“El hombre cielo” Por Lucía Rosa González

En la Revista Trasdemar presentamos la serie de colaboraciones especiales en homenaje a Andrés Sánchez Robayna

Presentamos en la Revista Trasdemar la serie de colaboraciones especiales en homenaje a Andrés Sánchez Robayna (1952-2025), la escritora Lucía Rosa González comparte desde la isla de La Palma el texto “Encuentros casuales con el poeta. El hombre cielo” dedicado al autor galardonado con el Prix Mallarmé étranger por la traducción del libro “Por el gran mar / Par la vaste mer“. La serie de homenaje está ilustrada con la fotografía de la serie dedicada a Andrés Sánchez Robayna, en el Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma, cortesía de Daniel Mordzinski

Dada mi condición esquiva siento no haberle confesado que del volcán salvé la tonga luminosa de sus libros y aquel poema que concebí

LUCÍA ROSA GONZÁLEZ

¡Debe de ser él! Se palpaba en la luz atardecida de la calle Heraclio Sánchez de La Laguna. De pronto se detuvo y se giró. Yo ya estaba virada. Recibí el viento que salió de aquel abrigo negro en volandas. Le vi los ojos que escapaban del mundo y los labios entreabiertos. Algo leve parecido a un saludo esbozó entre dientes. Noté una fugacidad, como una voz dorada que se esfumaba cayendo luego despacio. No sé qué sucedió después en su camino. Yo quería alegrarme, sola, disfrutar de aquel trocito de saludo incipiente, casi un susurro. Pero alguien de mi familia retrocedió y me dio un tirón. Qué te pasa, muchacha, estás como embobada. El poeta. Es. Era 2017.

Al año siguiente, en una de mis frecuentes visitas a la librería Lemus, yo estaba sentada sobre el suelo de baldosas frías entre dos estantes altísimos con mi indecisión en su máxima expresión, libros repantigados sobre mi faldriquera, autores en montoncitos, los títulos que brillaban subrayados en la hoja del bloc de libros para traer a La Palma. Llevaba un rato leyendo en Visor a Salah Stétié enfocando el libro de cubiertas negras hacia una hebra de luz que venía de más allá de algo cuando sentí una presencia, un silencio respirando dentro de aquel pasillo sometido a la proximidad de lomos. Vi a mi derecha quietos unos zapatos oscuros. Con solo alargar una mano, los alcanzaría. Pero trepé con la mirada por la línea del amplio pantalón y arriba, suspendido entre dos estantes, lo volví a ver. Él. Pensé que, aunque aparentemente sonrieran, los ojos caídos de los poetas más bien aspiran un aroma de años en la mente de la gente que observan desde arriba, y logran que el espacio que hay entre dos gentes suene. Porque cuando alzó la mano para aprobar el libro que temblaba entre mis manos, oí la distancia desde su pensamiento hasta mi perplejidad feliz.

En 2022 coincidí con él en La Palma invitada por el IV Festival Hispanoamericano de Escritores. Pasmada ante aquel rostro enigmático le entregué “Páginas trasladadas” y a la mañana siguiente vibró en mi móvil la voz resinosa del poeta. ¡El milagro! Y aunque quizá mintiera sobre tales hallazgos poéticos, disfruté de ese cielo que a veces se mueve deambulando por la huerta, convencida de aquella generosidad.  

Dada mi condición esquiva siento no haberle confesado que del volcán salvé la tonga luminosa de sus libros y aquel poema que concebí enroscada en el suelo tan cerca de sus zapatos que ahora veo azulados, etéreos, envolviéndolo todo de una neblina flotante tan sutil que hace que en el paisaje resuenen inagotables sus pisadas.

EL HOMBRE CIELO

Lo he de contar, fue así:

abajo estás sentada sobre el piso,
más piel fría que suelo.

