Presentamos en la Revista Trasdemar nuestra entrevista con la autora Daniasa M. Curbelo (Tenerife, 1995) a quien damos la bienvenida en nuestra Revista. Nuestra colaboradora es artista e investigadora multidisciplinar, en el año 2017 se graduó en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna y en 2021 finalizó el Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad de esta misma universidad. Su trabajo artístico y académico se vincula con cuestiones como la memoria, la canariedad y el género. En su trayectoria abundan exposiciones individuales y colectivas, performances, conferencias, participación en congresos nacionales e internacionales, publicaciones en revistas académicas, realización de documentales y otros productos audiovisuales. En el año 2020 recibió el Premio Emma Goldman Snowball Awards que otorga la fundación
neerlandesa Flax Foundation al compromiso internacional con la igualdad de género. También ha sido parte del equipo de Memoria Histórica LGBTI de la Dirección General de
Diversidad del Gobierno de Canarias. Recientemente, en 2023, publicó su primer ensayo titulado “híbridas impostoras intrusas” con la editorial catalana Bellaterra. Compartimos la nueva serie de entrevistas con motivo de nuestro tercer aniversario en la sección “Macaronesia”
El papel del arte ha sido de vital importancia para entender los procesos históricos en la modernidad. ¿Cuál es la génesis de tu vocación artística y qué recuerdos conservas de la etapa universitaria en La Laguna?
Como muchas personas que nos formamos académicamente en Bellas Artes y otras ramas del mismo gremio, tomé la decisión por dos motivos: pensaba que no estaba capacitada para formarme en otras disciplinas y además tenía una sensibilidad artística aunque en estado embrionario. Cuando era pequeña mostré un temprano interés por la expresión artística o plástica, algo que en realidad le pertenece a todo el mundo ya que normalmente nuestras primeras formas de expresión -antes incluso de hablar-, son gráficas. Sin embargo, aprender a leer y a escribir normalmente traslada esta capacidad expresiva a un segundo plano que, al llegar a la adolescencia y entrar en un instituto, desaparece en la mayoría de los casos. Esto se debe a los prejuicios asociados con la práctica artística y su poca “utilidad” en un mundo que nos forma para ser sencillamente productivos. Ahí es donde la resistencia personal juega un papel fundamental para tu futuro. Yo resistí, pero ojalá no hubiera sido así. Una vez entré en Bellas Artes comencé a cuestionarme muchas ideas que tenía en torno al arte: solo pertenece a unos pocos genios -casi todos varones, claro-, lo virtuoso se encuentra en los modelos clásicos, el arte no se vincula con su contexto, el/la artista es un ser “neutro” que produce desde su torre de marfil, etc.
Ahí se dio la génesis de mi vocación artística, al cuestionarme todos estos preceptos y entender que mi práctica artística -así como mi producción teórica-, no puede ni debe estar desligada de mi experiencia personal, el contexto que me rodea y de la forma que tengo de ver y habitar este mundo. Todo ello en un entorno universitario cargado de estímulos, retos, nuevas experiencias, aprendizajes, fracasos,… Gracias al planteamiento que tiene el profesorado del ámbito de Arte Contemporáneo del Grado, que es en el que me especialicé.
Canarias por su ubicación geográfica reúne muchas posibilidades para la conexión internacional desde la práctica artística y la investigación académica ¿Qué opinas sobre la condición insular y la situación del archipiélago a nivel social y ecológico?
