Presentamos en la revista Trasdemar este ensayo de la autora Catherine Boudet (La Réunion) Poeta y periodista, Doctora en Ciencias Políticas por el Institut d’Etudes Politiques de Bordeaux (Francia), con un texto que aborda la antología “Poetas de Islas Canarias” realizada por Juan Carlos De Sancho y publicada en la editorial La Otra, México.
Iniciado el S. XXI, en un mundo de redes redistribuidas y aunque aún se piense en el aislamiento del poeta insular y que “la isla no existe”, el poeta canario ya puede estar presente, sin moverse de Canarias, en los debates y relatos del mundo entero. Los autores insulares “abren sus abanicos a nuevos imaginarios”.
CATHERINE BOUDET
El destino de las islas afirma J C de Sancho en el prólogo de Poetas de Islas Canarias, es estar “unidas por aquello que las separa: el mar” [1]. Editando esta antología de poesía canaria del siglo xx se compromete a favor de un pensamiento archipiélago que trasciende a las islas. El objetivo de esta antología es conferir a la poesía canaria una visibilidad. Y este reconocimiento por el que milita JC de Sancho tiene un doble objetivo. Primero el de la memoria porque los poetas canarios han sido prácticamente ignorados durante siglos. Lo que no sería tanto, a su modo de ver, el resultado de una situación periférica respecto a la metrópoli ibérica sino también a una falta de reconocimiento en el seno mismo del archipiélago, “esta distancia con la que se les ha tratado aquí en la isla, como si no existieran” [2].Y además cuando estos autores han jugado un papel esencial en el proceso ontológico y etiológico de emergencia de una identidad canaria.
Gestación poética del archipiélago
Los poetas canarios han debido “inventar su isla”. En un archipiélago donde la colonización ha erradicado las trazas de la población aborigen y donde “el esfuerzo cacique ha consistido en reproducir los modelos económicos, sociales y urbanos del continente” [3], esta gestación poética ha necesitado siglos. Ha sido necesario esperar al siglo XX para que se realice plenamente esta “fundación del mundo insular”, la búsqueda de identidades realizada contra la empresa colonial por artistas que han debido “encargarse de construir el imaginario insular partiendo de cero” [4]. Juan Carlos de Sancho observa que en la poesía canaria se dibuja “la historia profunda de una isla inmaterial de tal manera que se superpone a la isla física, una isla poética o isla de papel.
La segunda apuesta esencial de este intento de visibilidad de la historia de la producción poética canaria reside en el hecho de que las islas son el crisol de un modo de pensamiento particular. “Ser insular es una forma de estar rodeado por todo y alejado de todo”. Apoyado en la paradoja del pensamiento archipiélago, según el canario De Sancho, integra los extremos y los contrarios, y es eso lo que nos ilustra lo que habíamos llamado en otros tiempos y lugares “el papel de la identidad en tanto que gestión de la contradicción” [5].
Visibilidad e invisibilidad
El archipiélago, esta “paradoja del destino [6], revela una perplejidad que modela el carácter, atrae espejismos e ideas inestables”. El mar omnipresente, que separa y envuelve, da a las islas su “identidad indivisible” [7], de modo que siendo poeta en una isla, en el interior de la isla, se toma conciencia de que se está rodeado y de que no hay sino una alternativa: “o te mezclas o te escondes”. El archipiélago de papel que Juan Carlos de Sancho reúne en esta antología testimonia el hecho de que las islas son “una estructura particular de la idea matriz. Está rodeada de agua la isla como la placenta de un embrión, o el embrión que va a nacer próximo y concentrado en una energía volcánica e imprevisible” [8]
Por otro lado “las islas señalan el horizonte invisible” horizonte que siguiendo la concepción de Michell Collot articula en una misma dinámica estructurando el espacio interior de la conciencia de sujeto, el mundo y el espacio del texto [9]. Para Juan Carlos de Sancho la isla, siendo a la vez “proximidad lejana y distanciamiento próximo, es una forma ambigua de acercarse a la realidad y dota al insular de una estructura mental particular en su modo de acceso a las ideas”. [10]
Según Michel Collot, el “horizonte organiza, metafóricamente y físicamente, el paisaje en un conjunto coherente dándole al mismo tiempo una infinidad de otras organizaciones posibles. Siguiendo el pensamiento de Juan Carlos de Sancho, las islas se convierten en marcadores sobre ese horizonte tanto metafísico como metafórico. Precisamente el horizonte, visto desde la isla, es circular, remarca De Sancho y para cerciorarnos de esa circularidad es necesario elevarse. Esta elevación tanto física como simbólica permite que desde todos los puntos de ese círculo imaginario puedan llegar las naves o las influencias. “Nosotros somos culturas visitadas a través de ese círculo” [11].
