david guijosa “Tres cuentos de cuerpos desapareciendo”

david guijosa (Suecia, 1981)

Presentamos en la Revista Trasdemar a nuestro colaborador david guijosa, en la sección de narrativa contemporánea, con una breve muestra de textos entre los que destaca Habitación Vacía, galardonado en la I Edición del Concurso de Microrrelatos de Amnistía Internacional Madrid “Escribir por Derechos”


El cubo

Se cumplía la fecha del señalamiento para el juicio oral. Aunque a esa hora y con el sistema que tenemos, prácticamente no había nada que dirimir. Sería una condena a pesar de que no hubiese cuerpo. La acusada no tenía defensa legal y sentenciarían con facilidad. Las pruebas: un puñal con huellas, testigos oculares de la fiesta y aquel cubo negro del tamaño de una impresora mediana. La única pregunta por responder la hizo de nuevo el detective, cogiendo un recipiente que le habían traído y agitándolo en el aire sobre su cabeza.

⏤¿Sabe qué, Sra. Matilda Gamella Circe? Todavía tenemos unas horas antes de empezar. Si quiere… Si quiere, todavía puede mostrarnos cómo ocultó usted el cadáver en el… ⏤Se quedó mirando un momento el interior de lo que tenía en la mano⏤ Es decir, cómo lo hizo. ¡Si es que tiene una explicación mejor que la homeopatía!

En la declaración rezaba que había introducido al muerto en el interior de una cubeta negra para el hielo, de esas que mantienen el cava reunido en un solo sitio. Los testigos lo corroboraban, todos la vieron apuñalar a la víctima, un hombre más alto que ella, con un traje gris quizá, de pelo negro o castaño oscuro, a lo mejor moreno de piel; nadie pudo añadir mucho más a su descripción. Aunque todos estaban de acuerdo en que habían visto a la detenida apuñalar a alguien, y era un hombre, seguro. Del que por ahora solo quedaba la sangre en el cuchillo y algunas salpicaduras en el suelo. Al menos el laboratorio había podido establecer que la sangre era de origen humano, aunque no sabían a ciencia cierta de quién era.

⏤Si al final resultará que no mató a nadie, ¡no me jodas! Pero ya verá que le vamos a encontrar. Eso se lo prometo.

Porque era algo improbable. Después de haber vaciado todo el hielo en el suelo metió a un hombre entero ahí dentro y después ni humo; y nadie podía explicarlo. Y estaba claro que las dimensiones del objeto impedían que un cuerpo humano, por pequeño que fuera, cupiera allí.

⏤Vamos a dejarnos ya de gilipolleces, ¡qué estamos en pleno siglo XXI, coño! Mire, le voy a decir algo. Hemos encontrado este otro cubo aquí en el edificio, este que tengo aquí. Y he pensado que si en realidad utilizó un cubo como este para hacer desaparecer a la víctima, no tendrá problema en repetirlo con este que le doy yo, ¿no? ¿Al fin y al cabo si lo que hizo se explica con ciencia se podrá replicar, ¿digo yo?

La acusada hizo lo que le pedían. Primero cogió el cubo con las dos manos, luego introdujo los dedos y poco a poco el brazo hasta el hombro; y tras él fue la cabeza con el cuerpo entero deslizándose en un solo movimiento. De repente, se había esfumado frente a los ojos de los asistentes. Todo seguía la lógica. Nunca se desvela el truco.


Abono

Tras su larga peregrinación hasta los espíritus para traer de nuevo vida a la tierra seca de los cultivos, un mes después de haberlo enterrado, de vuelta en la aldea, de la tumba del chamán creció por fin un huerto que dio de comer incluso a los incrédulos.


Habitación Vacía

En las aldeas del interior de la India más alejadas del turismo védico, todavía les ponen precio a las niñas. Para la mayoría su destino no será un burdel sino la cocina y la alcoba marital de alguna familia. Se dice que en esas aldeas que comercian sin pudor con sus hijas habita una casta de mujeres que nadie ha podido pagar. El único dueño de sus cuerpos son ellas y no se ponen precio.

Sin embargo, un hombre audaz que no respetaba ni la sabiduría popular ni a nadie que no fuera él mismo, decidió un día secuestrar a una de aquellas mujeres para convertirla en su esposa. Los que saben dicen que nadie puede someter a las mujeres de esa casta porque son capaces de desvanecerse a voluntad. Pero, quién cree hoy en leyendas.

Cuando el secuestrador hubo llegado hasta su casa, condujo a la mujer hasta un cuartucho sin iluminación, aseguró el cerrojo y corrió a comunicarle a su familia que lo había conseguido. Por supuesto, toda la familia quiso ver a la nueva esposa y les llevó corriendo hasta el cuarto donde la tenía encerrada. La madre, orgullosa, estaba al lado de su hijo victorioso cuando abrió la puerta para encontrarse en el umbral de una habitación vacía y en silencio. En el lugar donde debía llorar una mujer secuestrada quedaba únicamente un montículo de arena y sobre él un pedazo de madera con dos palabras talladas: yo decido.

(Habitación Vacía resultó ganadora de la I Edición del Concurso de Microrrelatos de Amnistía Internacional Madrid “Escribir por Derechos”)


david guijosa (Suecia, 1981), ha publicado los libros de poemas Traduciendo a Mnemósine (Idea, 2007), naufragar consistió en: (Alhulia, 2008), flygbiljetter (billetes de avión), perteneciente al libro Planeta Turista, Poesía Reunida(Amargord, 2014), volvemos en breve (Playa de Ákaba, 2017) y tiempo sin detener (Trea, 2018). Ha participado en varias antologías de poesía y prosa, de ellas las últimas se titulan La Ciudad Soñada (Ed. Babylon, 2014), relato corto de ciencia ficción y Oír ese río, (Ed. Charpentier, 2017), poema en sueco traducido al español y al inglés. Asimismo, dedica gran parte de su labor literaria a la traducción. Del sueco ha traducido a Anne-Marie Berglund, en el El alba en pedazos (Alhulia, 2007), también poemas de Tomas Tranströmer y Lasse Söderberg incluidos en Ars Poetica (Pre-textos, 2011). Del español al inglés tradujo el largometraje documental Héroes Modernos (2015) del director Juan Alfredo Amil, premiado a nivel nacional e internacional. Es fundador del proyecto Leyendo el Turismo, creado en 2011 junto a Acerina Cruz y Samir Delgado .

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