Desde la revista Trasdemar presentamos una muestra poética del autor cubano Yonnier Torres (1981) una de las voces representativas del panorama literario hoy. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio de Poesía América Bobia 2016, el Premio Calendario de Poesía 2017 y el Premio Internacional de Poesía Diario Jaén 2018
El año del tigre
1
Solo Willian Blake conoce la piel del tigre\ Yo me quedo de este lado\ Sostengo la utilidad del puente\ pliego las hojas de metal ante el paso de los barcos\ ante el desfile de la miseria.
Para ser feliz me bastan los peces\ y algún que otro pájaro\ que de vez en cuando\ solo de vez en cuando\ dibuja círculos en el cielo.
2
Solo William Blake domina los contornos de la estepa\ Yo me interno en la espesura\ entre los campos de arroz\ los cañaverales\ Sostengo la utilidad del monte\ trazo rutas en la enramada\ presiento la urgencia del agua\ la proximidad de los perros.
Para alimentar la Historia bastan las perdices\ y algún que otro ciervo\ que de vez en cuando\ solo de vez en cuando\ me blanquea la mirada.
3
Solo William Blake le ha perdido el miedo a la sequía\ Yo permanezco de pie sobre el muro\ velo la paz de los muñecos\ coloco cintas amarillas que dominen la inquietud de los transeúntes\ Sostengo la utilidad de la noche.
Para cargar el peso de la Isla me basta el sonido de las olas\ y la luz del faro\ que de vez en cuando\ solo de vez en cuando\ ilumina la ciudad.
Instrucciones para pilotear un globo aerostático
Dijiste: Esteban\ y solo entonces supe cuál era mi verdadero nombre\ La firmeza de tus ojos negros fue suficiente.
La hierba volvía a ser hierba\ el agua: agua\ la espuma: espuma.
Mi nombre era Esteban\ tú asegurabas ser albacea de la memoria\ y el globo ascendía ochocientos metros por encima del nivel del suelo.
Estaba previsto un recorrido inicial de tan solo cuatro kilómetros.
Las dunas marcaban el inicio.
El patio trasero de la escuela: el final.
(La distancia mínima entre A y B es la línea recta que une ambos puntos)
Sobrevolamos la zona arqueológica.
Confesaste\ justo encima de la Pirámide del Sol\ que no soportabas la espera.
Tus labios resplandecían\ pero en la garganta no llevabas otra cosa que tierra apisonada.
Dijiste: tengo de pájaro y de tigre.
Hablaste de un sueño donde nos queríamos\ de una pesadilla donde éramos felices.
Solo entonces creí que tus espinas podrían atentar contra la seguridad del viaje\ estabas a punto de quebrarte\ como las ramas secas en las secuoyas\ las secuoyas donde cuelgan nuestros recuerdos.
Traté de asirte por las manos\ de abrazarte.
(La distancia mínima entre A y B es la línea recta que une ambos puntos)
La sangre comenzaba a caer sobre el gris pálido de la canasta\ el globo descendía de a poco\ para que pudiéramos ver de cerca el santuario de Nacxil\ la tumba eterna de los fieles amantes.
Dijiste: No puedo hacerlo.
Tu voz se confundía con el chillido de las gaviotas\ esas gaviotas que nos seguían de cerca\ hipnotizadas por los colores azul y naranja en las enormes insignias.
Mi nombre era Esteban.
El globo\ impulsado por el viento\ cruzaba las catatumbas\ donde vida y muerte\ se funden en una sola franja.
Ausencias
En el patio hay un pájaro de alas blancas que debe ser la nostalgia.
Trato de espantarlo\ le lanzo piedras\ ramas\ puntos de luz\ No acierto\ el ave se mantiene impasible sobre la cerca\ me mira con firmeza\ ensancha la soledad.
Mis amigos legaron recuerdos del naufragio: pantalones cortos\ espejuelos oscuros\ una novela de Julio Cortázar\ manchas de sangre en el colchón.
Cuando mis amigos llaman por teléfono no sé qué decirles.
La voz llega con retraso\ los sonidos se astillan\ sus palabras me muerden el oído\ la memoria.
En el patio crece un agujero como una escara\ como una mancha\ como una boca.
El pájaro cambia de color\ se convierte en gárgola.
Pierdo el temple\ y ante la muerte de mis amigos náufragos\ tiemblo.
Canción de cuna
1
Soy el hambre de quienes yacen bajo tierra/ Poseo los planos/ la ubicación exacta del fracaso/ Conozco los límites del olvido/ Recuerdo la habitación sin muebles/ la silla roída/ el olor de los príncipes negros cuando comienza a caer la tarde/ Desde la superficie llegan los lamentos/ el quejido tenue de las bestias/ los cánticos de los hombres que se refugian en la fe/ y recorren las calles cargando estatuas/ cruces/ rosarios.
La ciudad simula un campo de batalla/ un terreno muerto.
Niebla sobre Niebla.
Llanto sobre Llanto.
Domino las claves del sueño: trazo un bosque de secuoyas/ un camino de piedras blancas/ el pubis rasurado de una mujer que asciende desde lo profundo/ carga la tristeza de nuestros muertos/ la mirada intacta de nuestros mártires/ Sé de una casa dormida/ una Isla sin venas/ un túnel oculto/ un sicomoro en la página final de un cuaderno de apuntes.