Las rodillas en cruz,
los brazos destronados
para llegar mejor a los poetas
errantes en las baldas,

feliz e hipnotizada,
postrada ante unos pasos
que se salen del mundo
de la estantería de obras literarias,

miras el techo abierto
y allí descubres
al hombre cielo, arriba,
colgado de las lámparas de aceite,

la voz de la otra orilla,
la voz que reflexiona,

y dándote de frente, en propia cara,

el hombre cielo quieto,
de pie junto a las baldas,

los bordes de sus ojos imprecisos
en su tristeza larga,

y en el lado del lado,
el hombre cielo
y en el alrededor,

omnipresente todo el hombre cielo,
el otro mundo,
tiene que ser el otro mundo,

¡qué eternidad de esa que se rompe
si incluyes el misterio!

Desvías el pensamiento, lo suplantas.
Mira tú, piensa esto,
y aquí se crea el vínculo hombre cielo,

ese vínculo extraño que se da
entre individuos que aman
el mismo objeto,

¿entiendes el deleite?

Observas sus zapatos,
no queda otra, a medio metro de
tus ojos impuros

nada de barro por los bordes
ni restos de excrementos de las cabras,
eso salta a la vista,
la causa no está sucia,

si fuesen los zapatos de tu padre
olerían a estiércol,

no debes transformarlos en tu mente,
se deformarían, ya no serían
palabras de poeta,

deja que el hombre cielo las relate:
no escribe muerte vieja o delicada
escribe muerte a secas, te estremece,

le da ese toque eterno
que emanan los poetas que admiramos,

se desvían de sí,
se salen del contexto,
vivifican lo inerte,

median entre sus versos
y el polvo que les entra a sus estrellas,

estrellas calcinadas
por decir algo bello,

la luz de aceite que
alienta entre las manos
adquiere su apariencia.

Lucía Rosa González
(21/03/2025)


Lucía Rosa González (Isla de La Palma, 1954) es poeta, dramaturga y narradora.
Premio de Teatro Santa Cruz de La Palma en 1991 por Mujeres dominantes,
hombres obedientes. En poesía ha publicado Casta de rosas ausentes, Premio de
Poesía Pedro García Cabrera en 1994 (CajaCanarias,1995), De dónde el vuelo
(Ediciones La Palma,1998), Sueños de qué mundo (Ediciones la Palma, 2003),
finalista del Premio Internacional de Poesía de S/C de La Palma en 2000, y Páginas
trasladadas (Idea, 2011). En teatro, Otro son, otra danza (Centro de la Cultura
Popular Canaria, 2001), que incluye las obras Otro son, otra danza y Auténticos
bohemios, y en teatro juvenil, Adónde van las brujas (Interseven, 2008 y Centro de la
Cultura Popular Canaria, 2021). En narrativa, los libros infantiles Donde el volcán
nace ( Interseven, 2005 y 2008), La niña de pimienta seca (Interseven, 2007;
Maresía, 2010) y Javier es una estrella (Interseven, 2007 y 2008). Figura en las
antologías de poesía Treinta poéticas (Lord Byron, Lima, 2008); Autores de La
Palma, (Cuadernos La Gueldera, 2016); la antología bilingüe, rumano-español, El
barco de papel: 12 poetas de Canarias (Bibliotecii Nationale a Romàniei, Iasi, 2016);
Voces del orillero mar (Algunos poetas de Canarias y de Berlín), edición bilingüe
alemán-español (Nace, 2018); Islas al Sur, Poetas actuales de Canarias y Argentina
(Plutonio y Nace, 2018); Fragua de preces, antología latinoamericana (Amazon,
2020), la edición bilingüe canario-eslovaco A tenger sós kenete a cargo de Péter
Zsoldos Végh, (Vámbéry Polgári Társulás, 2020) y la antología de relatos Perdona
que no me calle (Ed. Centro de la Cultura Popular Canaria, 2017). Ha dirigido la
revista literaria «Pequeños Poetas» y los grupos de teatro «El Roque» y «Ana Mª
Samblás». Ha participado en actividades de animación a la lectura en numerosos
Centros de Enseñanza de Canarias, en el Proyecto «Leer Canarias» y en el II
Congreso de Jóvenes Lectores de Santa Cruz de Tenerife. En 2018 intervino en el II
Encuentro Internacional de Poesía de Porto Santo, (Madeira) y, en 2019, en el III
Encuentro internacional de Poesía celebrado en Punta Delgada (Azores)

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