Narrativa “El Volcán de Cumbre Vieja” Por Víctor Yanes

En la Revista Trasdemar difundimos la actualidad literaria de Canarias
Fotografía cortesía del autor para Trasdemar

Desde la Revista Trasdemar presentamos la colaboración especial dedicada al volcán de la isla de La Palma, a cargo del escritor Víctor Yanes (Tenerife, 1974) Poeta, narrador y articulista. Su primer libro de poemas “Cuando Yo era Otro” se presentó en el Ateneo de Madrid en 2007. El Centro de Estudios Caribeños de Las Palmas de Gran Canaria le concedió un accésit en el concurso de poesía La calle que tú me das. Forma parte de la antología Autores en La Palma. En 2015 presentó su segundo poemario, “Animal Luminoso”. Su poesía ha sido escuchada en programas radiofónicos como el ya inexistente Entre dos luces, de Radio Nacional de España, y ha colaborado en revistas como la extinta Liberación, Togas y Letras o El Brinco. Compartimos la crónica de nuestro colaborador como un homenaje a la sociedad y a la isla de La Palma, en nuestra sección “El invernadero” de narrativa contemporánea

Y así 85 días y un carrusel demoledor de informaciones, cuando cada información se corresponde con una imagen y cada imagen posee una historia humana y cada encuentro con la realidad una potente narrativa y cada persona es un mundo diferente y cada cual malvive o simplemente vive y siente y sigue adelante

VÍCTOR YANES

Yo también fui un corazón desbocado que siente con fuerza la revelación dura y violenta de la naturaleza. Su furiosa manifestación en forma de ruptura de la corteza terrestre fundó en el calendario una nueva onomástica: el día sin olvido.

Eran las 15 horas y 11 minutos del domingo 19 de septiembre de 2021 y, un poco antes, en la antesala de la explosión interna de la isla, mi gato advierte con su comportamiento la inminencia del caos; maúlla raro, como si instintivamente supiera algo, e inventa una nueva música gatuna del miedo, en el momento en el que, muy probablemente, el magma ascendía ya a toda velocidad hacia la superficie de la tierra. 15 horas y 11 minutos de un domingo cualquiera en la historia de mi vida. Me asomo a la ventana de mi casa, estoy en el municipio de El Paso, municipio que alberga la existencia de la nueva montaña, imponente, robusta y ahora, por fin, dormida, y veo una alta columna de humo marrón y blanco. No puedo pensar porque me transformo en una ciega y muda máquina de sentir. No puedo articular palabra, emplear el lenguaje ni ordenar el pensamiento. Solo siento un vértigo sin balanzas racionales, una emoción dominante y perturbadora. Reacciono instintivamente tomando aire para atemperar la ansiedad ocasionada por el profundo asombro. Escucho a los vecinos gritar: ¡Estalló el volcán!, ¡Estalló el volcán!

Salgo de casa, subo a toda prisa una calle empinada y observo estupefacto una descomunal columna de humo caliente que se internaba en el cielo. Lo inimaginable había ocurrido y yo me sentía estúpidamente afortunado por estar siendo testigo de primer orden, casi sobre el terreno, de una erupción volcánica. Un espectáculo de la naturaleza que imaginé solo en un lugar primitivo de mi mente onírica, en mis sueños aterradores y alucinaciones epilépticas de mi infancia, pero nunca conformando este realismo absoluto e inquietante.

Estábamos avisados, todas las argumentaciones científicas apuntaban en una solo dirección, la inminencia de una erupción volcánica en la isla de La Palma. Pero por alguna razón sin descifrar todavía, una parte de nuestro ser nos impide pensar en el terror de la catástrofe que irrumpe en nuestras vidas como una incontestable sepultura. Nos resistimos a creer que el tamaño de un evento así fuera a ocurrir.

Ocurrió. El domingo 19 de septiembre de 2021 se abrió un gran boquete en la ladera oeste de la isla y se puso el sol y llegó la noche y el volcán entró en una dimensión distinta, nocturna y de siniestra belleza, un ruidoso color rojo anaranjado como un soplete hacia el cielo, ¿quemará el cielo nuestro volcán recién nacido?, ¿cómo amanecerá La Palma el día uno después de la deflagración de la tierra? Y amaneció, un lunes 20 de septiembre, un día plomizo, nublado, con el apetito insomne e interminable de los que no duermen o duermen con el cerebro en estado de alerta porque sufren una incertidumbre indescriptible o porque quieren ver, ver más, incorporar la experiencia terrible casi a la epidermis del propio cuerpo. El 20 de septiembre de 2021 fue la jornada del espanto, la casilla de salida de la pesadilla. Un día de locos. Improbable que pueda llevar a cabo el ejercicio de borrar de mi mente las secuencias de lo que allí, en la ladera oeste de La Palma, estaba ocurriendo.