Soy el hambre de los perros que pasean por la avenida/ los perros que te buscan en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.
No me pidas ser otra cosa.
2
Soy la sed de los fieles que atraviesan el desierto/ suben al tren de la muerte/ o empeñan sus grandes ojos de ciervo/ para discernir/ al centro de la oscuridad/ entre el sonido de las olas/ el ronroneo tenue de la embarcación que se aproxima a la orilla.
Colecciono telas blancas que contrarresten la fuerza de sol/ espejuelos oscuros/ pomadas antisépticas/ pastillas para no dormir/ y linternas de luces fluorescentes/ que atraviesen la noche/ despierten al mangle/ al zargazo/ al diente de perro. Domino los contornos de la costa/ Dibujo dunas en el desierto/ Conduzco el tren/ desde la cabina principal puedo ver los cuerpos tendidos/ los hombres que están a punto de caer.
Nube sobre Nube
Lluvia sobre Lluvia.
Sé de un océano en pugna/ una palmera artificial/ un conductor que se niega a cortar los boletos de viaje/ Soy la sed de los guardias que cierran puertas y ventanas/ los guardias que se cruzan de brazos/ te miran con fuerza.
No me pidas ser otra cosa
3
Soy la patria de los huérfanos/ los que duermen a la intemperie/ y destrozan la noche con sus lamentos.
Delimito las zonas geográficas de la nación/ Trazo rutas/ destinos/ Sobre la tribuna disgrego/ aplaudo/ rezo.
Armo refugios para las aves del reino/ arcas para nuestras bestias/ establos para el temor.
Cristal sobre Cristal.
Mugre sobre Mugre.
Sé de una bandera que nunca debe tocar el suelo/ de un himno para desterrados/ una canción de cuna que esgrimen nuestras abuelas/ cuando no logramos dormir en paz/ Soy la patria que te obliga a regresar/ a embutir tus baúles de esferas plateadas/ para vestir al árbol de navidad/ cintas de colores/ papel de regalo/ tazas de porcelana donde servir el chocolate de la noche buena/ el café con leche del perdón.
No me pidas ser otra cosa.
Las rayas del tigre
1
Estoy viejo para esto\ He perdido las fuerzas\ Ya no hago poesía.
Alguien se coloca tras el micrófono\ dice mi nombre\ Pide que lea un poema\ o dos\ o tres\ Espera que mi poética tenga la fuerza de un martillo\ la astucia de un tigre\ el temple de un volcán\ pero mis versos apenas son desgarraduras en la madera\ líneas de agua en el cristal.
Le temo al fuego\ aunque el fuego no cubra mi cimiente\ no abra caminos entre la hierba\ no me atenace las piernas.
2
Estoy viejo para esto\ He perdido la voz\ Ya no hago poesía.
Le doy fin al décimo trago\ Miro a la tribuna con mis grandes ojos de ciervo.
Los trovadores despedazan una canción\ Yo solo pienso en regresar a casa\ a la complicidad del sofá de lectura\ al sonido del ventilador.
Persigo la luz\ aunque la luz no abrigue mis sentidos\ no me proteja de caer por la pendiente\ no lubrique los frenos de mi insensatez.
3
Estoy viejo para esto\ He perdido el rumbo\ Ya no hago poesía.
Aguardo la noche\ aunque la noche no me cubra las espaldas\ no explote como un pájaro de fuego\ no me sirva de nada.
He dormido sobre el lomo del tigre\ me arrulla su respiración agitada mientras sueña\ quizás con una planicie\ un lodazal\ o los ruidos de la cacería: el vuelo precipitado de las aves\ el ladrido de los perros\ la presencia indómita de la Luna.
Le canto al oído\ lo conduzco al monte\ abandonamos el muro\ la prudencia\ y sobre el manto bajo de la costa\ logramos dormir en paz.
Yonnier Torres Rodríguez (Placetas, 1981). Sociólogo, Poeta y Narrador. Egresado del Centro Nacional de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio de Poesía América Bobia 2016, el Premio Calendario de Poesía 2017 y el Premio Internacional de Poesía Diario Jaén 2018. Entre sus últimos títulos publicados se encuentran los libros de cuentos: “El juego perfecto” (Editorial Sed de Belleza, 2013), “Puntos de Luz” (Editorial Áncoras, 2015), las novelas “Clavar los ojos al cielo” (Editorial Mecenas, 2012), “Cerrar los puños” (Editorial Gente Nueva, 2015) y “Azul pálido” (Ediciones La Luz, 2016) y los poemarios “Dios no me tiene en cuenta (Editorial Abril 2018) y “Postales de Varadero” (Editorial Jaén, 2019). Cuentos y poemas suyos aparecen publicados en revistas, antologías y selecciones de España, Argentina, Austria, Bolivia, Italia, Colombia, México y Cuba.
Felicitaciones a Yonnier Torres, me parecen excelentes sus poemas, como una apreciación personal, encuentro cierta similitud de estilo, con los poemas del tabasqueño José Carlos Becerra.
Cuando leo sus poemas y su prosa es como si parara ante mi toda la historia de su vida, no hay referencias directas solo un ambiente una atmosfera que envuelve su literatura en algo muy personal y familiar.