Efectivamente, la situación geográfica de Canarias nos otorga muchas posibilidades interesantísimas: un archipiélago geográficamente africano, región ultraperiférica de la Unión Europea y culturalmente muy cercana con las sociedades del Caribe. ¿Menudo potaje, no? El problema está en que la forma en que estas realidades se ordenan responden a esquemas eurocéntricos y racistas, donde, por ejemplo, la influencia y conexión con el continente al que pertenecemos -el africano- apenas se reconoce y valora. Gran cantidad de elementos de nuestro folklore, festividades, vestimentas tradicionales, arquitectura, lenguaje, cosmovisiones,… se conectan con lo africano y lo amazigh (bereber). Pero, ¿quién sabe esto? Responder a esta pregunta destapa de forma innegable los esquemas de pensamiento que, en mi opinión, predominan en Canarias y que básicamente niegan estas conexiones por intereses socio-políticos. Es lo que tiene la condición insular, que parece que estamos en un “limbo”, una especie de “anticiclón” -como dice el antropólogo canario Roberto Gil Hernández- que deambula por el Atlántico y se puede hasta colocar junto a Gibraltar en la cartografía. Algo que compartimos con Puerto Rico, entre muchísimas cosas más, que también padece ese desplazamiento forzoso de su auténtica geografía en los mapas de Estados Unidos. Y los mapas, como todas las imágenes que nos rodean, no son inocentes. Entrañan mensajes y significados implícitos.
Las relaciones con el Caribe están más reconocidas y celebradas en Canarias: nuestro dialecto, gastronomía, personalidad, gustos musicales,… En definitiva, nuestra idiosincrasia es un claro marcador étnico estrechamente conectado con países latinoamericanos. Una conexión reforzada con los trasvases transatlánticos que se llevan dando históricamente. Mi propia familia materna forma parte de ello, y yo soy el resultado de ese estado intermedio que genera una cultura familiar embebida de lo canario y lo venezolano. Como miles de personas más que vivimos en Canarias. Reconocer estas cuestiones, junto con otras muchas más que caracterizan nuestra sociedad insular, transformaron por completo mis intereses a la hora de producir teórica o artísticamente. La memoria, la identidad, lo étnico, el territorio, el género… poco a poco se hacían más presentes en mis procesos desde que comencé hace diez años a formarme y realizar propuestas.
En el año 2020 recibiste el premio Emma Goldman Snowball Awards que otorga la fundación neerlandesa Flax Foundation ¿Qué tal fue la experiencia de este reconocimiento?
Para mí fue una sorpresa enorme. Por eso siempre que puedo traslado mi agradecimiento al teórico y profesor Lucas Platero por nominarme a la candidatura del premio. Este premio fue una gran sorpresa porque cuando una decide quedarse en el territorio donde nació y vive, aún con todas las dificultades que conlleva, asume que momentos así no se van a dar. Las y los jóvenes de Canarias crecemos recibiendo un mensaje social que nos invita constantemente a abandonar estas islas y mudarnos a Europa donde, supuestamente, encontraremos más oportunidades laborales, mejores formaciones académicas y más estabilidad económica. Aunque esto no siempre sucede así ni de lejos, el mensaje cala y terminas desarrollando un rechazo a tu territorio, a tu cultura y tu etnia. Mucha gente me insistía diciendo “Muchacha, mándate a mudar pa’ Barcelona, Londres, Berlín,… Ya verás toda la gente que te encuentras, trabajos, museos, exposiciones, ¡te va a encantar vivir allá!”. Y yo siempre respondía: “Pero si todas nos vamos de Canarias, ¿quiénes quedan acá?”. Por eso decidí quedarme y encontrar, en la medida de lo posible los espacios desde donde resistir para poder desarrollar mis propuestas artísticas y teóricas. No ha sido fácil, para nada, pero me siento muy orgullosa de haberlo conseguido y de encontrarme con personas, instituciones y circuitos que apuestan por el pensamiento y la creación autocentrada, local y conectada con el territorio y sus necesidades y complejidades.
Uno de los espacios de mayor énfasis de la disidencia en la última década ha sido el de las identidades, la lucha por la igualdad y la diferencia ¿cuál fue tu aportación en el equipo de Memoria Histórica LGBTI de la Dirección General de Diversidad del Gobierno de Canarias?
