Presentamos en la revista Trasdemar una muestra poética del autor Alexis Díaz Pimienta (La Habana 1966) Escritor, afamado repentista, investigador y docente. Director de la Cátedra de Poesía Improvisada de la Universidad de las Artes y Sub-Director del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, ambos con sede en La Habana, Cuba.
EXÉGESIS COMPARADA
Las bicicletas
atadas con cadenas
a postes y farolas
piden al ladrón de bicicletas
un poco de solidaridad.
La poesía
atada con palabras
a la vida doméstica
pide a los lectores de poesía
su liberación.
¿Para que luego
vengan la policía
y los filólogos?
¡Anda ya!
¡Ahí se quedan!
Si de todas maneras
habrá cambio climático.
ENTELEQUIA
En la medida
de lo posible
haré lo imposible
por quedarme contigo
mientras tú
en la medida de lo imposible
harás lo posible
por quedarte sola.
Y en el punto intermedio
entre tus posibilidades y las mías
¡No!
DIA DE COMPRAS
Nunca antes las calles de Sevilla
estuvieron tan limpias.
Nunca antes las farmacias
fueron tan populares.
El sol improvisa figuras geométricas
sobre las paredes
con la esperanza de que todos los niños
aprueben el examen.
Hay cursos para aprender
a contener el estornudo.
Cursos para aprender
a recoger caca de perro.
Cursos para afinar
el aplauso en los balcones.
Triste Sevilla.
El olor a azahar
con guantes no es el mismo.
POEMA CON BICICLETA ESTÁTICA ANTE EL ESPEJO
MIENTRAS OIGO UNA CONFERENCIA DE JORGE LUIS BORGES SOBRE LA POESÍA
Pedaleo ante el espejo del salón
mientras Borges pronuncia
la palabra “luna” en siete idiomas.
Pedaleo con ritmo.
Tras la pared es miércoles
pero aquí dentro es bicicleta estática.
Tras la pared un perro habla con otro perro
sobre lo infravalorados
que estamos los poetas
mientras la bicicleta
el vidrio y yo
escuchamos a Borges
con bizquera infantil y sin prisa.
El espejo, por cierto,
no entiende todavía por qué le llaman “luna”.
Pedaleo con ritmo.
El Alexis del espejo usa el diafragma
para respirar.
Cierro los ojos.
El Alexis del espejo intenta contar sílabas
sin usar los dedos.
Oigo a los perros.
El Alexis del espejo piensa que Borges
tiene un acento que le resulta familiar
de abuelete que acaba de comprar el periódico
de lector de horóscopos en televisión.
Pedaleo con ritmo.
Con mucho ritmo.
Pedaleo con la palabra “luna”
dando saltos en griego
y rascándose los cráteres en latín vulgar.
Dice Borges que la palabra moon
es casi redonda.
Dice el perro de voz grave que no.
Insiste Borges en que moon
es casi circular.
Pero el perro blanco de lunares negros
también dice que no.
Abro los ojos.
A mí sí me parece casi borgeana
la palabra moon.
Los ciegos ven en las palabras
aspectos que los demás no oímos.
¿Que moon es casi circular?
Los perros, el Alexis del espejo y yo
convenimos entonces
en que lo más redondo
de la frase de Borges es la palabra “casi”.
El Alexis del espejo ahora sonríe.
Borges cita a Quevedo
como si hablara de un colega del barrio.
Borges sonríe con 12 grados de inclinación.
Borges deja de hablar.
Escucho entonces cómo lo aplauden todos
cientos de manos muertas hace mucho tiempo.
Afuera sigue siendo miércoles, sí
pero aquí dentro
me sobran varios quilos para terminar.
POESÍA Y ANIMALES
En Alemania los perros aprenden alemán
antes de lo que aprenden español los pájaros
en las callejuelas de Sevilla.
Ladran en alemán perfecto.
Los pajaritos sevillanos, sin embargo,
repiten grado, puntúan mal,
pían con faltas ortográficas.
Debe de ser el clima, dice mi amiga Lola Pons,
especialista en la temperatura de las lenguas.
Llevo meses intentando enseñarle a un gorrión
una rima de Bécquer
y no pasa de la palabra “sábado”.
PEDALEA
Móntate en un poema
y pedalea.
Sigue por la ribera
del Guadalquivir
hasta esa plaza
en la que los cítricos
se saben de memoria
los versos de Machado.
Hazle caso a tu instinto
y a los perros gitanos
y a los gorriones que picotean
luz en los alféizares.
En Sevilla es muy fácil ser poeta.
Pedalea.
No le hagas caso
al meteorólogo
de la televisión.
Pedalea.