Esta concepción del pensamiento insular reivindica un parentesco con lo criollo cuando el autor afirma que “las Islas Canarias, como otros archipiélagos, son territorios criollos receptivos a las corrientes estéticas que llegan del exterior”. En la línea del cubano Alejo Carpentier que definía lo criollo como una fuerza simbiótica a la vez “atributo y destino” para Juan Carlos de Sancho la aculturación opera como “una posibilidad de cambios y transformación de nuestras realidades sobre la base de que nuestras diferencias convergiendo, se vuelven fuente de creatividad inmensa.”
La isla en su cartografía poética
La metodología de Juan Carlos de Sancho para elaborar esta antología ha consistido en reparar en el “tiempo fundador” de cada poeta, ese momento donde ha comenzado a formar su estilo propio y a intervenir en el mundo en consonancia con su conciencia, rompiendo los arquetipos. Reúne veinte poetas que estima representativos del siglo xx canario y que clasifica en 7 grandes periodos: el Modernismo, las Vanguardias, la Guerra Civil, los poetas de mitad de siglo, los post contemporáneos, la recuperación de las vanguardias y la nueva fusión.
En los años 20, que inauguran el modernismo canario, el movimiento de barcos y el comercio con el exterior abren las islas al cosmopolitismo. Los poetas frecuentan los muelles que a su vez frecuentan sus poemas y al tiempo que desembarcan los productos llegan géneros literarios nuevos. El aislamiento se enfrenta al cosmopolitismo y nace todo un imaginario. “Yo me reencuentro en ese clima localista con una irremediable temperatura universal”, escribe Alonso Quesada considerado como el Fernando Pessoa canario.
El lazo se establece principalmente con los autores de la península ibérica pero también franceses. El archipiélago descubre el surrealismo francés y queda fascinado. En 1935 André Bretón visita Tenerife donde organiza la primera exposición surrealista en Canarias. La aportación de este movimiento literario permite a los poetas canarios, “los surrealistas furibundos”, subvertir y recrear el lenguaje, dejar surgir el inconsciente y los elementos oníricos en la escritura: “Las islas podían a ser a partir de ahora cualquier invención del imaginario”.
Propulsados por “la incertidumbre de tanta novedad”, los autores se lanzan a reinventar la isla y esto pasa por la revelación de un mito insular. Agustín Espinosa en Lancelot 28º-7º buscando crear una “mitología conductora” para el paisaje de Lanzarote, para una isla nueva, escribe: “mi intención era crear un nuevo Lanzarote .Un Lanzarote inventado por mi…yo sustituyo lo abstracto por lo concreto…yo construyo una geografía integral de Lanzarote”
Estas inquietudes ontológicas serán gravemente comprometidas por la dictadura franquista que se instala en España en 1939 y que después de tres años de guerra civil no perdonó a las Canarias. La dictadura “hace volver a la invisibilidad todas las conquistas anteriores que habían sido realizadas por los escritores”. Esto se concreta en la eliminación física de poetas disidentes. El surrealista Domingo López Torres es uno de los primeros en caer. Detenido y fusilado en 1937, su cuerpo es arrojado al mar en un saco. Desde la prisión de Tenerife, escribió uno de sus últimos poemas:
Parce que j’ai voulu me mettre debout
Et le vent ne me laissait pas.
Il me poussait sans pitié.
Mais j’ai voulu me mettre debout.
Ensuite, transparent de tout,
Moi, sur une mer sans cristal,
Sans où, sans quand, sans rien.
(Les cieux déshabités
Et les mers sans fenêtres.)
Ils me clouèrent sans pitié :
les filles par le chapeau
Et les garçons par le revers de la veste,
Avec des épingles en acier.
La carte de mes insomnies
sans nord, sans sud – découpée
par les franges vertes du sommeil.
Porque yo quise pararme
y el viento no me dejaba.
Me empujaba sin piedad.
Pero yo quise pararme.
Luego, transparente de todo,
yo, por un mar sin cristales,
sin dónde, ni cuándo, nada.
(Los cielos deshabitados
Y los mares sin ventanas.)
Me clavaron sin piedad:
las chicas en el sombrero,
los chicos en la solapa,
con alfileres de acero.
El mapa de mis desvelos
-sin norte, sin sur- cortado
por franjas verdes de sueño.
(Extrait du « Poème de la langouste », Domingo López Torres, Lo imprevisto, 1936 – notre traduction).
Bajo la dictadura franquista los escritores son perseguidos y la edición suspendida. Los poetas reaccionaron a pesar de encontrarse aislados, buscando el impulso universal. Su resistencia ética da lugar a una poesía social que tiende a restaurar una dignidad insular perdida y que parte en busca del significado profundo de una “isla ocultada.”
