Presentamos en la revista Trasdemar una muestra poética del autor Israel Domínguez (Villa Clara, Cuba, 1973) Poeta y traductor literario. Es miembro de la UNEAC. Ha recibido, entre otros, el Premio Calendario (1999), el Premio José Jacinto Milanés (2000), el Premio Dador (2005), La Puerta de Papel (2013, 2016) y el Premio de Poesía de la Gaceta de Cuba (2016)
INVITACIONES (X)
Cálido como las palomas del vecino,
áspero y oscuro como una noche de ciclón
es el recinto donde acomodo mi paciencia.
Mi abuelo hilvana los cuentos del isleño
mientras mis padres ríen sin saber
que correrá la sangre entre las flores del Difunto.
“Es la casa, es el tiempo del reposo,
el puente por donde viaja el hombre
a buscar los sueños que espera la familia.
Es la casa, es el tiempo del trabajo”.
Huyo de mi padre, maldigo sus costumbres,
y vuelvo luego donde las flores y el retrato
que mi madre dispone con cuidado.
Y pienso—mientras imagino el rostro de mis hijos—:
Es la casa, es el tiempo del reposo.
UNA FOTO NOS HABLA
El agua deja en sus ojos
oraciones que vienen de otra dimensión,
sus ayudantes invocan las imágenes del aire.
Del otro lado de la ciudad una foto nos habla:
la teja protectora, los signos y la miel;
encima un remolino (señal de los Cuatro Senderos).
Las semillas dicen: “Tu padre debe una promesa.
(Sobre la estera no pongas condiciones:
el que espera recibir
para luego pagar lo prometido
recibe la ayuda del Cielo
pero no su bendición.)
Irás al santuario
para que las sombras continúen su camino”.
Okana dicen las vistas: una mujer pide mi padre,
una mujer que divise las figuras en el agua.
Y aparece la mujer, y una casa aparece
y un hombre cruza una línea
y la mujer describe al hombre
y mientras avanzo escucho:
Primero el boceto, después la figura,
luego los caminos, y por último la memoria,
la memoria en el viento.
DEL HOLLÍN AMONTONADO EN LA CAMISA
Ya lo veo llegar. Cara enrojecida.
Dedos ampollados por el mango del machete.
Cuerpo que elige el piso
como la mejor de las camas.
El hollín se amontona en la camisa
del hombre que va a llegar a su casa
en el momento en que sus hijos
se ponen tristes.
Magia simpatética diría:
al hombre se le mancha la camisa
y los hijos se ponen tristes.
Ya lo veo llegar. Cara enrojecida
en el rojo de las horas.
Diálogo sobre mi padre y el padre de mi novia,
hombres unidos por el tiempo
del hollín amontonado en la camisa
del hombre que va a llegar a su casa
en el momento en que sus hijos
se ponen tristes.
PARA LAURA Y DANIELA
Si tuviera que ser la memoria de mis hijas
comenzaría con el silencio.
Un hijo es profundidad,
un enigma al que bajamos.
Supera la figuración,
el defecto y la virtud,
el idilio de los labios que se desbocan.
Cuando mis hijas viajan
algo de mí va con ellas.
Yo las amo desde el instante
en que los primeros ojos saltaron al vacío,
desde la existencia apenas perceptible,
desde la noche en que subí el mosquitero
para ver si respiraban,
ahora que me abrazan y se refugian en mí.
La memoria de mis hijas se ramifica.
La distancia entre ellas y yo se ramifica.
El amor, eterno y extraño, se extiende
entre cielo y bosque.
BALÓN DE CAPAS TORCIDAS
Mi hija monta su bicicleta niquelada,
modelo magnífico
para que los infantes aprendan a volar
y los adolescentes hagan sus malabares.
Un niño de zapatos rotos
se cruza con la vida que no le ofrece Dios,
en el mejor de los casos.
Avanza con un cabo de puro enmohecido
burlando el mediocampo, la defensa, el guardameta.
Niño que patea balón de capas torcidas
y se cruza con mi hija bajo el sol de la tarde,
frente al apóstol
y la mujer que rompe las cadenas.
Dónde está la mano
que borre la diferencia.
EL CIRUELO A SUS ANCHAS
El ciruelo en el patio
es la primera figura
que en viaje de regreso
acontece.
Desde el árbol hacia fuera
voy hurgando la sangre,
los olores, los cuerpos
que armónicamente conforman
el paisaje.
Inevitable se establece la distancia
entre la memoria
y la escritura que se esfuerza
por sustituirla.
Desde el árbol hacia dentro me pregunto
por qué un simple elemento
se adelanta a la coexistencia humana.
El niño abandona juego y roce familiar
para encontrarse con el árbol.
En soledad lo trepa, lo sacude, lo acaricia.
Degusta la carne de sus frutos.
Vuelve con el doble placer manjar-independencia.
El ciruelo en el patio
a sus anchas
acontece.
Israel Domínguez (Placetas, Villa Clara, 1973) Poeta y traductor literario. Miembro de la UNEAC. Ha recibido, entre otros, el Premio Calendario (1999), el Premio José Jacinto Milanés (2000), el Premio Dador (2005), La Puerta de Papel (2013, 2016) y el Premio de Poesía de la Gaceta de Cuba (2016). Hojas de cal (Ed. Abril, 2001), Collage mientras avanza mi carro de equipaje (Ed. Vigía, 2002), Después de acompañar a William Jones (Letras Cubanas, 2007), Viaje de regreso (Ed. Matanzas, 2012) y En dirección contraria (Ed. Aldabón, 2015) son parte de sus poemarios publicados. Poemas suyos han aparecido en diferentes antologías y revistas. Ha colaborado además con reseñas y traducciones en varias publicaciones.