“Canción de la tierra a un muerto” Poemas de James Rodas-Serna

En la Revista Trasdemar difundimos la literatura contemporánea en español
Fotografía cortesía del autor para Trademar

Desde la Revista Trasdemar presentamos una selección poética del autor James Rodas-Serna (Remedios, Colombia, 1997) a quien damos la bienvenida en nuestra sección “Continentes” de literatura contemporánea. Nuestro colaborador realiza sus estudios de Doctorado en Ciencias de la Educación en la Universidad de Alicante (España). Es Magister en Investigación Educativa de la Universidad de Alicante (España) y Licenciado en Educación con énfasis en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia (Colombia). Autor del poemario “El libro de los latidos” premiado en 2020 con el premio Narrativas indefinibles de la Secretaría de la Juventud de Medellín. En 2021 publicó el libro de poesía crítica “Nada permanece tanto como el olvido” (Editorial Eón) el cual ha sido difundido en distintas revistas de Colombia, Brasil, República Dominicana, Haití, México y España. Ha participado en diversos eventos como el Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo (República Dominicana) en 2018, el Encuentro de Jóvenes Poetas del Caribe (Basseterre, Saint Kitts and Nevis) en 2018 y en el Festival Internacional de Poesía Popular (Medellín, 2021)

James Rodas Serna, es un buen ejemplo de esta estética subterránea que emerge no por las fisuras abiertas en los discursos dominantes por ninguna crisis sino, muy al contrario, por la propia reestructuración ideológica de esos discursos, porque ha encontrado en el propio desplazamiento argumental, expositivo, formal, de la ideología dominante, la manera de hacer visibles los efectos de dominación, los medios de sujeción. Es decir, lo característico de esta poesía es que sigue al discurso dominante hasta donde ya no puede respirar, hasta el lugar enunciativo donde le resulta insoportable estar porque disminuye su credibilidad o se rompe su capacidad de conformarse como lazo social, mostrándose como simulacro, o porque se muestra dañino donde antes parecía producir bienestar, y necesita entonces variar de posición.

Aquí entonces, se pinta la estela de ese desplazamiento (el rastro de la operación realizada por la ideología dominante) y alcanzamos así a ver los hilos de cada trama. Su mirada y su voz inauguran una escucha social, describe un conflicto inexistente para la ideología, pero, sobre todo, convierte la poesía y la escritura en uso social.

JEAN CASIMIR

(Profesor de Sociología, Universidad Estatal de Haití)

De prólogo del libro “Nada permanece tanto como el olvido”

BUENOS DÍAS, NECRÓPOLIS

A todos nos tocó ver la sangre,
riachuelos hechos sangre
con olor húmedo a carne.

A todos nos tocó recoger
los cuerpos mutilados.
Bajo la tierra…
sus cabezas,
sus pieles,
sus manos,
y los árboles envueltos en cadáveres
con una abundante cosecha de odio.

No volverán a decir buenos días;
solo los cobijó la palabra silencio
porque los muertos no apetecen
en este amargo continente
sin olor a memoria.

Porque aquí no se lavan muros ni calles,
ni asfalto con sílice y sal;
se lava el recuerdo
y el aroma de los mutilados,
y de los muertos
que edificaron ciudades en esta

NECRÓPOLIS disfrazada de urbe


CANCIÓN DE LA TIERRA A UN MUERTO

Cuerpos que nacen vencidos,
vencidos y grises mueren:
vienen con la edad de un siglo,
y son viejos cuando vienen.

-Miguel Hernández

El ruido de las bombas estalla,
los cuerpos caen al suelo,
y el horror se hace dueño
de la tierra y del alma.
Las madres lloran a sus hijos
y con los ojos ensangrentados
viven las mañanas
en campos yermos y desolados
que por miedo esconden
el fruto de sus higos.

Vuelve siempre una canción
con la antigua sensación
de muerte en los labios.
Las lágrimas flotan para silenciar la palabra
pues solo el llanto ha permanecido
en la canasta de cosas vitales
que se lleva siempre
como un manto de pordiosero.

Hemos sido testigos
del esfuerzo de unos brazos,
del pavimento gritando la palabra redentora, pero nadie sabe cómo lavar al mundo
cuando su corazón está tupido de barro.
Algún mástil de mármol sembrará dulzura mas los azadones ya han sido usados cavando fosas para muertos grandes.

Joven, ¡he aquí tu tumba recién cavada!
Este rayo de luces fugaces no cesa
pues en este lodazal de cóndores
hasta el hierro más áspero se marchita.
No hay manos para limpiar tu rostro
porque cada palma,
a golpes y a zarpazos
convierten su adiós en herida.

Cada lágrima de tus ojos
no lavará el mundo,
solo ahogará muchedumbres
y abrirá nichos en la tierra
donde un sol no terrenal
un día recobrará la dulzura.

Escucha lo que ahora
mi corazón te proclama:
ya vendrá el silencio
que recopila recuerdos
y con una manguera
anudará en la garganta miles de voces.

