Presentamos en la Revista Trasdemar la entrevista con el autor Coriolano González Montañez (Santa Cruz de Tenerife, 1965) a quien agradecemos su colaboración en nuestra encuesta internacional dedicada a la insularidad
Somos en función del paisaje físico, pero también del paisaje interior. El insular no solo nace en la isla, sino que se hace en ella. Esta doble vertiente es, a mi juicio, fundamental para el creador de las islas, se halle donde se halle
Coriolano González Montañez
La isla como espacio de creación
¿Qué representa la insularidad para su génesis como autora? Háblenos de su experiencia creativa en el ámbito de la escritura: ¿cuáles fueron los orígenes de su proceso de producción literaria?
No reflexiono sobre mi condición de insular en el momento preciso de la creación. La insularidad se lleva adherida y, si bien me cuestiono acerca de qué significa y en cómo se manifiesta en mi producción literaria, a la hora de plantear el poema todo aquello que subyace en esa condición debe fluir naturalmente, sin imposición propia ni ánimo de mostrarse en mayor o en menor intensidad.
Resulta significativo recordar que mi primer libro publicado en 1994 fue escrito en otra isla, concretamente en Irlanda.
La isla como lugar de influencias
¿Cuál es su relación literaria con la experiencia de la insularidad y las influencias recibidas de la tradición o las tradiciones culturales de su lugar de origen?
En el momento en que se adquiere la consciencia de la insularidad, de la finitud del territorio, del mar como frontera primera y última, comienza la reflexión y la búsqueda de los otros, de aquellos con los que la mirada es compartida. No se trata de dar una relación de artistas con los que he sentido esa comunión sino de aquellos que entraron con sigilo y que se quedaron sin apenas darnos cuenta. En mi caso recuerdo nítidamente las láminas que adornaban las paredes de una consulta a la que acudía bastante desde niño. Cómo quedaba extasiado ante la contemplación de la visión del mar y de la tierra de aquel pintor. Más tarde descubrí que su nombre era Néstor Martín Fernández de la Torre. Poema del mar y Poema de la tierra han quedado para siempre en mi retina. Su obra me condujo a Tomás Morales y a Las Rosas de Hércules. Ese es el gran libro del mar en mi formación. Hay más, pero ellos dos fueron quienes abrieron mi camino.
La isla como proyecto cultural
¿De qué modo considera el valor de la isla o del archipiélago en su propia cosmovisión literaria? ¿Qué opina acerca de las semejanzas y los parentescos entre su lugar de origen y otros territorios insulares?
En el año 2006, en un encuentro en Brasov (Rumanía) organizado por el Instituto Cervantes de Buscarest, se me preguntó, en una mesa redonda a la que asistía con Rosa Lentini y Jesús Hilario Tundidor, junto a tres poetas rumanos, entre ellos Eugen Dorcescu, acerca de la insularidad, acerca de cómo esta influenciaba en mi escritura. Era finales de noviembre, había nevado, no había visto el sol en varios días y era noche cerrada a una hora muy temprana. No sabía qué se me iba a preguntar y, sin embargo, cuando me cuestionaron sobre ello, hablé de realidades tangibles, de aquello que me hacía ser como soy y que, por tanto, tenía que subyacer en mis versos. Hablé del mar, de unas islas en medio de océano, del subtrópico, del calor, del sol que en ese preciso momento lucía en las islas. Mientras describía el entorno en el que vivía, casi podía escuchar los sonidos, sentir los aromas. Levanté la vista y observé cómo me miraban los asistentes. Nunca como antes, sentí que el entorno nos cincela, más inconsciente que conscientemente. Pero también me hizo reflexionar acerca de qué significa ser insular, de qué es un territorio insular. ¿La fragmentación del territorio nos hace ser uno solo o varios? ¿Una isla necesariamente debe estar rodeada de mar o se puede ser isla tierra adentro? ¿La isla está aislada o es centro que debe atraer a lo que orbita en nuestro entorno, no necesariamente físico sino fundamentalmente cultural? Ahora que se habla tanto de la España vaciada, ¿son ellos una isla como en algún momento han afirmado? Pienso en la civilización cretense, o en el archipiélago de Japón; pienso si su concepto de insularidad es el mismo que el nuestro. ¿Depende de la extensión del territorio? ¿Qué es ser isla?
La isla como punto de referencia
En su opinión, ¿el paisaje contribuye a la formación de una estética de la insularidad? ¿Qué aspectos considera más relevantes en la mirada hacia la insularidad desde la literatura o el arte?
