En tierra de nadie (Reseña del libro de relatos “Purgatorio” de Antonio Carmona) Por Eduardo García Rojas
Desde la revista Trasdemar, compartimos la reseña que Eduardo García Rojas, escritor, periodista y director de El Perseguidor (suplemento cultural del Diario de Avisos), ha realizado sobre la colección de relatos Purgatorio. Este libro creado por Antonio Carmona (Melilla, 1958), autor que reside en las islas desde finales de la década de 1980, ha obtenido en 2022 el XXXII Premio Tiflos de Cuentos en la modalidad de discapacitados visuales y ciegos, otorgado por la ONCE, y ha salido a la luz recientemente en la editorial Nectarina, dirigida por Ayoze Suárez. Esta reseña se publicó originariamente en el número 687 de El Perseguidor (domingo 27 de agosto de 2023) y, con el permiso de su autor, la reproducimos en Trasdemar.
La aparición de la editorial Nectarina en Canarias es relativamente reciente. Su apuesta editorial se caracteriza por recuperar trabajos de escritores y escritoras señalados, algunos de los cuales fueron incomprensiblemente marginados en su tiempo.
La editorial que dirige Ayoze Suárez ha publicado de momento novelas de autores como Ernesto Delgado Baudet y Eugenio Millet que son muy de su tiempo, los años 80, y espero que pronto haga lo mismo con Luis Gálvez Monreal, otro outsider de las letras que se escriben a este lado del Atlántico, y autor que refleja con realismo cómo era la capital tinerfeña en los años 40. Nectarina, por otro lado, recupera también a escritores y escritoras que aún andan entre nosotros y que ofrecen una parte de su obra –no sé si inédita pero sí que atractiva– para completar si se sigue el trabajo de unos y de otros. De unas y otras. Sus libros se encuentran además con facilidad en librerías y los precios son económicos para los tiempos que corren.
Leo Purgatorio, que es un librito de Antonio Carmona y por el que resultó ganador en la XXXII edición del Premio Tiflos de Cuentos en la categoría de discapacitados visuales y ciegos.
Purgatorio está dividido en dos partes. La primera es Alerta, un relato que parece improvisado pero que te arrastra y sumerge en un universo donde pesa la indigencia y el recelo ante la pobreza. Comienza en un psiquiátrico donde se despliega una galería de personajes de distintos colores. Por ahí está uno al que llaman el delegado, un travestido y quien narra en primera persona este relato que ya digo me parece que está escrito de una sentada y en el que ocurren tantas cosas que no da tiempo para el descanso aunque se intuya que la narración no va a ningún sitio, que terminará de manera abrupta. Por el camino diálogos secos como “Me voy para no matar a ese cabrón” y escenarios que se desintegran cuando lees una frase y continúas con otras.
Con todo, algo hipnótico tiene este libro, libro que te empuja a seguir leyendo pese a que no se arme dentro de tu cabeza una trama compleja, esas que tejen telas y más telas de arañas. A medida que sigo con su lectura aparecen en mi cabeza numerosos referentes literarios que ya forman parte de mi personalidad pero si hay uno que domina y que aprecio en estas páginas es el fervor que caracteriza una novela a la que solo hay que acudir a ella si te permite el paso. Me refiero a Viaje al fin de la noche, pero si reflexiono en esa idea me doy cuenta que es porque Purgatorio me transmite la misma sensación de hastío que tuve cuando leí la novela de Céline. Ese hastío que se camufla con la bata de estar por casa de la ironía. Eso contribuye a que sonría y al mismo tiempo me dé escalofríos por las cosas que van desfilando en un texto corrosivo, de los que al menos dejan una huella, una huella en la playa que espera pacientemente a ser borrada por la marea.
El autor de este relato es Antonio Carmona, poeta que se suelta el pelo al emplear prosa que puedo entender además de rabiosa como poética con el segundo cuento que incluye el libro, y que da título al mismo libro: Purgatorio, que está construido a base de historias cortas en la que la memoria, el recuerdo, se confunde con la realidad. En este aspecto, lo mejor es evitar el juego de descubrir qué es verdad y qué es ficción en cada uno de estos capítulos muy concentrados ellos tanto dentro como fuera. Lo mejor del caso es que los personajes que aparecen en unas y en otras historias se mezclan en las historias, lo que da cierta unidad al libro. Este cuento tiene cierta arquitectura en la que sus protagonistas se mueven.
