“A Corte do Norte” Madeira y Canarias en una novela histórica de Agustina Bessa-Luís

La versión portuguesa de este ensayo fue expuesta como ponencia en la Fundação Calouste Gulbenkian de Lisboa. La autora Belinda Rodríguez Arrocha es poeta y doctorada en Derecho, ha sido investigadora visitante en el Instituto Max-Planck de Frankfurt y en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Ilustración de Yanier H. Palao

Presentamos en la Revista Trasdemar este ensayo de la autora Belinda Rodríguez Arrocha sobre la novela histórica A Corte do Norte de Agustina Bessa-Luís, Prémio Camões en 2004

En la novela de Agustina se ve reflejada la emigración femenina canaria a Madeira, como el pasaje que menciona la labor de cocineras canarias en la Quinta. La narración también contiene alusiones a las migraciones de los madeirenses a enclaves como la Guyana inglesa o las islas Sandwich en el siglo XIX, acuciados por los impuestos, las crisis agrarias y las epidemias

Belinda Rodríguez Arrocha
  • Por Belinda Rodriguez Arrocha [1]

                    En su novela histórica titulada A Corte do Norte -concluida en Oporto el 25 de diciembre de 1986 y publicada por primera vez en 1987[2]– Agustina Bessa-Luís (1922-2019) -cuyo nombre de nacimiento fue Maria Agustina Ferreira Teixeira Bessa- recrea magistralmente la realidad social de Madeira en el siglo XIX e incluye interesantes referencias históricas sobre la isla atlántica en las anteriores centurias -las relaciones comerciales con los puertos del norte de Europa y el cultivo de la caña de azúcar y de la viña son dos buenos ejemplos al respecto-. También relata algunos acontecimientos de la historia europea que desembocaron en el mejor conocimiento del territorio insular en el continente, como el viaje de la emperatriz Elizabeth en 1860 y su estancia en la Quinta Vigia, así como la instauración de los regímenes liberales y afectos a la nueva burguesía en detrimento de las estructuras políticas anteriores. El objetivo principal de este ensayo es el análisis de las mentalidades de los períodos correspondientes al Antiguo Régimen y al siglo XIX en los archipiélagos de Madeira y Canarias y, sobre todo, su reflejo en la obra de la escritora portuguesa. También examinaremos los roles de género atribuídos a los dos sexos en los inicios de la época contemporánea y su proyección en la construcción de los personajes de la narración.

  • La estratificación social y las desigualdades entre géneros

                     Es importante señalar que las referencias históricas sobre Madeira abarcan desde el siglo XV hasta el siglo XX. En lo que respecta a la primera centuria destaca el personaje del poeta João Gomes, que es presentado en el primer capítulo como un hombre renacentista, miembro de la oligarquía y casado con la hija de un compañero de Gonçalves Zarco (Bessa-Luís, 2008, p. 7). Regidor de la Cámara madeirense en la década de los setenta -la centuria citada es harto conocida por la expansión marítima de la Corona portuguesa[3]-, escribe poesías de indudable elegancia. En esta novela, la Isla, en su condición insular, se erige en escenario de creaciones literarias desde esa época. En el ámbito económico albergará ingenios azucareros cuyo producto estaba destinado a Flandes, y, en épocas sucesivas, plantaciones de plátanos y de viña jacquet. Las actividades comerciales con los puertos del norte de Europa facilitarían la adquisición de obras artísticas religiosas flamencas destinadas a las parroquias insulares, sobre todo en los siglos XVI y XVII (Bessa-Luís, 2008, p. 21; Viña et al., 2004-07). A la tradicional actitud de los señores portugueses, los que ostentaban la propiedad de la tierra, se le atribuye en la narración la responsabilidad en la tardía implantación de la economía capitalista y en el conservadurismo social (Bessa-Luis, 2008, p. 66). Huelga decir que las islas señoriales canarias -Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera- también fueron territorios en los que el campesinado se vio sometido a peores condiciones que en las islas de realengo -Tenerife, Gran Canaria y La Palma-.

