Desde la Revista Trasdemar compartimos una selección de poemas del autor dominicano Leonardo Nin, a quien damos la bienvenida a nuestra revista. Como autor polifacético, ha publicado: Guasábaras (cuentos 2003), Sacrilegios del excomulgado (cuentos 2008), Poemas en blanco y Negro (poesía 2014), La porfiadas (teatro 2018), Espacio Pagado (poesía 2019), Las porfiadas (teatro, 20), Solo sé que le llamaban Sombra (Novela 2019). Ha obtenido los reconocimientos del Premio nacional de la Juventud 2007, premio de cuento Radio Santa María 2016, Premio Ultramar de literatura en teatro 2017, premio Ultramar de literatura en novela y cuento 2018
MINOTAURO
Controversia anárquica del espejo imperfecto,
sombras conjugadas, rostro de monstruo herido,
sangrando palabras y muriendo verso a verbo,
bajo la guillotina mordaz de la regla y el intelecto.
Vástago vil de lo prohibido,
híbrido inicuo de los deseos lascivos de la carne,
perdido en paredes de la ignorancia y resignado a perecer,
bajo la injusta potestad de mis dioses de lodo.
Brasas ardientes estampan mis carnes,
soy declarado objeto, esclavo de los amos;
dueños de laberintos de confusión y duda.
Del concreto muerto hago mi morada,
en neblina alucinante, embisto molinos
con mis cuernos de marfil destruyendo lo etéreo,
y piedra sobre hiedra
levanto en arena mi fuerte.
Mitad animal y mitad palabra,
Mitad razón, y mitad niebla;
ropas rasgadas,
y de mi narigón dorado,
fundo alas,
cayendo al vacío
como merecido rey de los idiotas
EL ÁRBOL PROHIBIDO
Hormiguera ardiente, frente a su llama cómplice,
calcino mis papeles y el fuego purificante,
rompe las rejas, calabozos mustios de mi nombre de esclavo.
Hoy, renuncio al humo falso frente a mis ojos nublados;
a los espejismos falaces de las cenizas grises
con las que tatúo mi cuerpo para la guerra contra el mundo.
Frente a este fuego, me declaro ciudadano de ninguna parte,
ilegal a las leyes de los dioses del planeta,
híbrido preñado de palomas.
Y una tarde, con mi vientre abultado
por mi malévolo engendro,
me planto árbol bajo el tibio farol de un libro roto,
y crezco, y pájaros, y animales, y hombres,
calman su cansancio,
bajo las frescas sombras de mi follaje.
Y mis raíces se entierran
buscando agua en lo profundo,
allá, donde la tierra no es de nadie,
debajo de las rocas y la arena y los minerales
y la inmerecida esclavitud de las naciones,
donde el agua es tan pura
como la conciencia de los niños
Y siguen bajando más allá del petróleo y del cobre
y la avaricia de los dueños del mundo,
y mis dedos con boca van calando,
hasta donde el fuego purifica
la insignificancia humana hecha lava.
Entonces las hachas de los malévolos llegan del asfalto
y roen mi tronco con odio,
con miedo de que esta especie de árbol
infiltre la fauna local.
Dicen que: «sus jóvenes son adictos a mis hojas,
que el lenguaje antiguo de mis clorofilas,
ilumina el cerebro y aclara los pensamientos,
y eso es malo
para la formación de marionetas de trapo y oro».
Y al final caigo mártir frente a sus botas de acero,
pero la herida, la herida libera las palomas de mi vientre
y libres, se pierden volando en lo vasto del cielo,
ese mimo cielo, ni mío ni de nadie.
Y mis palomas tocan tierra,
y se plantan haciéndose árboles,
llenando los barrios, los pueblos,
los países, hasta convertir el mundo,
en una inmensa selva de arbole ilegales,
preñados de palomas.
EL VENDEDOR DE SUEÑOS
Vendo dolores al alma, mundos sin sentido
colgados de los mustios estantes del mercado de un
Babel sin dueño.
Mercadeo amuletos en papel de libros,
y en el tibio ocaso de una fábula,
donde termina la palabra y comienza la nada,
le vendo el alma al demonio que mejor pague.
Y le vendo olvido al olvido y razón a los quijotes,
y en la sombra gris, muerte del día,
en la esquina lúgubre de atardeceres ajenos,
saqueo lo inalcanzable a la distancia.
Después, debajo del calor de un nido oscuro,
le robo la pureza a la sonrisa
y antes de cantar el gallo,
reniego tres veces de quien conozco.
II
Es que le vendo guerra a la guerra,
y con parches de lino fino, tapo agujeros sin fondo,
en el vestido viejo del podrido pudor de santos.
Y en bandeja de plata y lodo,
le sirvo sabor a pecado al gusto sacrosanto
del mismo ángel caído que ha de casarme.
Y con mi pincel de palabras, escribo un verso a la rosa,
y sin pudor la enamoro, la invito a casarse,
y el día previsto, la dejo plantada en el altar
dentro de un jarrón sin agua bendita.
Y me voy de orgía con las abejas, en cuyo panal,
hinchado por la lujuria del orgasmo dulce de sus bocas de lanza,
elaboro antídotos contra la alquimia de los sueños,
inyectando desalmadamente mi veneno,
en el inhumano perfecto corazón de los cuerdos.
III
Con mis alas de insecto trafico a cuestas lo prohibido
por los carceleros de la conciencia,
seres ilegales en valijas de ladrón convicto,
y a cuestas de pecado y lomo de miserable redimido,
atravieso con mi botín, fronteras, banderas y credos.
Y cuando no me ven,
siembro sus semillas donde dicen que no se debe,
y abono sus raíces con la filosofía
de lo imperfectamente humano.
y le cambio a las nubes polvo por sabiduría y agua
y de aquel, mi huerto de cizañas indelebles,
siego pensamientos y los elevo al viento
para que los respire la ignorancia y de odio, se muera.
Uno se va yendo, desojándose en un otoño estoico, esperando el frio lúgubre de la soledad. El agua que queda después de la lluvia carga despojos a los charcos y al estanque, marcha silente, como caravana de ataúdes llevados a lo plácido y tierno del
infinito. Los pájaros en las ramas se sacuden entristecidos, observan taciturnos y reverentes el sepelio de las cosas no servibles, esas no extrañadas o no reclamadas por el
tiempo. La ventana abre sus brazos a un infinito hondo, profundo como una lengua alargada al estómago de un reptil hambriento.
Una vez un poeta cayó de una ventana y se volvió viento. Una vez el viento se llevó a un poeta de la ventana y lo hizo poesía. La procesión me espera, empujo el cristal, abalanzo mi cuerpo, me arrojo al vacío …
No,
uno no se suicida del primer piso.
Leonardo Nin. Poeta, cuentista, novelista, ensayista, músico, antropólogo y lingüista dominicano. Ha publicado: Guasábaras (cuentos 2003), Sacrilegios del excomulgado (cuentos 2008), Poemas en blanco y Negro (poesía 2014), La porfiadas (teatro 2018), Espacio Pagado (poesía 2019), Las porfiadas (teatro, 20), Solo sé que le llamaban Sombra (Novela 2019). Premio nacional de la Juventud 2007, premio de cuento Radio Santa María 2016, Premio Ultramar de literatura en teatro 2017, premio Ultramar de literatura en novela y cuento 2018.