El Gobierno de Canarias recuerda, así, la figura de una mujer ilustrada, que desarrolló su obra a pesar de las barreras sociales del siglo XVIII
“En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer”. Estas palabras de Virginia Woolf reflejan cómo la historia de la literatura escrita por mujeres ha sido un relato de persecución, desigualdad y olvido. Con el objeto de equilibrar el canon literario, y reconocer la aportación de las escritoras a nuestra identidad y habla, el Gobierno de Canarias ha decidido recordar a María Joaquina de Viera y Clavijo, considerada la primera poeta de la que se tienen registros en archipiélago, y una figura destacada dentro de la Ilustración isleña. Lo hará por el Día de las Escritoras 2024, en un acto institucional que se celebrará el martes 15 de octubre, en el Teatro Guiniguada.
El Día de las Escritoras es una conmemoración de carácter anual, que se celebra desde 2018 en Canarias con el objetivo de visibilizar y reconocer el legado de las autoras. La celebración se convoca en torno a la festividad de Teresa de Jesús, el 15 de octubre. Con esta ya son siete las ediciones de reconocimiento protagonizado por primera vez por Elsa López, y que posteriormente estaría dedicado a Isabel Medina, Olga Rivero Jordán, María Teresa de Vega, Roberta Marrero, Cecilia Domínguez y, ahora, a María Joaquina de Viera y Clavijo.
Nacida en el Puerto de la Cruz en 1737, María Joaquina de Viera y Clavijo era hija de un escribano y creció en un hogar estimulante intelectual y espiritualmente. Sus hermanos, Nicolás y, especialmente, José de Viera y Clavijo fueron figuras de absoluta trascendencia en la cultura insular. Mientras que sus hermanos recibieron una educación enfocada a ser grandes clérigos, la autora luchó por estar al día de la actualidad y los temas candentes a través de las tertulias y las conversaciones con la élite cultural y política de Tenerife y Gran Canaria, de la que formaba parte.
Con la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII, se revisa el papel social de las mujeres, aceptando dotarles de cierta instrucción educativa, y permitiendo su producción literaria en el caso de que esta promoviese la devoción y moralidad cristiana o su rol familiar como madre, esposa o hija. Así, la obra de esta autora se consagró a la religión y al misticismo.
De su trabajo destacan numerosos poemas que recrean la vida de Jesús o de temática marianas, como otros que exaltan la amistad entre mujeres o exhiben su pensamiento ideológico con los versos patrióticos dedicados a la victoria de Tenerife contra Inglaterra en 1797 o a la defensa de Fernando VII durante las guerras napoleónicas. También existen textos que elogian a diferentes personalidades de la clase dirigente,
De su personalidad se conoce que fue una mujer moldeada por ideales conservadores y religiosos, con un gran sentido del humor. Así, se la caracterizó por su “discreción, recato y modestia”. Nunca se casó, y ejerció como cuidadora de sus padres y, posteriormente, de sus hermanos durante toda su vida. La filóloga Victoria Galván González apunta a cómo, a pesar de la entrega a su familia y su convicción conservadora, la poeta “optó por desarrollar una vida minoritaria en un contexto cultural y político que auspició un cambio de roles que conllevaba el deseo de participar activamente en las artes o en la escritura”.
Sobre Viera y Clavijo se sabe, también, que destacó como escultora con composiciones de barro, de las que no se conserva ninguna. Como señala Carmen Fraga González, “Su lenguaje está salpicado de pensamientos y vocablos relacionados con las artes plásticas”.
La creación artística supuso un espacio de libertad dentro de un siglo encorsetado en rígidas estructuras sociales para las mujeres. Sobre su propio ejercicio de creación, la autora escribió: “Con que, en fin, puedo hacer versos/ Aunque calle noche y día/ ¿Para qué quiero la lengua/ Mientras el alma imagina?”.