“Porción de tierra rodeada de literatura por todas partes” Por Maribel Lacave

Con motivo de nuestro aniversario, Maribel Lacave, escritora canaria residente en la Isla de Quinchao, archipiélago de Chiloé, en la Patagonia chilena, nos ofrece un ensayo sobre insularidad y literatura universal
Maribel Lacave

Presentamos en la revista Trasdemar la nueva colaboración de la autora Maribel Lacave (Las Palmas de Gran Canaria, 1951) Poeta, narradora, ensayista y gestora cultural. Desde 1998 reside en Chile, en la Isla de Quinchao, en la Patagonia chilena, es Presidenta de la Agrupación Cultural “El Rodezno” de Curaco de Vélez, miembro del Comité Editorial de la revista “Cuaderna Vía” y organizadora de los Encuentros de Poetisas de Chiloé. En 2011recibió el Premio San Borondón por su defensa de la cultura y la identidad canaria. Con motivo de nuestro aniversario nos ofrece un ensayo titulado “Porción de tierra rodeada de literatura por todas partes


La isla invade desde antiguo los mapas de los cartógrafos, los textos de los filósofos, las crónicas de los viajeros, los lienzos coloridos de los pintores y los pentagramas de los músicos. La poesía se ha nutrido del sueño insular, desde la Atlántida platónica hasta la Nueva Atlántida de Bacon pasando por la Isla de la Utopía de Tomás Moro y ha llegado crecida hasta los más jóvenes poetas de nuestros días. Poesía continental de las islas soñadas y poesía isleña de las reales.

MARIBEL LACAVE

Isla, según nos cuenta el diccionario, es simplemente una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. En palabras de la poetisa cubana Dulce María Loynaz, una isla es un drama geográfico. Los isleños sabemos que, además del mar, también la rodean por todas partes los sueños, las nostalgias y las utopías, además de los cielos que la iluminan y protegen. El poeta antillano Derek Walcott añade Las islas solamente pueden existir si hemos amado en ellas. Haber amado un horizonte, eso es insularidad.

Cada isla tiene su propia geografía, su propia historia, su propio mar y su propia música, pero todas ellas tienen la peculiaridad de ser un espacio limitado que se puede recorrer, lo que permite esa sensación de pertenencia y de espacio cerrado que invita al sueño de la isla propia, esa aspiración al premio de ser gobernante de la Ínsula Barataria, subyacente a todo individuo que se esfuerza por lograr algo.

La isla ha estado siempre presente en la literatura, desde los albores del pensamiento hasta nuestros días. La mayoría de las islas homéricas tienen seductores nombres de mujer o intensa relación con el mundo femenino, como la isla Eea donde vive la maga Circe, la isla de Ítaca donde Penélope teje y desteje sus nostalgias o las islas Lípari donde moran las seductoras sirenas que atraen a los navegantes hasta sus orillas.

Más tarde, sobre todo a partir del siglo XIII, las islas aparecen relacionadas con las maravillas más espectaculares y las tierras más exóticas y misteriosas, propicias a todo tipo de aventuras, como la Avalón celta, isla vinculada a la gesta del Rey Arturo; la Isla Verde, tierra de santos que recoge la tradición islámica; o como la emblemática isla de San Borondón, la que aparece y desaparece entre sus hermanas canarias y donde, de acuerdo con las leyendas, estaría situado el Paraíso terrenal. Un imaginario que se reconocerá después en las islas del Nuevo Mundo. 

La isla medieval de Monsalvat tiene además connotaciones espirituales y esotéricas, representada como una montaña que emerge en medio del mar y a la que ningún mortal tiene acceso. En ella se inspiró Dante para crear su isla-purgatorio, situada en medio del océano Atlántico. Las islas, como espacios espirituales, fueron evocadas ya por el profeta Isaías en el Antiguo Testamento, como lo serían más tarde por San Juan de la Cruz en las Ínsulas extrañas o por Cervantes en Los trabajos de Persiles y Segismunda. Pero esta dimensión paradisíaca o simbólica de lo insular no está sólo presente en la cultura occidental que se proyectará luego en América tras la conquista. En la India “langka” significa isla, pero también obtener la felicidad. En la filosofía budista como en el imaginario rapa-nui, la isla es el “ombligo del mundo”.

A ese espacio de bondad, ya desde las mitologías antiguas, se contrapone la isla como
ámbito cerrado donde reina la desventura cuando no la maldad. En La Eneida, Virgilio
sitúa en las islas Estrófagas a las Arpías, que encarnan fuerzas malignas y destructoras.
Otras islas “malditas” son la isla de Houynhnms de Los viajes de Gulliver de Swift o la
Isla de los Pingüinos de Anatole France. Junto a esas islas de ficción o de ensueño, hay
otras reales que son verdaderos espacios carcelarios o de pesadilla, como el presidio de
Alcatraz en la bahía de San Francisco, la Isla del Diablo, en la Guayana francesa de
donde se evadió Papillon para contarnos su historia, la isla napoleónica de Santa Elena,
la de El señor de las moscas de Goldwing o la Isla Dawson, campo de exterminio de la etnia de los selk’nam primero y campo de concentración de la dictadura chilena después.


