.
Precioso relato que en esencia ahonda en la idea del Arte por el Arte, en la creación como liberación y como vindicación de un espacio insular. El universo literario de su anterior obra, El año de las cucas volonas y otros relatos, aparece de nuevo aquí, pero con más raigambre y con más peso. Eufemia nos amenaza con dejar de crear más perlas, por asentarse y tener un hijo. Pero no la creemos. El creador no puede dejar de crear perlas y nosotros de maravillarnos ante ellas.
En Andorra, a 10 de enero de 2023
Nieves Rodríguez Rivera es escritora lanzaroteña, así como filóloga y docente de secundaria en Gran Canaria. La escritura ha estado presente en su vida desde pequeña. Son conocidos sus certeros y sagaces artículos de opinión y reseñas literarias no sólo en su blog “La profesora chiflada” sino también en diferentes medios como en la revista “El Sol” de Buenos Aires o en el periódico digital “Telde Actualidad”. Ha sido ganadora del Certamen de poesía ENMA (Espacio Mujer Madrid) de la Fundación José María de Llanos en 2019, así como finalista del Premio Alfeizar de Novela de 2019 con su libro Piel de cebolla, una publicación en la que nos narra su especial y, en ocasiones, dura relación personal con su madre. Ha escrito y colaborado como guionista cinematográfica en cortometrajes como Forma de la mano que el viento tallara (Visionaria, 2018), Tierra quemada, proyectado en la Muestra de Cine de Lanzarote o Boca que vuela, recientemente seleccionado como finalista de la Muestra de Cortometrajes de San Rafael en Corto de Gran Canaria. En este momento trabaja en la finalización de dos novelas La extranjera. Las ciudades y los años, así como en Tierra Quemada. Su escritura se caracteriza por profundizar, a través de una mirada certera y honesta, en historias que hablan de las emociones y experiencias vividas por personajes que intentan entenderse o explicarse a sí mismos, más allá de sentimientos como el desarraigo, las contradicciones, el desasosiego, la incertidumbre o el deambular por la vida, utilizando para ello una prosa limpia, dura, pero no exenta de poesía y audacia estilística.
José Ramón Betancort Mesa es escritor, investigador, gestor cultural y artista plástico lanzaroteño. Tras licenciarse en Filología Española y ejercer como profesor de Crítica Literaria en la Universidad de La Laguna, se incorpora como técnico al Área de Cultura del Cabildo de Lanzarote donde, entre otras funciones y responsabilidades, ha estado vinculado a la dinamización de actividades de extensión universitaria y a la programación de artes plásticas y visuales en el CIC El Almacén. Como investigador y comisario artístico ha desarrollado y colaborado en diferentes proyectos asociados al patrimonio literario y cultural de Lanzarote en torno a personalidades literarias como Miguel Pereyra de Armas, Ángel Guerra, Olivia Stone, Ignacio Aldecoa, Rafael Arozarena o Agustín Espinosa, entre otros. En 2020, junto a Roberto García de Mesa, firma el prólogo de la edición de Lancelot, 28º-7º de Agustín Espinosa con la editorial Itineraria. Como artista plástico ha participado en diferentes muestras colectivas y revistas culturales, destacando su proyecto expositivo Antropología de un asesinato, comisariado por Amelia Álvarez de Mesa y que se exhibió en 2019 en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife y en la Casa de los Coroneles de La Oliva (Fuerteventura) en 2020. Como escritor es autor de varias narraciones cortas como son Sesenta kilos de tomates (1995) o El año de las cucas volonas y otros relatos (2015), dos publicaciones caracterizadas por sus rocambolescas y humorísticas tramas, ambientadas en la geografía de lo literario de un Arrecife embellecido, delirante e inventado, donde puede circunscribirse también Las perlas de Eufemia Montelongo. Esta obra ha sido ganadora del Premio de Novela “Balsa de Piedra-José Saramago” de San Bartolomé (Lanzarote) en 2022 y ha sido editada ese mismo año por Itineraria.