          La pugna luso-casellana por el dominio de las Islas Canarias, manifestadas en el Concilio de Basilea (1435), había sido resuelta en 1436 en favor de Castilla por la bula Dudum cum ad nos del papa Eugenio IV, cuyo contenido fue asumido por el Tratado de las Alcáçovas (1479). De sobra es conocido que este definió la proyección atlántica de Portugal y Castilla. Mientras que esta última Corona retuvo las islas Canarias, Portugal vio reconocido su dominio sobre Madeira, Azores y Cabo Verde (Escudero, 1987, pp. 640-641). Sin embargo, la presencia portuguesa fue importante en el archipiélago sometido al dominio castellano a lo largo del Antiguo Régimen. Los portugueses que llegaron durante el siglo XV -y en los dos siglos posteriores- procedían sobre todo del norte del país y de los archipiélagos de Madeira y Azores. Además de los afincados de manera permanente, también fue palpable la presencia de los marinos y mercaderes, sobre todo llegados de poblaciones litorales del sur, como el Algarve. Aquella comunidad lusa estaba integrada sobre todo por agricultores y artesanos, sin que faltaran en ella los mercaderes, transportistas, orchilleros y clérigos. Eran importantes numéricamente pero en la centuria citada aún no participaban en los concejos, si bien algunos de ellos fueron alcaldes y prácticamente tenían la misma consideración social que los castellanos (Aznar, 1991, p. 194). Durante la primera mitad del siglo XVII se establecerían algunos linajes como los Pereyra-Castro, los Machado y los Fonseca, de ascendencia judeoconversa y que justificaron sus blasones merced a los enlaces de las familias comerciantes portuguesas con los hidalgos de las áreas rurales de Portugal y Galicia (Núñez Pestano, 1991, pp. 280-300). En las Islas Canarias destacarían también en los oficios vinculados a los ingenios azucareros, en el cultivo de la viña, en el transporte de mercancías y en actividades artesanales (Rivero, 1991, pp. 369-384). En líneas generales llegaron a constituir un sector mayoritario en zonas canarias como la isla de La Palma y la comarca de Daute en Tenerife. Por otra parte, en la novela de Agustina se ve reflejada la emigración femenina canaria a Madeira, como el pasaje que menciona la labor de cocineras canarias en la Quinta (Bessa-Luís, 2008, p. 20), o la presencia de la criada Eugenia -de piel clara, de estatura menuda y ojos azules, rasgos atribuídos por la autora a los canarios llegados a Madeira- (p. 40). La narración también contiene alusiones a las migraciones de los madeirenses a enclaves como la Guyana inglesa o las islas Sandwich en el siglo XIX, acuciados por los impuestos, las crisis agrarias y las epidemias (pp. 26, 114 y 152)[4]. La condición marginal de algunos enfermos, suscitada por el temor al contagio, se ve ejemplificada en la relegación de los leprosos al lazareto o al exterior de las poblaciones en los albores del siglo XVI madeirense (p. 69). Paulatinamente, Madeira muta a lo largo del período decimonónico su condición de lugar de sanatorio para aristócratas y burgueses foráneos a la de enclave turístico en el sentido contemporáneo de la acepción, arrivando, por ejemplo, acaudalados visitantes rusos (pp. 72-73).

          En la narración de Agustina, la llegada de la emperatriz Sissi -acompañada por miembros de la familia Hunyády, como la dama Lily y su hermano Imre- a Madeira motiva primeramente el recelo y la desconfianza de la sociedad de Funchal. Descrita como una bellísima mujer de veintitrés años, aparece al mismo tiempo como una persona maniática, impúdica, insolente y poco respetuosa con el protocolo, al menos desde la perspectiva de la nobleza tradicional del Imperio Austrohúngaro, que la consideraba una mera arribista (Bessa-Luís, 2008, p. 9). El recuerdo de su estancia en la isla, al igual que la misteriosa desaparición de Rosalina, están presentes a lo largo de la novela. En vano, los descendientes de la segunda tratarán de averiguar la verdad sobre el enigmático final de la antigua moradora de la Corte -otra posibilidad que se plantea es su huida al continente europeo, con la comitiva de la mencionada emperatriz (p. 142)-.

