“La función de la magia en el mundo” Tres poemas de Francisco León

Francisco León (Tenerife, 1970) Foto de cortesía: Ars

Presentamos en la revista Trasdemar una selección poética del autor Francisco León (Tenerife, 1970) de su libro más reciente “La función de la magia en el mundo” (Ars Poética, 2020) Entre las novedades editoriales también publicó este año el volumen de ensayos “Oculto oficio” (Ediciones Franz, Madrid)


UN PASEO

Te acompaño, confusos pasos, como de muertos
dolientes, o tal vez pisadas de premuertos,
por un jardín, camino abajo donde tejen
un arpa las raíces, sin premura, o un pórtico
hacia el fondo del mundo. Te acompaño
pensando en el delirio de estar vivo junto a ti,
en los días tediosos de esta vida final (¿yo, tú?,
como si, en este borde de anonimia, mi yo
sirviera de algo a las fingidas formas,
de testimonio, acaso, o de refugio). Un torpe
descenso humano hacia las capas primitivas,
eso es todo, y después lo incognoscible,
que nos rodea, igual que un mar vacío
gritando en los ramajes de sus playas.
Demasiado doliente, espinos y oleajes,
demasiada existencia. Pero su hechizo,
¿por qué nos aferramos a este simulacro
de inmateriales hierbas y memoria? Después
será como flotar, la casa en calma, como
si una tarde cualquiera hablaras en la niebla,
fumando tus cigarros con viejos camaradas,
en la contemplación idéntica del mar definitivo.
Así me lo imagino, confusos pasos
por un jardín de antimemorias, en estas islas,
pero sin el dolor, al fin lo humano sin dolor
ni resquebrajadura entre los mundos.
(Nos rodea, sucede ahora lo incognoscible,
sin ya remordimientos ni fatigas, sin ya
renuencias desgarradas.) Y bajarás tú solo,
tú solo hacia las playas, detrás del viento,
ya sin el hijo que te lleve de la mano a través
del doliente jardín, hacia las puertas, para ver
por fin, del otro lado de artificios y formas,
el prodigio arrogante, ahora, de pavorosa vida.



MEDITACIÓN A LAS TRES DE LA TARDE

Mientras divago entre palmeras, fabbro,
y recamadas tórtolas de oro, o su acrobacia
efímera en el yeso del muro monacal,
allá arriba en tus fábricas humanas,
como en los altos hornos de la especulación,
tú sueñas ahora mismo lo sublime
con su musa exquisita, el derrelicto,
nave del mundo que flotando
desciende por un Tíber macilento
hacia la gran catástrofe. Así te veo a veces,
invicto al pie de nuestro immundum flumen,
y así es como nos ves, cautivos bajo el velo
de un trópico de farra y duermevela
en los llamados estertores del mundo.
Pero ¿es gracia, espejismo, es una ofensa?
Entretanto, aquí abajo en la ataraxia
en que duermen los pueblos portugueses,
regreso pensativo por las calles sin vida.
Me acompaña el infame rucucú de mis tórtolas,
corifeo insidioso, en este sur baldío,
de nuestros bajos dramas y entelequias.
Nuestro vergel ficticio es una aldea
de cigarras quemadas a las tres de la tarde,
como en las falsas islas de las piedras parlantes.
Así es como nos ves y así te vemos:
en la demolición final de los destinos.
Si soñamos despiertos o nos guía Casandra,
la despiadada, no lo sé. 



EN EL VALLE

Acudo a visitarte, en la estación de la Antesteria,
a través del ardor y las reliquias del gran valle.
Estás al fondo. No hay nada más allá de esta ficción
donde peino tus flores, ramblizos de zahorra,
los segmentos vibrátiles de este sol de palmeras,
el paso raudo de la tribu de gorriones
escrutando el lecho funerario de tus islas.
Picotean los huesos en busca de mensajes,
vuelan en alocadas bandas de pilluelos,
se roban dando gritos, se giran y levantan
santuarios con púas y semillas. ¿Lo ves?
Ahora resides en las mónadas más simples,
en las plumas menudas, en palitos de nidos,
en astillas de cal, en los pequeños búcaros
que tejen las arañas. Aquí, bajo los mantos,
los mantos metafísicos de la meditación,
en el gran valle, nos envuelve la acidia,
como pesadas piedras, y la infancia se mezcla
con un polvo de templos arruinados,
y dentro de los nichos indecisas las fotos,
los rostros y los nombres se evaporan.
Ya no tengo visiones ni voy andando en sueños,
eso vine a decirte, como cuando era imberbe
y hablaba apasionado con las piedras
la jerigonza de los brujos. ¿Lo ves? No hay nada,
los gorriones volando más allá del Empíreo
y, arrastrado en la brisa, perdido en la memoria,
el rumor de una fiesta demasiado lejana.


Francisco León (Tenerife, 1970) ha publicado los siguientes libros poesía: Cartografía (1999), Tiempo entero (2002), Terraria (2007), Dos mundos (2007), Aspectos de una revelación (2009), Heracles loco y otros poemas (2012), Tiempo entero. Poesía reunida, 1999-2016 (2019) y La función de la magia en el mundo (2020) Ha preparado una muestra de poemas de tema canario titulado El sueño de las islas (2003). Preparó la antología La otra joven poesía española (2003). Es autor del volumen de ensayos Oculto oficio (2020). Como narrador ha publicado la novela Carta para una señorita griega (2008) y los libros de relatos Instante en Lucio Fontana (2015) y Reptil con piel de jade (2019). Es autor de un volumen de diarios titulado Ábaco (2005).

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