Todo paisaje, propio o ajeno, influye necesariamente en la creación de una estética. Aunque la orilla es el límite, la extensión del perímetro es más emocional que física. Hace ya bastantes años, en una conversación acerca de la isla, un amigo afirmó: “El paisito es grande”. Y era cierto, pues las distintas realidades del paisaje hacen que muchas veces este sea inabarcable. Porque no me refiero solo a un paisaje físico, no me refiero al conocimiento milimétrico de las islas y al desenfreno de competir por descubrir el rincón más perdido, el sendero menos hollado; me refiero también a un paisaje cultural, histórico y antropológico. La mirada de/hacia/ la insularidad, por la que se me cuestiona, debe tener una doble dirección: interior y exterior. Somos en función del paisaje físico, pero también del paisaje interior. El insular no solo nace en la isla, sino que se hace en ella. Esta doble vertiente es, a mi juicio, fundamental para el creador de las islas, se halle donde se halle.
La isla como vía a la universalidad
¿Cómo le gustaría definir la identidad insular? ¿En qué medida las diversas formas de la movilidad humana, como las migraciones o el turismo, influyen sobre la creación literaria en las islas? Desde su perspectiva, ¿qué lugar ocupan las nociones de cosmopolitismo y universalidad en la cultura insular de cara al futuro?
Es paradójico cómo el archipiélago es conocido universalmente por su industria turística y cómo es ruta de migraciones ilegales desde el África continental, cómo arriban cruceros a los puertos y, sin embargo, parece alejado de las rutas culturales. En un mundo globalizado como el actual, cualquier hecho influencia en la creación literaria. Es obvio que la presencia de millones de turistas en las islas o los miles de seres humanos que llegan en pateras modifican el paisaje físico y emocional, pero también lo es el hecho de la continua agresión al territorio. Los cambios en el paisaje son muy acelerados y la isla muta casi por instantes. La insularidad es una identidad roturada en lo emocional y en lo paisajístico.
Se ha afirmado que la insularidad no es un impedimento sino una puerta hacia la universalidad y, por tanto, hacia el cosmopolitismo; que el habitante de las islas escudriña más allá de los horizontes. Puede que sea cierto, pero no lo es menos que la mirada siempre debe partir del centro y que este se encuentra allá donde se esté. La búsqueda de esos conceptos que traspasan los límites de las orillas debe comenzar aquí mismo. La finitud deviene en eternidad.
Coriolano González Montañez (Santa Cruz de Tenerife, 1965) Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Enseñanza Secundaria Ganador de los premios de poesía “Félix Francisco Casanova” en 1984 y “Ciudad de La Laguna” en 1987, su obra de ese periodo queda antologada en el libro El viaje (poemas 1984-2000). Su obra posterior es Las montañas del frío (2005), El tiempo detenido (2006), Otra orilla (Cuadernos de Guillermo Fontes) (2008), Retorno (The dream is over) (2009), Călătoria (El viaje), (Traducción al rumano y prólogo de Eugen Dorcescu, 2010), la luz, (2010), Cuadernos y notas de viajes (1988-2009), (2011), Mapa del exilio (2016), Premio “Pedro García Cabrera” convocatoria de 2014 y Mapa de la nieve (2019), Premio “Julio Tovar” convocatoria de 2018. Figura en distintas antologías, entre las que destacan La nueva poesía canaria (Editorial Verbum. Madrid, 2001), Los transeúntes de los ecos (Antología de poesía contemporánea en Canarias) (Editorial Arte y Literatura. La Habana, 2001), Poetas de corazón japonés (Antología de autores de “El rincón del haiku) (Editorial Celya. Salamanca 2005), 55 poeţi contemporani (Compilación de Valentina Becart), (Editura Arhip Art, Sibiu, Rumania, 2010), Poesía canaria actual (A partir de 1980) (Compilación de Miguel Martinón), (Ediciones Idea, Canarias, 2010), Ανθολογία Σύγχρονης Ισπανόφωνης Ποίησης (Antología de la poesía iberoamericana contemporánea) (Atenas, 2013), Un viejo estanque (Antología de haiku contemporáneo en español) (Ed. Comares, Col. La Veleta, Granada, 2013), Poesía canaria actual (1962-1992) (La Manzana Poética, Córdoba, 2016) y La escritura plural (33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura) Antología actual de poesía española (Compilación de Fulgencio Martínez y prólogo de Luis Alberto de Cuenca), Ars Poética, 2019. Sus poemas han sido publicados en las revistas “Ágora”, “Cuadernos del matemático” y “Piedra del molino”. Ha colaborado en la revista especializada en haikus “Hojas en la acera”. Ha traducido del rumano los libros del poeta Eugen Dorcescu el camino hacia Tenerife (drumul spre tenerife) (2010) y Las elegías de Bad Hogfastein (2013) Ha sido traducido al rumano, al gallego, al amasik y al griego