           Los personajes más relevantes del libro pertenecientes a la élite social y local son: el conde de Carvalhal, Gaspar de Barros,  Rosalina de Sousa -titular del condado de Madalena do Mar, que desaparece quizás víctima de un accidente o tras consumar su suicidio (Bessa-Luís, 2008, p. 11)-, João Sanha -pese a suscitar las habladurías de las gentes a causa de su ambigua actitud con la prima Rosalina, se casa con la actriz Emília de Sousa-, Lopo y Francisco -hijos de Rosalina y Gaspar-, Miss Mary Cossart, la abnegada hija de Lopo llamada Águeda y su hermano João -apodado Tristão de las damas, aficionado al juego y amancebado con una criada llamada Alice, con la que tuvo un hijo-. Lopo contrae matrimonio muy joven con una joven llamada Amélia, procedente de Câmara de Lobos. Cursa Medicina, ejerce la actividad investigadora, negocia con vinos y administra la herencia de su progenitor. Su hermano siguió la vocación literaria (Bessa-Luís, 2008, pp. 58-59).

        En el libro tampoco escasean las referencias a los linajes de origen genovés, como los Lomelino (Bessa-Luís, 2008, p. 75). Es curioso como aún en la opinión de Alice, las mayores posibilidades de ascenso social vienen dadas por el ingreso en la Iglesia o en la carrera judicial (p. 110), perpetuando el parecer tradicional de las oligarquías isleñas (Arbelo, 2005; Rodríguez Arrocha, 2013, pp. 23-24). La fiesta del Señor Jesús constituye, entre otras alusiones a los festejos religiosos, una importante expresión del culto católico por parte de las familias pudientes madeirenses, al igual que la adoración a las tallas de San Antonio de Padua, como se puede observar a lo largo de la narración (Bessa-Luís, 2008, p. 114). En el plano de las relaciones sociales, el trazado de amistades entre los linajes tradicionales desemboca en una suerte de “endogamia” social, como en el entorno de la Corte do Norte (p. 127). Al mismo tiempo, la formación de asociaciones de corte liberal alrededor del inglés Grant, afincado en la isla, y la vinculación de algunos miembros de la burguesía local a la masonería también aparecen reflejados en la novela en relación a las primeras décadas del siglo XX (p. 148)[5]; relación que coexiste con la tendencia a admitir sólo a propietarios y acaudalados comerciantes en los clubes sociales. Las diferencias entre ricos y pobres persistirán a lo largo del tiempo, como aprecia Rosamund, hija de la alemana Margô, durante una estancia en Madeira (pp. 186-188). 

          Uno de los sucesos históricos dramáticos a los que alude Agustina en su novela está tomado de la obra Saudades da Terra de Gaspar Frutuoso, y es el saqueo de Funchal en 1566 por los corsarios franceses, capitaneados por Bertrand de Montluc. Plantea que varios de ellos se habrían quedado en la Isla, teniendo hijos con las mujeres naturales y algunos, quizás, serían antepasados de los Cossart (Bessa-Luís, 2008, p. 105). Al contrario que otros personajes femeninos de elevada posición, Mary Cossart hablaba idiomas, tenía una instructora alemana y una profesora de piano. Entre sus lecturas se contaba la poesía de Heine (pp. 96-97). Asimismo, la escocesa Maggi O´Sea es una mujer -tan sólo mencionada en relación a un diario en venta por un anticuario de Londres- que se inspira nítidamente en las cultas viajeras británicas que, sobre todo durante el siglo XIX, escribirían  sus diarios o memorias de sus viajes por Madeira y las islas Canarias, ejecutando en ocasiones bellísimas acuarelas (pp. 114-115).

        En lo que concierne a la diferenciación entre los roles atribuidos a los dos sexos, hemos de hacer referencia a algunos pasajes elocuentes, como el que narra el desembarco de Elizabeth en la Isla, en el que se niega a ser auxiliada por los marineros, al contrario que el resto de las mujeres (Bessa-Luís, 2008, p. 9). Sin embargo, su carácter parece marcado por la melancolía -derivada quizás de la infidelidad de su esposo, o bien de algún tipo de enfermendad de vergonzoso origen- y por el mutismo (p. 12). Sin mostrar inclinación hacia los hombres, apreciaba la belleza femenina, como puso de manifiesto en la conformación de su colección de retratos tras salir de Funchal. Interesante es la referencia al uso de la violencia en la iniciación sexual conyugal (p. 14); lícita hasta tiempos recientes, como ponen de manifiesto los estudios sobre el delito de violación en la historia del derecho (Rodríguez Ortiz, 2003). La generalización del mal entendimiento entre los cónyuges aparece, por su parte, como un rasgo de los vínculos matrimoniales del siglo XIX (Bessa-Luís, 2008, p. 65). Al mismo tiempo, en la novela se ve reflejado el grado de complicidad que podían tener las jóvenes adineradas con sus criadas, que les darían información acerca de la iniciación sexual (p. 97).