Ya no era una estampa bonita, una foto hecha con mi teléfono móvil Xiaomi, era una inabarcable emoción ante lo nunca visto antes por un amplio sector generacional de la población palmera. La colada lávica derrumba todo lo construido, destruye casas, hogares de familias hechos con el día a día del esmero para levantar y afianzar un proyecto de vida en un entorno rural y tranquilo. Se solidificaba la sed de espectáculo; invasión masiva de la calzada por los transeúntes curiosos, llegada de cientos de visitantes a la plaza de la iglesia de Tajuya para presenciar, fotografiar la erupción volcánica. Es lógico que un volcán en erupción genere espectadores entusiasmados, pero poco racional es la manifestación de un tipo de extraño trance del ánimo sin normas. Camiones de los militares y de la guardia civil, de la policía nacional, de la policía local, sirenas constantes, gente llorando, se abre una nueva boca eruptiva, evacúan el barrio de Tacande, las espesas y viscosas lenguas de lava, a más de 1000 grados de temperatura, van directas hacia el barrio de Todoque, que desaparecerá días más tarde, gente que llora y se abraza, gritos, desespero… Aún hay imágenes que si las veo, luego salen recreadas en mis sueños como una exhibición macabra del sufrimiento. Los decibelios del rugido explosivo del volcán aumentan, tiemblan los cristales de las ventanas de las casas y un terremoto breve, pero sentido, hace que las primeras horas de la noche lunes 20 de septiembre cobren un mayor dramatismo. El desasosiego y el nerviosismo se transforman en una experiencia unánime y general. Una fuerza natural nos unió y nos hizo completamente minúsculos, reducidos a resignados pobladores de una isla de volcanes. Un montón de sentimientos encontrados y una permanente duda sobre cuál será tu muerte, si morirás de un sobrevenido infarto de tristeza o por un agobio tal ante los hechos que, minuto a minuto, se retransmiten y que nos presentan el fin de un tiempo, de un barrio entero con el enclave y bastión cultural de su iglesia, que terminó cayendo, y acabó todo y ese pueblo se llamaba Todoque y la desaparición de comercios, cosechas de plátanos, un campo de fútbol, un cementerio y buena parte del barrio de La Laguna. Los camiones de las evacuaciones cargados de pertenencias y de recuerdos y los miles de desplazados que perdieron todo y se quedaron con poco o nada. Vecinos de El Paraíso, Camino Cumplido, calle Alcalá, Camino Pastelero, El Campillo…, y me entran ganas de llorar, pero no lloro y observo y contemplo la monumental catástrofe improbable por inimaginada, mientras el volcán mantiene e intensifica sus explosiones y las bombas lávicas de gran tamaño visibles desde una distancia de kilómetros y el olor a dióxido de azufre y los gases que volvieron el cielo de una tonalidad azul transparente y las lluvias de cenizas que inauguraron un paisaje lunar sobre las calles de las ciudades y pueblos de la comarca oeste de La Palma y los terremotos y las casas en movimiento bajo su sacudida incómoda y así 85 días y un carrusel demoledor de informaciones, cuando cada información se corresponde con una imagen y cada imagen posee una historia humana y cada encuentro con la realidad una potente narrativa y cada persona es un mundo diferente y cada cual malvive o simplemente vive y siente y sigue adelante, porque permanecemos y mantenemos la esperanza en este mundo, en esta isla llamada La Palma.

Víctor Yanes

Víctor Yanes (Tenerife,1974) Poeta, narrador y articulista. Su primer libro de poemas “Cuando Yo era Otro” se presentó en el Ateneo de Madrid en 2007. En 2015 presentó su segundo poemario, “Animal Luminoso”. Embarcado en la narrativa, en octubre de 2020, espera la publicación de su libro de relatos “Historia de un tiempo mínimo”. Actualmente colabora con la web Difunde Cultura Canarias y con el periódico digital personalizable Atlanticohoy.com

Comienza a escribir en 1992, a la edad de 18 años. Consolida pronto su inquietud por la poesía, la lectura y la creación de sus propios versos, que avanzan dentro de un apetito por comunicar una intensa sensación emocional, algo que dentro empuja y empuja, golpea casi. Su poesía ha sido escuchada en programas radiofónicos como el ya inexistente Entre dos luces, de Radio Nacional de España, y ha colaborado en revistas como la extinta Liberación, Togas y Letras o El Brinco. Formó parte del equipo coordinador del encuentro de escritores Félix Francisco Casanova que se celebra, con carácter anual, en la isla de La Palma y en la organización de Los Jueves Literarios en la Biblioteca Municipal de Candelaria.

El Centro de Estudios Caribeños de Las Palmas de Gran Canaria le concedió un accésit en el concurso de poesía La calle que tú me das, siendo su trabajo publicado en Antología cercada. Forma parte de la antología Autores en La Palma.
Además se ha embarcado en proyectos culturales: el festival de literatura Las Tres Orillas y el programa de radio La hora de los invisibles.


Deja un comentario