Fragmentos de “Levitación y trance”, Por Roberto R. Antúnez

En la Revista Trasdemar difundimos la creación literaria contemporánea
Fotografía cortesía del autor

Presentamos en la Revista Trasdemar una selección poética del autor Roberto R. Antúnez (Valladolid, 1976) a quien damos la bienvenida en nuestra revista. Es autor de los poemarios “La Habitación Trashumante” (Ediciones Éride. 2013), “Ovnis en la noche americana” (La Penúltima editorial, 2016) y “Levitación y Trance” (Editorial Páramo, 2024) el cual fue presentado el pasado mes de julio en Las Palmas de Gran Canaria. Los textos escogidos integran parte del volumen poético que obtuvo la beca de Creación Literaria del Ministerio de Cultura en 2021, siendo además un libro cuya presentación en el Fundación Museo Oteiza de Navarra contó con un trabajo de experimentación sonora y poética (“Levitación y trance”) con el músico y artista, Ricardo Suárez. El autor Roberto R. Antúnez ha colaborado con fotógrafos como Rafael Arocha, Benigno Bollo y Eli Garmendia. Compartimos los poemas en nuestra sección “Telémaco” de poesía contemporánea

Portada del libro / Editorial Páramo

Este libro no tiene prólogo. No quiere ser explicado o no necesita de la comprensión de nadie. Este libro sangra y llora y se contradice a cada palabra. Este libro se queda en el centro de la noche, entre los animales salvajes y el ruido antiguo de las estrellas, lejos del fuego que se desnuda sereno y reposado en las chimeneas de vuestras casas. La llanura no cabe en este libro y por esto tal vez todo esto sea ridículo. Una derrota hermosa y brillante ¿Pero por qué no iba a intentar escribirla? La llanura es parte de mi vida. Es una profunda contradicción que brota de mi cabeza y que siempre termina en el invierno. Es mi paisaje visual agujereado y libre de tensión estética. Mis dedos que escarban y escarban para solidificarse en filamento y raíz. Me vacío las pupilas para volver a respirar.

Alguien ha lanzado una piedra que viene a configurar mi brecha. Un dolor rojo y neolítico que aspira a un éxtasis pequeñito. He leído a Jorge Oteiza y me ha enseñado a no soliviantar el vacío. A cuidar su silencio, a acariciarlo y sobre todo a nunca tratar de domesticarlo. He desenterrado los márgenes del holograma del que hablaba David Bohm y que tanto se asemejan con esta llanura. Holograma y el consuelo de lo que no tiene fin. El universo es una realidad multidimensional. Quién odie o quién ame o sienta indiferencia por este libro son parte de la misma cosa. El invierno y el trance albergan la totalidad igual que las alas tornasoladas de una mosca.

Este libro no tendrá epílogo. No quiere flores ni epitafios. Solo ansía expandirse, crecer exponencial por entre la concavidad de estos campos geométricos. Este libro no está basado en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad es pura ficción. Es un grito y un gemido. Ama el desbordamiento y la crecida. La velocidad de la luz. Este libro está escrito únicamente para confluir en ese verso de Mario Santiago Papasquiaro que resume dos mil años de poesía: “Dios es rupestre & el Big-Bang su bisonte desatado”.

(No) Prólogo / Roberto R. Antúnez

Fragmentos “Levitación y trance

Paul Goldberger dice que el espacio es jerárquico y secuencial. He comprendido que el predominio de la llanura se va horizontalizando. Se va postrando por decisión propia. El grado ínfimo de la jerarquía hasta llegar al cero absoluto. Ningún elemento del paisaje predomina sobre el resto. El cielo no es más que los campos de trigo, ni la meseta ocre es más que los pinares. Encajan las piezas, eso es todo. Desde hace tiempo camino una totalidad armónica y equilibrada no vertical.  
                                               La llanura es la anarquía tranquila del paisaje.


Mi abuela me contaba que a veces se les hacía demasiado tarde trabajando en el campo y se quedaban a dormir allí. No sé si toda la noche, pero prefiero imaginármelo así. Cientos de personas desperezándose en un trigal al amanecer podría ser un plano secuencia de una película de Tarkovski pero en realidad eran los momentos previos de un nuevo día para un puñado de gente que iba a poner a prueba su resistencia bajo un sol tembloroso de verano. Ellas militaban en el expresionismo abstracto sin saberlo. Eran las nodrizas que amamantaban a la llanura y desordenaban los principios de la clase trabajadora, cumpliendo así con la segunda ley de la termodinámica.   

...

Los campesinos y las campesinas han ido cincelando la llanura durante cientos de años. La han vaciado y la han vuelto a llenar, han ido aislando su vacío, apagando su expresividad y haciéndola receptiva. Es una inmensa “caja metafísica” de Oteiza, todavía sin concluir en este otro “noroeste conceptual”.Oteiza veía desaparecer a los bertsolaris en un mar de olas recitadas, yo veo a las campesinas hundiéndose tristes en el regazo cóncavo de la niebla.  


El invierno guarda todos los sonidos desde el principio. El meteoro cayendo sobre los suelos helados y solitarios. El respirar de los helechos dormidos por la arquitectura delicada de las arañas. Las huellas de los gigantes. El crepitar de la yesca cuando se acabó la paciencia con un rey dormido. Los bailes de los campesinos al terminar la siega. El grito de la miliciana al parir entre los vacíos polvorientos cuando la hora del ángelus se volvió roja y negra.

…….
.La llanura es desplegarse las pupilas y vaciar(se) en el recipiente rojo del dolor
La llanura es una totalidad no fragmentada llena de pájaros.
La llanura es un espejo donde se refleja la galaxia cuando era niña.
La llanura es un laberinto humilde donde cada noche el Minotauro contempla aterrado
La trayectoria nerviosa de los drones.   
La llanura es un desierto policromado.
La llanura es una infinita pintura rupestre a cielo abierto en la que dios - madre no ha tenido nada que ver.
La llanura es el lugar donde confluye el rozamiento de los inviernos con el tiempo.
La llanura es una circunferencia de excentricidad nula que en estas páginas
desoirá las leyes de la geometría.
…

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Desfiguro la silueta imprecisa del verbo. Y mancha su líquido amniótico, ya lo creo que mancha. El sustantivo y el adjetivo se han contaminado de su infinitud. Ahora es cuando suceden los prodigios.
Coger acariciar
                vierto  ella  apuntala
circunferenciamos las esquinas de la nada           
soliviantar la mirada negra de los incendios
o                  descoser y divagar la metafísica del pespunte
agujerear               anegarse y volver agujerearse
                 martillean los goznes de la cuarta dimensión
           aclimatarse al carbono catorce impregnado en la cruz de neón
que ilumina el Gólgota y sin embargo es llanura-holograma  
sublevarse erizado
                                 y
reivindicar el fuego y la soledad de las que yacen indómitas en la noche de piedra

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