       Rosalina, procedente de una familia aristocrática de Porto Santo y caída en desgracia (Bessa-Luís, 2008, p. 16), parece caracterizarse en su juventud por una apariencia débil y triste (p. 14), tan propia de numerosos personajes literarios y operísticos decimonónicos, pertenecientes a las más diversas clases sociales[6]; mutismo que se troca posteriormente en abierta conversación y en enojosas reacciones ante las infidelidades de su marido (pp. 35-36), el acaudalado Gaspar de Barros. Pertenece al linaje de los Cabral de Melo, que fueron poseedores de un ingenio azucarero en Recife[7]. Su herencia se había visto acrecentada por el legado de su tía en Paraíba y contaba también con la posesión de la mencionada quinta (Bessa-Luís, 2008, pp. 14-15) -esta posición no es óbice para que sea ambicioso y aficionado al juego- (p. 38). Esta señora, por otra parte, constituye un ejemplo de poderosa hacendada colonial que planifica los enlaces matrimoniales familiares; estaba emparentada con familiares del Santo Oficio, formados en Cánones en la Universidad de Coimbra (p. 15)[8]. La madre de Rosalina, avecindada en Lisboa, era, por otra parte, una señora de escasa formación, como parecía ser común en la población femenina de la época (p. 17). Cabe recordar que la valoración de la ignorancia como virtud en la mujer estuvo incluso presente en la obra de los más reputados autores del Siglo de Oro castellano, como Fray Luis de León. Rosalina, por su parte, toca instrumentos musicales en veladas musicales familiares, hábito cultural ampliamente presente en el seno de las familias de posición acomodada del ámbito occidental (Bessa-Luís, 2008, pp. 27, 73 y 78). A medida que avanza el siglo XIX, en la narración de Bessa-Luís los burgueses parecen quedar compelidos a escribir poesía y coleccionar obras de arte con profusión (p. 58). Concretamente, la burguesía de Madeira aparece en la novela como un colectivo notoriamente influido por los gustos y costumbres de los emprendedores comerciantes ingleses (p. 27), aunque también algunos miembros de la oligarquía viajan a París (p. 47). Los históricos intercambios comerciales con Inglaterra son ilustrados en la novela merced a la mención de objetos importados, como las propias calderas de los ingenios azucareros (p. 127).

         La generalizada condición iletrada de las mujeres, sin embargo, no implicaba que en los archipiélagos atlánticos no hubiera mujeres cultivadas en la transición entre los siglos XVIII y XIX, como puso de relieve Humboldt en sus diarios de viaje (Beck, 1971). Por otra parte, la práctica de la prostitución en los burdeles visitados por escritores y aristócratas como el vizconde de Almeida Garrett, antiguo protector de Rosalina (Bessa-Luís, 2008, p. 17), halla su base histórica en la moral imperante en el pasado, que consideraba a la prostitución como “un mal menor” frente a la “corrupción” de las doncellas[9]. Además, la afición de Gaspar por las mujeres era un rasgo masculino visto con relativa indulgencia por el común de la sociedad (Bessa-Luís, 2008, p. 21), pese a que en la literatura patrística el adulterio masculino constituía también un acto reprensible e indicio de débil voluntad[10]. Con posterioridad su hijo Francisco se caracterizará por su afición por las mujeres de baja extracción, sobre las que le gusta ejercer su dominio y proporcionarles valiosos obsequios a la vez, merced a su superior posición social y sin ánimo de preservar su propio matrimonio (Bessa-Luís, 2008, pp. 83-84). La cosificación de las mujeres aparece también en referencia a la relación establecida entre Lord Nelson y Lady Hamilton, cuando ésta es comparada con una embarcación de la que presumir en sociedad (p. 129). En todo caso, la contraposición entre el mundo de las convenciones sociales -regido por el derecho y la religión- y el mundo del pecado y de los primitivos instintos es palpable a lo largo de la narración (p. 122). El proceso de desarrollo de la atracción entre la criada Leopoldina -casada con un capataz alcohólico y rústico pero extrañamente resignado a los propósitos de su mujer (p. 136)- y João de Barros es un ejemplo significativo al respecto (pp. 133-134). A la altura de la década de los treinta del siglo XX ya se aprecia una incipiente mejora de la condición de la mujer en cuanto a su posición en la vida pública, pudiendo estar presente en espacios otrora reservados a los hombres, como los bares y los casinos (p. 145). El personaje de Margô, esposa de João y actriz teatral, al igual que sus cinco hijas, expresan inicialmente las transformaciones contemporáneas operadas sobre los roles femeninos en los países occidentales (p. 159), si bien la primera pasa su madurez totalmente recluida, como si de una antigua señora se tratase (p. 205).