Los dos años que formé parte del equipo de Memoria Histórica LGBTI fueron un grandísimo aprendizaje profesional y humano. Años atrás ya había trabajado aspectos relacionados con la memoria local de personas sexo o género disidentes -mayoritariamente mujeres transexuales y travestis chicharreras-, pero este proyecto fue mucho más ambicioso. El objetivo era hacer una cartografía de la memoria a nivel archipiélago, y para ello nos desplazamos por todas las islas filmando, entrevistando y conociendo a aquellas personas mayores canarias o que viven en las islas, que por su identidad o género tuvieron experiencias en las últimas décadas del siglo XX o el franquismo que merecen ser contadas. Porque lo que no se cuenta parece que no existe. Y la memoria de nuestro colectivo, especialmente el de las personas trans/travestis, es una herramienta poderosísima para desarticular los discursos que nos tachan como un producto de la posmodernidad, una “moda” o una realidad “inventada”. No, tenemos historia y una historia que se remonta al origen de los tiempos tal y como demuestran investigaciones históricas, antropológicas, arqueológicas, etc.
Mi principal aportación en este proyecto liderado por Víctor Ramírez estaba relacionada con la mirada artística y en Estudios de Género que poseo por mi formación académica. Me encargué de aspectos relacionados con lo visual, lo audiovisual y la investigación histórica, junto con el resto de mis compañeras porque trabajamos muy bien y logramos grandes objetivos que cualquier persona puede conocer en la página web “Disidencias sexuales y de género de Canarias”: entrevistas, vídeos, publicaciones,…
El libro “híbridas impostoras intrusas” fue publicado por la editorial catalana Bellaterra en este año 2023 ¿Qué tal ha sido su recepción crítica y cuáles son los nuevos proyectos para el futuro inmediato?
La recepción del libro está siendo estupenda. Me han llegado mensajes de personas que lo compraron y lo están leyendo desde lugares tan lejanos como Argentina o Estados Unidos. Decidí comenzar sus presentaciones en las islas e invertir el proceso habitual que tienen muchas producciones culturales hechas por personas canarias: empezar en Madrid, Barcelona,… y un montón de ciudades más, para luego llegar a Canarias reventadas y ya casi con la mecha quemada. Sin embargo, este planteamiento me demostró una vez más la problemática que tenemos en estas islas derivada de la dependencia con el exterior. No tenemos depósitos de distribuidoras como la que se encarga de llevar “híbridas impostoras intrusas” a librerías, sino que dependemos de los depósitos que están en ciudades del sur de España, concretamente en Andalucía. Libros que vienen en viaje en barco durante días, en grandes containers, lo cual nos coloca en un estado de dependencia con los tiempos, ritmos, circunstancias adversas o decisiones que llevan a mandar este o el otro container. Justo hace unos meses la sociedad canaria tembló con el problema que vivimos con respecto a las papas, alimento fundamental en nuestra gastronomía, y la escasez de llegada de este alimento desde Inglaterra, país del que dependemos porque la producción local no satisface toda la demanda de la población isleña. Pues los libros están en la misma situación que las papas: yo misma tuve que cancelar dos presentaciones en las islas porque los libros tardaron en llegar demasiado, se perdieron envíos, etc. Esto es importante visibilizar porque depender del exterior no solo para lo que comemos, sino para lo que leemos, es un problema muy grave que nos coloca en un estado de subordinación. Pero vamos, que aún así mi cisne, el de la portada del libro, ha podido volar y espero que lo siga haciendo los próximos meses en otros destinos como Barcelona o Madrid, donde ya me invitaron a visitarlos.
Para el futuro inmediato estoy planteándome la posibilidad de seguir escribiendo y creando sobre otros aspectos más vinculados con la canariedad, sus complejidades y formas de abordarla desde lugares no hegemónicos, binarios y puristas, partiendo de mi propia experiencia identitaria tanto desde lo étnico -con esa doble culturación que te comentaba antes- como desde el género al ser una persona que se ubica entre las categorías “hombre” o “mujer”, “masculino” o “femenino”. Porque como sucede con “híbridas impostoras intrusas”, el esquema que planteo se conecta con mis vivencias pero con el propósito de partir desde lo personal para abordar cuestiones más compartidas socialmente. No podemos seguir pensando en quiénes somos, cómo actuamos y qué pensamos, sin atender el contexto que nos rodea. Así como tampoco reflexionar sobre el contexto más general sin reconocer el lugar desde donde lo hacemos. ¡O al menos eso creo!