La isla invade desde antiguo los mapas de los cartógrafos, los textos de los filósofos, las crónicas de los viajeros, los lienzos coloridos de los pintores y los pentagramas de los músicos. La poesía se ha nutrido del sueño insular, desde la Atlántida platónica hasta la Nueva Atlántida de Bacon pasando por la Isla de la Utopía de Tomás Moro y ha llegado crecida hasta los más jóvenes poetas de nuestros días. Poesía continental de las islas soñadas y poesía isleña de las reales.

La gesta de Colón está toda ella traspasada de espacios insulares. Partiendo de la Isla de La Gomera y buscando otra isla legendaria, Cipango, la casualidad quiso que los primeros territorios que abordara en el Nuevo Mundo fueran también islas. Los conquistadores traían consigo la visión mítica de maravillosas islas remotas de abundantes riquezas, como Antilia o Brazil, por lo que dieron su nombre a algunos de los territorios recién descubiertos. Pero, además, encontraron en el nuevo mundo otras islas reales y también llenas de leyenda como el archipiélago de Chiloé, apenas esbozado por Ercilla, la Isla de los Fuegos divisada por Hernando de Magallanes o la Isla del Sol en el Lago Titikaka. De esta forma la isla, en su condición de espacio ideal y mítico, se convirtió en una presencia habitual en la trayectoria de la narrativa y de la poesía hispanoamericanas desde entonces.

Isla, sigue insistiendo el diccionario, es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. Dulce María Loynaz vuelve a contradecirlo:

… Los ríos de la isla son más ligeros que los otros ríos.
Las piedras de la isla parece que van a salir volando…
Ella es toda de aire y de agua fina.
Un recuerdo de sal, de horizontes perdidos,
la traspasa en cada ola
y una espuma de barco naufragado
le ciñe la cintura, le estremece la yema de las alas…
Tierra firme llamaban los antiguos a todo lo que no fuera isla.
La isla es, pues, lo menos
firme, lo menos tierra de La Tierra…


Maribel Lacave (Las Palmas de Gran Canaria, 1.951) Poeta, narradora, ensayista y gestora cultural, ha sido traducida al portugués, árabe, italiano, inglés y mapudungun. Muchos de sus poemas han sido musicalizados por cantautores españoles, latinoamericanos y africanos y está incluida en numerosas antologías, tanto de poesía como de narrativa. Ha recibido destacados premios y reconocimientos tanto literarios, como de Derechos Humanos, entre ellos el Premio San Borondón 2011, por su defensa de la cultura y la identidad canaria. Ha participado en numerosos Congresos, Encuentros y Ferias del Libro.

Graduada Social, sindicalista, luchadora incansable por la independencia del Sáhara Occidental, a cuyo pueblo está destinada gran parte de su obra, ha formado parte también de otras organizaciones de solidaridad internacional y ha colaborado con instituciones y ayuntamientos en diversas iniciativas tanto políticas como culturales.

Es Presidenta de la Agrupación Cultural “El Rodezno” de Curaco de Vélez; miembro del Comité Editorial de la revista “Cuaderna Vía”; organizadora de los Encuentros de Poetisas de Chiloé y de los Encuentros Internacionales de Escritoras y Escritores de Chiloé y miembro fundadora de M.I.E.L. (Movimiento Internacional de Escritoras y Escritores por la Libertad), organización convocante del Día de la Insurgencia Cultural. Desde 1998 reside en Chile, en la Isla de Quinchao, en la Patagonia chilena, desde donde sigue colaborando con diversas publicaciones tanto latinoamericanas y saharauis como españolas.

Entre sus libros publicados, destacan Con toda la mar en los bolsillos-poesía- (CCPC-Canarias-1983), Donde sólo media luna –poesía-(CCPC-Canarias-1988), Sin Fronteras –poesía- (CCPC-Canarias-2000), Dos para un tango – cuentos en coautoría con Constantino Contreras- (Kolping-Chile-2001), Como florece el Dafne en el invierno –poesía-(Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana-Canarias-2004), Cuentos de la abuela Majareta –literatura infantil-(CCPC-Canarias-2005), Los Canarios del Lago Budi –ensayo histórico-( Ed.-Idea Canarias-2007), Los mundos de Gali –novela juvenil-(CCPC-Canarias-2008), Isla Truk -poesía en coautoría con María Jesús Alvarado-(Puentepalo-Canarias-2011), Cuentos al revés -literatura infantil- (Cabildo Fuerteventura-Canarias-2012), Mestizada. Susurros para Paula –poesía-(CCPC-Canarias-2013), Cuentos Insulares al alimón –cuentos en coautoría con Constantino Contreras-(Mercurio Ed.-Canarias-Ed. 2014), Granos de arena -microcuentos en coautoría con Constantino Contreras-(Gráficapunto-Chile-2015), La balada de los dinosaurios y otros recados –poesía-(Ed. Abrace-Uruguay-2018), El mito de la Pincoya –ensayo- (Ed. Abrace-Uruguay-2018), Mujerío poético I – antología de poesía femenina (Ed. Puentepalo – España 2019).

Un comentario

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