Ya vendrá el tiempo de la siembra
donde será preciso
limpiar la tierra de cizaña.


CAMPO DE GUERRA

Estoy tratando de hablaros de mi patria,
que ahora es un punto
cardinal de mi tristeza,
y quiero separarme de ella,
como amantes cuyos abrazos rompieron.

Mi patria
hoy no es más
que un nido de cobardes:
unos vestidos en lino fino
otros escondidos
en sus trincheras y fusiles.

Las plazoletas y anchas calles
se prestan bulliciosas
con la metralla y las bombas
como alimento y voz de auxilio.

Aquí he nacido;
y ahora,
atado a la sangre
de los inocentes
todos sabemos
que la sonrisa no es nuestra,
que nunca ha estado
en nuestros labios,
en nuestras manos.

Pero no podemos quedarnos
callados ni doblegados,
sino llenar el aire de espaldas combativas
aunque todo haya sido
traducido en llanto
por los hombres de odio abundante.

Lloramos porque no hemos nacido
para morder el polvo
ni para silenciar la palabra
ni para contemplar el llanto,
sino para hacerlo grito;
arma que rompa los muros
del dolor difundido.

En siglos de esta Historia
nada ha cambiado:
siguen los mismos herederos del poder,
sigue la guerra disfrazada de lucha,
látigo para el negro,
opresión para la mujer;
bala y fusil a la prole.

Aquí solo el hambre ha crecido,
solo la muerte vive dignamente.
Ya no hay lugar ni en los cementerios
ni en los ojos llanto
ni en los labios besos,
ni para las niñas escuelas […]

ni en este
CAMPO DE GUERRA
hay patria.

NADA NOS PERTENECE

Estoy sintiendo todo lo que vivo
porque tras estos latidos
no seré más que un susurro
al que le acompañarán las palabras.
Atravieso la noche
y siento las estrellas;
cuando amante,
siento cada mano, cada boca
y cada perfume que me acaricia;
mis ojos, mis anteojos,
miran arreboles mas también
funestas noticias.

Al fin, hemos nacido para vivir,
o, tal vez, solo para morir;
ya no lo sabemos…
en últimas,
el mundo es quien
nos hurga el equipaje
y a ciegas muda nuestros sueños
y las máscaras.


CINCO FUERON MASACRADOS

Cinco fueron masacrados
“en la sucursal del cielo”,
sobre la caña
de un Llano Verde;
tal como hace cinco siglos:
reino del látigo aún para el negro
que se mantiene callado,
doblegado
y despedido de la urbe
bajo techos que la luz
de las estrellas perfora.

Cinco fueron masacrados,
desterrados de su infancia,
acostados sobre un suelo
que se hace fecundo con su sangre.

Cinco masacrados
y atados por sus venas al barro,
como si no bastase su color
para vivir ya una vida de rodillas.

Cinco fueron masacrados
y los residuos de su silencio
solo nos recuerdan
que aquí nunca habrá paz,
tan solo la sombra de un llanto
que jamás será escuchado
por ser el llanto de los sumisos.

Cinco fueron masacrados.

Solos,
combatidos,
golpeados,
y abatidos
en las puertas de la patria del odio.
Matanza y nosotros callados.

Porque el que habla,
guarda miedo al exilio
y, sobre todo

/ a la sordera de este mundo.

NOS QUEDA POCO TIEMPO

Menos
que una vuelta del reloj de arena.
Solo basta apretar el botón
para ser menos que ceniza,
para ser una niebla de lo que fuimos,
para que en Marte o en Urano
nunca nadie sepa
que existió María,
Ana, Manuela, Pierre, Lee, Ramón;
que hubo un país llamado Rwanda
y un continente llamado Oceanía.
Que hubo negras, armenias
kazajas y haitianas.

Nos quedan solo ráfagas,
machetes y misiles
para saciar la sed de odio
que siente el que cree que Alá
folla más que Jesús
o que Buda es más paz que el Vudú.

Quedan solo segundos
para que en Siria y Yemen cese la guerra
para que en México no vuelva el fútbol.

Queda poco,
porque un día,
cuando agonizábamos
nadie paró el cataclismo.

A todos les importó el futuro de su país,
pero nadie se preguntó
por el futuro de la Tierra.

EL AMOR

viaja por toda la Tierra
con sus antiguas escrituras
llenas de intactos jeroglíficos.

No podemos leer
en su piel ni el Alfa o la Omega;
pues su alfabeto está hecho
de signos salvajes
que aprendemos en sueño,
en derrotas,
en hondas heridas
o por una carretera sin señales
de “gire a la izquierda”.

LA REVOLUCIÓN ES UNA PIEDRA

que debemos pulir
todos los días de nuestra vida.

EL AMOR CRUZA LA TIERRA SOLO

abraza cada herida,
soporta el dolor del mundo
y nada pide a cambio…
ni siquiera palabras.

Llega como un cometa:
desde lejos y sin hora.
Nunca avisa,
pues él
tiene la llave
de todas las puertas.


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