           De manera secundaria, en la novela también se hace alusión a la estancia en Madeira de Leopoldina de Austria, primera esposa de Pedro IV (Bessa-Luís, 2008, p. 126), y a la de Cristóbal Colón (p. 143). Otro episodio histórico citado es el destierro de Gonçalo Afonso -considerado como supuesto hijo de Alfonso V y de Juana de Castilla, con derecho al trono portugués- a la isla (p. 149). En las centurias siguientes los encumbrados linajes asentados en Brasil, los Carneiro da Cunha y los Cabral de Melo, celebran matrimonios con las familias más poderosas de Funchal (p. 150). Además de la estancia de Sissí, también la autora incluyó la alusión a la muerte y sepultura de Carlos de Habsburgo (p. 209) y, entre otros acontecimientos, al retiro y fallecimiento del conde Lambert (p. 216). Del siglo XX hace sobre todo referencia al auge de las dictaduras fascistas -incluyendo el régimen de Salazar-, a la Segunda Guerra Mundial, con sus terribles campos de exterminio (pp. 192-193 y 201) y, finalmente, a la Revolución de 1974 (p. 203).

           En lo que concierne a las actividades de las minorías asentadas en Madeira, ha de mencionarse el pasaje relativo a la actividad textil a pequeña escala desarrollada por las mujeres de origen norteafricano (Bessa-Luís, 2008, p. 21)[11].  La importación de esclavos conduce a la posibilidad de que el propio João de Barros tuviera algún antepasado de aquella condición, en opinión de algunos personajes de la narración (pp. 188-189).

          Básicamente, la mayoría de la población de Madeira desarrolla actividades agrícolas y pesqueras, así como de servicio en las fincas de los principales propietarios, tal y como la escritora sostiene a lo largo de la novela histórica[12]. La práctica del curanderismo y de la hechicería aparece vinculada a hombres que realizaban curaciones de dolencias simples por medio de remedios naturales (p. 128); actividades que suscitarían la desconfianza de las autoridades religiosas durante la Edad Moderna y que, en lugares como Canarias, obedecían a la multiplicidad de influencias culturales -moriscas, procedentes del África occidental, peninsulares, etc.-.

  • Conclusión

             La novela A Corte do Norte revela una sólida preparación del contexto histórico de la isla en la que tiene lugar la historia relatada; estudio previo que se manifiesta en  la inclusión de los hechos más significativos desde su colonización hasta la eclosión de la actividad turística en la segunda mitad del siglo XX. La consignación de acontecimientos y procesos reales en la narración no implica en absoluto la interpretación del devenir histórico como una mera sucesión de casamientos reales y gestas militares, sino que supone una madura interpretación de las transformaciones sociales acaecidas a lo largo de cinco siglos. Las desigualdades sociales y la persistencia de los convencionalismos que tiñen la percepción de los roles de género están presentes, sin embargo, en la última etapa temporal de la narración. En consecuencia, la autora nos ofrece una mirada crítica sobre las contradicciones de la sociedad occidental de nuestro tiempo.


[1] La versión portuguesa de este ensayo fue expuesta como ponencia en el mes de octubre del año 2014 en la Fundação Calouste Gulbenkian (Lisboa). Salió publicada en Rodríguez Arrocha, B. (2017). Classes sociais e mentalidades na Corte do Norte. En I. Pires de Lima, I. Ponce de Leão, L.A. Da Fonseca e S. Araújo (coords.), Ética e política na obra de Agustina Bessa-Luís (pp. 39-47). Fundação Eng. António de Almeida.

