Presentamos en la revista Trasdemar una muestra poética del autor Adalber Salas Hernández (Caracas, 1987) Poeta, ensayista y traductor. Cursa estudios doctorales en la New York University y siendo de procedencia canaria, es una de las voces del panorama actual de la poesía en español
La punta más larga de llama antigua
empezó a chisporrotear, murmurando
como si la fatigara el viento;
se sacudía, miembro fantasma,
músculo rojo, serpiente incandescente,
como si fuera la lengua que hablara.
Arrojó fuera de sí una voz,
dejando chispas por doquier
y sin amargura dijo:
cuando partí de la isla de Circe, que con quien
me quedé por más de un año cerca de Gaeta
(antes de que Eneas le pusiera nombre),
y volví a casa, ni la dulzura del hijo ni
la piedad del padre anciano ni el amor
que tan feliz hubiera hecho a Penélope,
pudieron vencer en mí el ardor
que sentía, el deseo de hacerme experto
en las maneras del mundo, sus vicios y virtudes;
así, me hice al alto mar abierto
sólo con una nave y la pequeña tripulación
que hasta entonces no me había abandonado.
De una costa a la otra vi finalmente España
y Marruecos enfrente, y la isla de Cerdeña,
y las otras tierras breves que el mar abraza.
Mis compañeros y yo nos habíamos hecho viejos y lentos.
Fue entonces cuando alcanzamos aquella boca estrecha
donde Hércules dejó su aviso:
que nadie siga más adelante,
non plus ultra, camaradas,
la commedia marina è finita.
A la derecha, dejábamos Sevilla.
A la izquierda, ya Ceuta quedaba atrás.
Entonces me volteé hacia mi tripulación:
“Hermanos”, dije, “que a través de cien mil
peligros han llegado a occidente conmigo,
mientras dura esta pequeña vigilia
de nuestros sentidos, el tiempo que nos queda
y que llamamos vida, no nos neguemos la experiencia
del alcanzar el otro lado del sol, el mundo sin gente.
En el ayer ya todos estamos de antemano:
es la maldita circunstancia de la muerte
por todas partes, rodeando el cuerpo en peso.
Consideren sus orígenes y apuren los días que les quedan:
no fueron hechos ustedes para vivir como bestias.
Ya no somos aquella fuerza que alguna vez movió cielo y tierra;
sólo somos lo que somos. Un mismo temperamento, debilitado
por el tiempo, por el destino, pero fuerte en su deseo
de seguir, de buscar, de hallar, de no dormir.”
Mis compañeros, emocionados con este
pequeño discurso, se lanzaron al camino sin señas de las olas,
tan entusiasmados que apenas podría haberlos retenido.
Y vuelta nuestra popa hacia el oriente,
hicimos de nuestros remos alas de un vuelo desquiciado,
avanzando siempre hacia el lado izquierdo.
Ya la noche nos descubría todas las estrellas
del otro polo –las del nuestro estaban tan bajas
que ya ni emergían de la piel del mar.
Cinco veces se había encendido y tantas otras apagado
la luz que hay bajo la luna, antorcha pálida,
desde que habíamos entrado al otro lado,
cuando apareció una montaña bruna,
remotísima, que me pareció más alta
que cualquiera que hubiera visto.
Nos alegramos, habiendo avistado finalmente
tierras desconocidas donde andar, donde arrodillarnos,
en cuya orilla podríamos posar la frente
y dar las gracias. Pero lo que da el mar,
también lo quita: de la nueva tierra
brotó un torbellino que embistió la nave.
Tres vueltas hizo dar a toda el agua
y a la cuarta alzó la popa hacia arriba
y la proa quedó apuntando hacia abajo
–como una aguja de madera, como el juguete
de un dios torpe y soberbio, nos hundimos
y al fin el mar se cerró sobre nosotros.
Adalber Salas Hernández. Caracas, 1987. Poeta, ensayista, traductor. Entre otros, autor de los libros Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita; Valencia Pre-Textos, 2015), mínimos (Madrid, Amargord Ediciones, 2016) y La ciencia de las despedidas (Valencia, Pre-Textos, 2018), así como los volúmenes de prosa Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (Caracas, bid&co. editor, 2013), Clarice Lispector: el lugar de la poesía (Santiago de Chile, Ril Editores, 2019), Isolario (Bayamón, Ediciones Aguadulce, 2019) y Palabras sin dueño. Variaciones sobre la traducción literaria (Ciudad de México, Dirección de Literatura UNAM, 2019). Entre otras, ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, Pascal Quignard, Mark Strand, Lorna Goodison, Louise Glück, Patrick Chamoiseau y Yusef Komunyakaa. Dirige la colección Diablos Danzantes en Amargord Ediciones. Cursa estudios doctorales en la New York University. Su trabajo poético ha sido reunido en las antologías Ai margini di un mondo sconosciuto (Roma, Edizioni Fili d’Aquilone, 2019; traducción de Alessio Brandolini) y De ningún viaje se vuelve (Guadalajara, Mantis Editores, 2019).