Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección de poemas del autor Daniel Bencomo (México, 1980) Poeta y traductor, reside en Alemania. Su libro más reciente es La mutación de Lo en Lo (Cuadrivio, 2018) al que preceden Espuma de Bulldog (Luzzeta Editores, 2016), Alces, Rejkyavik (Magenta Libros, 2014) y Lugar de Residencia (FETA, 2010). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. Compartimos los poemas de nuestro colaborador a quien damos la bienvenida en “Continentes”.
IONES
Quería hablar de una sombra que crucé
mientras corría. De una frescura imantada
con un verde –no jade, ardiendo más bien
contra el fuselaje del color. Donde cambia el sentido
cambia el aliento: inhalar y luego dar vuelta,
partir el aire en butoh de combustión.
Se abría un libro peculiar en mi cabeza
mientras hendía con ella la espesura de abetos
y helecho:
un corzo es con frecuencia un pulso terracota
o una explosión de ramas. Sonido apenas,
ruido de un brillante sin pulir, que tira una mordida
al resplandor del invierno: un cervatillo muy débil
puede verse alguna vez a lo lejos
cruzando caminos humanos, ¿cuándo cruza esta línea?
Hoy corría una frescura imantada
y yo era la sombra
a la que recurrí para indagar la sensación
para ponerla como el trazo de una aguja
sobre el agua de iones que recorre el cuerpo.
GESTO DE GHOST
Hay flujos que permanecen abiertos:
hongos, mosquitos en tejidos de color
irradiante
el gesto inesperado del hueso
en el gesto usual del nosotros
se abre más una milésima
en el plexo de empatía que preparas
tejiendo con músculos, saliva y afecto.
Hay una unidad de luz y agua en la bomba
de azules de Prusia que coloniza tus ojos.
Gesto de hueso en nosotros
Gesto de ghost en nosotros
residuo nuclear en el que intercambiamos
flujos de calor, filosofías obsoletas de vida
y poemas de Basho con el entorno
cuando queda poco por decir, cuando
hay mucho más por compostar.
TUNDRA
Pudieron ser navajas,
luz de supernova rebotando
por millones de cráneos,
o un salto entre las cercas puntiagudas
del disco duro “Nosotros”.
Tú en la ambulancia, hervida en niebla polar.
Al llevar tu bicicleta a casa
desde el sitio del choque,
vi un zorro en la parada del tranvía.
Pudo ser una fisura en tu fémur,
o un roto fulgor en nuestro maxilar compartido.
Era un zorro en la parada del tranvía.
SE DESCONOCEN LAS CAUSAS POR
LAS QUE ESTA CIUDAD FUE ABANDONADA
y por otro motivo, tanto o más en penumbras
un águila calva remonta una arteria
en el cuerpo de quien afirma
no haber dicho en su nunca vida cuerpo
afirmar en su nunca vida nunca
terreno o trazo de tormenta
en las fallas de memoria que entretejen
infinitas variaciones al mutar a otra memoria
un plexo de animales saturando un sonido
para estar alerta de la reproducción en masa
y contemplarse en las áreas que proliferan
hongos como fulgor y otra sintaxis de vida
árboles rompen la acera y la disocian
en tendones, monolitos, partículas de fisión
o la simple confusión de cromosomas
que huyeron al azar en zarzas rodantes
por el efecto hauntológico de las pruebas cosméticas
no lo sabemos al cruzar otra manzana
baldío de inteligencia artificial y lenguas muertas
alguien despojó a las tumbas del oro funerario,
oro en empeño por atrás de las palabras, bazucas sin montura
se olvidaron los chalecos militares en tanquetas:
de fabricación casera, hundidas en el ámbar de un filtro digital
y ahora nos astillan inscripciones provenientes
de la vieja explosión neuronal del Lineal B:
al contrario del canto la escritura
surgió para fijar cuentas y objetos en poder
qué de la ciudad que se nombra rumbo al cielo
se guarda en la herida de metal de la mañana
plantas de nootrópicos donde arde luz en botes de basura
plantas maquila de cuerpos con opción de sexuarse
a voluntad politizarse
abandonadas
donde hasta tú
hasta nosotros han perdido el rostro
porque no pudieron ajustarse
a los márgenes que hendía otra reforma tributaria
que tajaron la ciudad como un relampágo
hasta licuarla por dentro
en el vértigo de ceros y unos del tejido graso
como una turba de fantasmas digitales
pastando ahí donde lo cierto una vez, ni una vez
Daniel Bencomo (1980, San Luis Potosí). Su libro de poesía más reciente es La mutación de Lo en Lo (Cuadrivio, 2018) al que preceden Espuma de Bulldog (Luzzeta Editores, 2016); Alces, Rejkyavik (Magenta Libros, 2014) y Lugar de Residencia (FETA, 2010) Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. Como traductor de poesía alemana ha publicado los libros El poema cruza un cuerpo y no saluda de Björn Kuhligk (Taberna libraria/IZC, 2021), Últimas noticias de la zona aleatoria de Ron Winkler (Posdata-UANL, 2018), La calma entre el cero y el uno de Björn Kuhligk (Bonobos Editores, 2015) y Canon previo a la huida de Tom Schulz (Cuadrivio-Literatura SLP, 2015), además de poemas de Hugo Ball, Hans Arp, Ingeborg Bachmann, Friederike Mayröcker y distintos poetas contemporáneos. Lleva el blog bencomodaniel.wordpress.com