En estas piezas se habla de Rachid, de un tinerfeño y de un madrileño, El madriles, que se tropieza con quien cuenta estos relatos: “En el bar, el Madriles movía su cabeza incesantemente, vigilante. Me escurrí escaleras arriba, y de un par de saltos crucé la calle y me metí en el bar de Zalo, justo en frente de la delegación de ciegos”. Esta novela parece escrita en clave de jam session y da por eso la sensación de que se trata de una huida hacia adelante con cuadros descriptivos y presentación de personajes que resultan creíbles aunque su rumbo sea incierto en la narración. Estos elementos configuran un libro que si se entra en el juego resultará desconcertante y por eso mismo atractivo. No se sabe bien dónde terminará todo lo que nos dibuja con formas de palabras. Palabras que traicionan el espíritu, más de poeta que de prosista, de Antonio Carmona.
Resulta curioso que en este último año y de los que tenga ahora constancia, se hayan presentado tres novelas escritas por poetas de las islas como la ya reseñada La isla de los muchachos hermosos, de Pedro Flores; La lluvia horizontal, de Belén Valiente y este Purgatorio que es literatura que habita en tierra de nadie, en ese universo a medio camino entre el cielo y el infierno para los creyentes.
Esto me anima a esperar nuevas narraciones escritas por Antonio Carmona, observar desde la distancia del lector, el avance o el retroceso de un escritor que es escritor porque entiende que es la literatura su singular purgatorio personal.
LO MEJOR: La sensación de improvisación y huida hacia adelante que transmiten sus narraciones.
LO PEOR: Si no está dispuesto a entrar en el juego éste no es su libro.
Eduardo García Rojas (Santa Cruz de Tenerife, 1964). Trabajó como redactor de cultura en los periódicos La Gaceta de Canarias, El Día y Diario de Avisos. En este último periódico asumió la responsabilidad de jefe de área de Sociedad y Cultura. Director de la agencia de noticias Ideapress, coordinó el suplemento de cultura y ciencia 2C de La Opinión de Tenerife, labor que realiza en la actualidad con el suplemento de cultura El Perseguidor, de Diario de Avisos. Es editor del blog cultural El Escobillón y ha sido responsable de prensa del III Salón Internacional del Libro Africano (SILA) y autor del libro La caja tonta, en el que se compilan artículos relacionados sobre cine y televisión publicados en La Opinión de Tenerife y Diario de Avisos. Ha colaborado en la Enciclopedia Canaria y en la Enciclopedia del Cine Español e Iberoamericano, así como en las revistas Primera Línea (España) y Letras Libres (Méjico). Es autor de los guiones El extraño pacto, de Juan Carlos Fresnadillo, y Por los viejos tiempos, de Miguel Toledo.
Antonio Carmona (Melilla, 1958). Su obra poética ha sido distinguida en varias ocasiones con el Premio Tiflos de Poesía y de Narrativa, en la modalidad de discapacitados visuales y ciegos. Ha publicado A cierta edad (Ediciones Idea, 2009; Premio Tiflos en su XXII Edición), Horizontes en retirada (Ediciones La Palma, 2014; segundo Premio Tiflos en su XXVII Edición) y Caballo muta a cebra (Ediciones Idea-Aguere, 2017; segundo Premio Tiflos en su XXIX Edición). Algunos de sus poemas figuran en las antologías De sal y versos (Ediciones La Palma, 2007), Roquedal azul (Consejería de Cultura de la Ciudad Autónoma de Melilla, 2010) y Letras del Mediterráneo (Editorial Playa de Ákaba, 2016). Con la aparición de Invisibles, participa en el trabajo discográfico inspirado en su poética junto al cantautor Claudio Briones (Centro de la Cultura Popular Canaria). En 2021 ha sido seleccionado para formar parte de la Audioteca de Literatura Canaria Actual, un proyecto del Instituto Canario de Desarrollo Cultural (Gobierno de Canarias), y ha sido galardonado con el XXXV Premio de Tiflos de Poesía, por su libro Rosa de la memoria (Sepia), y con el XXXII Premio Tiflos de Narrativa, por su libro Purgatorio, ambos en la modalidad de discapacitados visuales y ciegos.