Piensa que sobre un paso peatonal
todo el mundo es Lord Byron
aunque a los que oficialmente
publicamos poesía nos joda.
Mira a ese niño.
Mira a esos adolescentes
convencidos de que todos los demás
somos (o estamos)
demasiado viejos para ser reales.
O escucha la voz oxítona
de esa campana
que nadie sabe con exactitud
desde qué iglesia habla.
La ciudad de Sevilla
tiene iglesias para regalar.
Y creyentes para regalar.
Y costaleros
que beben cerveza
en medio de las plazas
con redondeles de sudor
en la espalda
y versos mal medidos, pero intensos.
No pienses en más nada.
Pedalea.
Toma aire y pedalea.
Nada hay más parecido
a escribir poesía
que este pedaleo sobre los adoquines
sintiendo en el trasero
las irregularidades del idioma.
Pedalea.
Piensa en la noche y pedalea.
En la muerte.
En el sexo.
En comer.
En política.
En tu familia.
En tus dolencias.
Y nunca dejes de darle
a los pedales.
Esta ciudad se presta como pocas
para la poesía en movimiento.
Desde los balcones
los vecinos aplauden
tus metáforas llenas de sudor,
tu cara tragicómica.
Pedalea.
Sevilla es tan feliz
que los fumadores
usan el cigarrillo como pretexto
para salir a verte pedalear.
Y el flamenco.
Y el olor de los naranjos.
En las terrazas todos comentan
lo bien que se te da
el ejercicio físico
(que significa “qué bien escribe, el pobre,
para lo pobre que es”).
Son simpáticos los sevillanos no-poetas
las personas normales.
Todos te miran pedalear y te hacen fotos.
O fingen los orgasmos con corrección política.
Son muy simpáticos los sevillanos no-poetas.
Son hasta cómicos.
Acabas de pasar el semáforo
número veintidós
y el peatón cincuenta mil del día.
Aplausos.
Estás en forma.
Podrías ganar el Tour de Francia
a la hora de la siesta.
Aplausos.
Estás listo para que te lean
los vendedores de la ONCE.
Aplausos.
Listo para que te atropellen
los conductores que no respetan
la buena poesía.
Aplausos.
Frenas en seco de la emoción.
Derrapas.
Haces el signo de la victoria.
Ríes.
Ya no te importa que un gorrión cague
sobre tu metáfora final.
No importa.
A fin de cuentas
lo único interesante
de una palabra tan malgastada
como “metáfora”
son las dos sílabas primeras.
Y ya has llegado.
SONETO SEVILLANO
Me encanta
esta ciudad
descamisada
con naranjos
que saben latín
(tristes)
ciudad donde te vistes
y desvistes
a la vista de Dios
como si nada.
Me encanta
esta ciudad
de carcajada
mucho antes
de que alguien
haga chistes.
Una ciudad
en la que nunca
insistes
por qué insistir aquí
no vale nada.
Sevilla tiene novios
extranjeros
que arrastran
el asombro
por sus calles
y a mí me sienta mal
la competencia.
Sevilla hasta al amor
le pone peros,
se guarda para ella
los detalles,
te alquila,
incluso estando aquí,
la ausencia.
EL PIANO
En mi calle
todas las tardes
alguien toca el piano.
No sé quién
ni en qué casa
pero ese piano me habla
directamente a mí
mirándome a los tímpanos.
Todas las tardes
a la misma hora
como una dulce maldición.
Si llueve (como hoy)
todavía es más grave.
La música comienza por los tímpanos
y poco a poco lo va invadiendo todo:
los utensilios de cocina
los paraguas cerrados
las sábanas
el pan.
En la España de la inquisición
fuera quien fuera
este pianista ya estaría muerto.
Pero yo soy un hombre débil.
Me dejo manosear por la música
sodomizar por ella.
Y lo peor de todo:
con la complicidad de mis vecinos.
Su silencio.
CHARCOS
Un charco
dos
tres charcos
diez
la democracia
de la lluvia es perfecta.
Ahora vamos todos
con los pies mojados.
Somos incluso capaces
de resfriarnos a la vez
con los estornudos
en la misma nota.
Hay veinte charcos
entre esa tienda y yo.
Cincuenta charcos
entre esas dos farolas
que se bañan pocas veces al año.
Solo un loco se pone
a contar charcos, dicen.
Solo un poeta,
malmeten los vendedores de paraguas.
En los días de lluvia
aparecen de pronto
revendedores de paraguas
en todas las esquinas de Sevilla.
Indios y negros casi todos.
Jóvenes.
Me pregunto qué harán
cuando no llueve.
Me pregunto si rezan
o hacen conjuros diarios
a favor de la lluvia.