[2] La edición que hemos escogido es la de Guimarães Editores (Lisboa, 2008), bajo el cuidado de Manuel Vieira da Cruz y Luís Abel Ferreira.

[3] Precisamente en 1446 Nuño Tristão zarpó desde Funchal con una carabela tripulada por veintisiete hombres con vistas a realizar un viaje de exploración al sur del Cabo Verde, un ejemplo ilustrativo de las empresas destinadas a profundizar en el conocimiento de los territorios descubiertos en el continente africano y que culminaron en el archiconocido viaje de Vasco da Gama.

[4] Sobre la extensión de las epidemias en los archipiélagos del Atlántico y de enfermedades como la viruela, la peste y el cólera, véase Santana, 2009, pp. 195-218. Para un mejor conocimiento de la historia de la prevención y remedios contra la extensión de las enfermedades en el ámbito ibérico, véanse: Calleja, 1988; Cola, 1996; Díaz Pérez y de la Fuente, 1990; Peset, 1972 y Lindemann, 2001.

[5] Para una mejor comprensión de la paulatina implantación de la masonería en los archipiélagos atlánticos, véase Paz y Carmona, 1995.

[6] En el ámbito de la ópera, recordemos, por ejemplo, a la tímida y dócil Micaëla, contrapuesta a la aguerrida gitana Carmen de la obra de Georges Bizet. En lo que respecta a los personajes literarios, contamos con numerosos ejemplos de jóvenes de acomodada posición y de actitud pasiva frente a los deberes sociales exigidos en razón de su condición femenina, desde la virginal Cosette de Los Miserables de Victor Hugo hasta la inocente y espiritual Nucha de Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán. Por otra parte, Agustina hace mención en su novela de algunos clásicos literarios como Las desventuras del joven Werther de Goethe y Don Carlos de Schiller, además de hacer algunos guiños a Balzac, Dostoievski, Juvenal e incluso a Pessoa, Júlio Dinis, Novalis y a D. H. Lawrence. Las referencias a obras pictóricas y escultóricas también hacen su aparición a lo largo de la novela histórica.

[7] Una recomendable síntesis histórica sobre la economía azucarera en Madeira es: Vieira, 2004.

[8] Una retrospectiva sobre las similitudes y diferencias existentes entre la Inquisición italiana, portuguesa y española viene ofrecida en Bethencourt, 1994.

[9] Para entender la evolución de la percepción jurídica y moral de la prostitución en las islas Canarias, véanse Monzón, 1998 y Viña, 1985-87.

[10] Véanse, por ejemplo, los sermones de San Agustín en Luis (ed.), 1983, t. X, p. 31.

[11] Por otra parte, en las islas de Lanzarote y Fuerteventura la población morisca de origen norteafricano constituyó un porcentaje importante en los siglos XVI y XVII, hasta el punto de que, por razones esencialmente económicas, quedaron exceptuados de la expulsión ordenada en el reinado de Felipe III. Los estudios sobre la justicia inquisitorial en Canarias atestiguan precisamente la presencia de este colectivo, como los trabajos de los historiadores Alberto Anaya y Francisco Fajardo.

[12] Véase, por ejemplo, la descripción sobre la pesca contenido en Bessa-Luís, 2008, p. 64.


Belinda Rodríguez Arrocha es doctora en Derecho y licenciada en Derecho y en Historia por la Universidad de La Laguna. Cursó un año en la Facultad de Derecho de la Universidad de Siena (Italia) como becaria Erasmus y otro año académico en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá (Madrid) como becaria Sicue-Séneca. Obtuvo el premio de estudios jurídicos “Francisco Tomás y Valiente” para doctorandos de la Facultad de Derecho de La Laguna, así como el premio de investigación histórica “Prebendado Pacheco” (Tenerife) y el premio extraordinario en la licenciatura de Historia. Su tesis doctoral, dirigida por la catedrática Mª del Carmen Sevilla González, versó sobre “La Justicia Penal en Canarias en el Antiguo Régimen (siglos XVI-XVIII)” y recibió la calificación de “sobresaliente cum laude” por unanimidad.  Recientemente, ha recibido el premio de investigación “Agustín de Betancourt” en la rama de Ciencias Sociales y Jurídicas (Fundación CajaCanarias, 2017). Asimismo, ha desarrollado el proyecto “El pensamiento vivo de Saavedra Fajardo: Francisco Ayala y la Historia del Derecho Continental” merced a la Fundación Francisco Ayala (Granada, 2018-19).