Dos mil ciento cincuenta charcos
hay entre mi novia y yo esta tarde.
Doscientos mil entre este yo
y el yo que no seré después que escampe.
Pero… y en cada charco,
¿cuántas salpicaduras hay?
No se hable más.
Lo mejor de los charcos
son sus salpicaduras
y sus ondas concéntricas.
Pero un simple poeta
no puede contar más.
Lo siento.
EL CICLO DE LA POBREZA
Nadie le compra flores al vendedor de flores que insiste en la importancia del color a escasos metros de un mendigo en blanco y negro cuyo cartel anuncia “Estoy enfermo” a escasos metros de una mendiga que confiesa “Tengo hambre” a escasos metros de un anciano sin brazos que pagó a alguien para que le escribiera “Una moneda, por favor” a escasos metros de un flaco arrodillado detrás del cartelón de cine mudo “No tengo trabajo” a escasos metros de una señora de edad indescifrable con un “Tengo tres hijos” escrito en tinta azul que puede ser mentira o puede ser verdad pero qué importa si al vendedor de flores no le compramos flores todos a escasos euros de nosotros mismos.
SONETO SEVILLANO
Me encanta
esta ciudad
descamisada
con naranjos
que saben latín
(tristes)
ciudad donde te vistes
y desvistes
a la vista de Dios
como si nada.
Me encanta
esta ciudad
de carcajada
mucho antes
de que alguien
haga chistes.
Una ciudad
en la que nunca
insistes
por qué insistir aquí
no vale nada.
Sevilla tiene novios
extranjeros
que arrastran
el asombro
por sus calles
y a mí me sienta mal
la competencia.
Sevilla hasta al amor
le pone peros,
se guarda para ella
los detalles,
te alquila,
incluso estando aquí,
la ausencia.
Alexis Díaz Pimienta es autor de 39 libros en los géneros de ensayo, novela, cuentos, poesía y Literatura Infantil y Juvenil. Autor prolífico y multipremiado, su obra ha sido traducida a varios idiomas y publicado en antologías y revistas. Ha obtenido prestigiosos premios internacionales en Cuba, México y España y es autor de dos obras de teatro (Pastorela de la Habana vieja, Pastorela de la Isla) y un guión de cine en verso (Ópera guajira o la fiebre de la tierra), además de varias versiones en verso de obras clásicas de Andersen, los hermanos Grimm y Perrault, editadas en México y Cuba bajo el título Cuentos clásicos en verso.
Es autor además de En un lugar de la mancha (una versión en verso del Don Quijote cervantino), publicado en Cuba y España. Como docente y promotor cultural en el año 2000 fundó la Cátedra Honorífica de Poesía Improvisada, con sede en la Facultad de Música de la Universidad de las Artes de La Habana, Cuba (actualmente, Cátedra Internacional de Poesía Improvisada y Otras Artes Orales). Antes había fundado y dirigido en Andalucía la Escuela Experimental de Trovo de la Alpujarra, en Granada (1998-2000) y la Escuela de Cante de Poetas de Málaga (en 2000). Fundó y dirigió el Festival de Cante de Poetas de Villanueva de Tapia (Málaga, 2001-2010); el Festival Minas de Sierra Almagrera, en Cuevas del Almanzora, Almería (2004-2012) y el Campeonato Mundial de “Pies Forzados” en La Habana, Cuba (2010-2014).
Dirige actualmente el Proyecto Nacional de Talleres Especializados de Repentismo en Cuba, donde cursan estudios de improvisación cientos de niños de todas las edades utilizando como libros de texto dos de sus obras más reconocidas: Teoría de la improvisación poética (Scripta Manent Ediciones, 2015) y Método Pimienta para la enseñanza de la improvisación (Scripta Manent Ediciones, 2016)
Actualmente dirige, junto al cineasta italiano David Riondino el Grupo de Experimentación Escénica AEDOS (compañía teatral de repentismo) con el que ha realizado giras por Europa y varios largometrajes (documentales) fusionando el cine, el teatro y la improvisación: Otello all Improvisso, Shakespeare in Havana, Dos orillas una sola voce y El Papa en verso.
Como repentista ha recorrido los teatros de más de treinta países de los cinco continentes y ha compartido escenarios con artistas de renombre internacional como Silvio Rodríguez, Jorge Drexler, Omara Portuondo, Compay Segundo, Javier Ruibal, Kiko Veneno, Amaury Pérez, David Blanco, Isaac Delgado, Kelvis Ochoa, Luis Barbería, Albita Rodríguez, Martín Buscaglia, Vicente Feliú, Mariana Carrizo, Silvana Sosto, Leo Minax, Daniel Drexler y muchos otros.