La doctora Rodríguez Arrocha ha sido investigadora postdoctoral visitante en el Instituto Max-Planck de Historia del derecho europeo en Frankfurt y posdoctorante en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Ciudad de México. En sus pesquisas ha abordado temas como la justicia penal en las islas Canarias entre los siglos XVII y XIX, la historia social e institucional en el señorío oriental canario y la historia de la cultura jurídica hispánica, con especial referencia a los métodos de resolución de conflictos jurisdiccionales. Su última monografía publicada es La Justicia Penal en las islas Canarias en la Edad Moderna (Fundación CajaCanarias, 2018). Ha colaborado con artículos de investigación o reseñas críticas en publicaciones académicas de Alemania, Argentina, Chile, España, Francia, Italia, México, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido y Suiza. Ha recibido, además, menciones en libros de las editoriales Brill, Dykinson y Tirant lo Blanch y en artículos de las revistas Bulletin of Hispanic Studies (Liverpool University Press), The Mariner’s Mirror (Taylor & Francis) y Rechtsgeschichte (Instituto Max-Planck de Historia del Derecho Europeo), entre otras publicaciones. Sus trabajos también han sido citados en tesis de licenciatura, máster y doctorado en diversos países.

También ha sido evaluadora “doble par ciego” de publicaciones académicas de Alemania, Chile, España, Italia y Venezuela, así como profesora tutora en el grado de Derecho en el Campus Sur de la UNED. En el año 2017 recibió la acreditación como profesora ayudante doctora por parte de la ANECA.

Asimismo, ha participado como ponente en congresos y seminarios en Cambridge, Ciudad de México, Frankfurt, La Habana, Las Palmas de Gran Canaria, Lille (Francia), Lisboa, Milán y Salamanca, entre otras ciudades.

En la actualidad es profesora e investigadora de tiempo completo en la Universidad Intercultural del Estado de Puebla (México), donde imparte asignaturas en las licenciaturas de Derecho con Enfoque Intercultural y de Lengua y Cultura y desarrolla un proyecto de vinculación comunitaria. Es miembro de número de la “Sección de Historia” del Instituto de Estudios Canarios (La Laguna).

En el ámbito de la creación literaria, Belinda ha escrito desde la infancia. En su edad adulta ha recibido, en el ámbito de la poesía, el primer premio del Certamen “Ciudad de Tacoronte” (2005), el segundo premio de CruzArte (2005) del Puerto de la Cruz, el segundo premio del Congreso “Democracia y Pluralismo Social” (La Laguna, 2006) y el primer premio del Certamen “Almendro en Flor” de Gran Canaria (2006).

En lo que respecta a la narrativa breve, obtuvo el primer premio de relato breve “Día del Libro” de la Universidad de La Laguna (2004), el primer premio de relato “Cide Hamete Benengeli” de la Facultad de Filosofìa y Letras de la Universidad de Alcalá (2008), el primer premio de relato corto de CruzArte (2009) del Puerto de la Cruz, el primer premio del relato “Mujer” (ex aequo) de San Miguel de Abona (2006), el segundo premio de relato corto “Ciudad de Tacoronte” (en 2005 y 2008), el accésit de relato corto de Cruz Arte (2006), el primer accésit en el certamen de relato corto “Biblioteca de Adeje” (2010) y el segundo accésit del IX certamen de relato breve “Mujeres” del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (2009), entre otros reconocimientos. Participó como autora en las obras colectivas Lunátic@s (2005), Hilvanes (2006) y Fricciones (2007), de la Asociación Beecham de escritores. Sus narraciones han sido abordadas por el profesor Ernesto Gil López en el estudio titulado “Aproximaciones a la narrativa breve de Belinda Rodríguez Arrocha”, incluido en el tomo II de las XV Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote (Cabildo de Fuerteventura, 2016).


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