En el periodo de los 50 se efectúa la recuperación de la tradición simbolista. Es una navegación extraterritorial pero sin perder de vista la isla. Lo íntimo y lo social, la vanguardia y el surrealismo, lo indígena y lo conceptual surgen como la lava de los volcanes, indemnes de la persecución y de la indiferencia, incorporándose a un paisaje cultural. Para Manuel Padorno (1933-2002), «la poesía es una iluminación profana y el poeta es el nómada que va al encuentro de lo que la luz revela, en busca de la arquitectura invisible del ser»
Le personnage insulaire n’est pas une coutume
Son regard contient une foule
quelque chose brille par-dessus, la lueur
de l’édifice du feu.
Il travaille là-haut avec la lumière, toiture
du ciel, le poisson bleu, fortunée
patrie solaire, volcans où s’allume
Phosphorescente la transparence ailée.
Par où passe l’homme est le sentiment.
L’eau une crique blanche, l’eau une plage
clarté céleste, île de foi.
Je placerai la pierre dans le dire
Une pierre sur la mer où se forge
Du fondement : ce qui ne se voit pas.
El personaje insular no es una costumbre
siempre contiene cientos la mirada;
algo relampaguea encima, la lumbre
del edificio de la llamarada.
Trabaja arriba con la luz, techumbre
del mar, el pez azul, afortunada
patria solar, volcanes donde alumbre
fosforescente transparencia alada.
Por donde pasa el hombre es el sentir.
caleta blanca el agua, playa el agua
celeste claridad, isla de fe.
Colocaré la piedra, en un decir,
Una piedra en el mar donde se fragua
Del fundamento: lo que no se ve.
(Manuel Padorno, «El personaje insular », Efigie canaria, 1958-1993 – Notre traduction).
Los años 70 marcan la apertura a la Democracia antes de la Autonomía adquirida en 1982 “la poesía comienza recuperar su isla interior, el poema al abrigo de la inmediatez y ese gran refuerzo de invenciones, de heterodoxias y de paraísos individuales”. El poeta Rafael Arozarena….
«A l’intérieur de qui prions-nous ?
Depuis cet intérieur je perçois les quatre horizons en ruine
Où les nouveaux apôtres suspendent des enfants d’argile avec des ailes d’argent.
Et constante est la douleur de la musique
du mutisme, la nuit et le secret du temps »
«¿Dentro de quién oramos?
De este interior percibo los cuatro horizontes en ruinas
donde los nuevos apóstoles cuelgan niños de barro con alas de plata.
Y duele constante la música
de la mudez, la noche y el sigilo del tiempo»
(Extrait de «La catedral 69», Rafael Arozarena, El ómnibus pintado con cerezas, 1971 – Notre traduction)
Finalizando el siglo xx, cuando el liberalismo financiero ha remplazado el ideal de progreso social y el libro se debate entre las nuevas rutas digitales y la posible desaparición en papel, Federico J. Silva inaugura una nueva línea de navegación.
Les fabricants d’oasis
ont fabriqué d’abord le désert
ce ne sont pas des îles
c’est l’océan
c’est-à-dire qu’il n’y a
pas d’autre choix que nager
ou
nager
contre à l’encontre
du courant
en haute mer nous saurons
trouver
notre propre chemin
ici nous sommes des étrangers
los fabricantes del oasis
fabricaron antes el desierto
que no son islas que
es océano
o sea no hay
más que nadar
o
que nadar
contra en contra de
la corriente
en la mar alta sabremos
encontrar
nuestro propio camino
aquí somos extranjeros
(Extrait de «Aquí somos extranjeros», Federico J. Silva, Sea de quien la mar no teme airada, 1995 – Notre traduction)
Iniciado el S. XXI, en un mundo de redes redistribuidas y aunque aún se piense en el aislamiento del poeta insular y que “la isla no existe”, el poeta canario ya puede estar presente, sin moverse de Canarias, en los debates y relatos del mundo entero. Los autores insulares “abren sus abanicos a nuevos imaginarios”.
[1] Juan Carlos de Sancho, Poetas de Islas Canarias du XXe siècle, 2011, Prólogo, p. 7. En el resto/ continuación del artículo solo pondremos entre comillas las citas del texto sin recordar esta referencia. Consideramos, en lo que resta de artículo, que las citas sin referencia reenvían a este texto.
[2] Juan Carlos de Sancho, «La isla inventada», artículo publicado en la revista La Maquina del tiempo, 2007, http://www.lamaquinadeltiempo.com/algode/canarias.htm
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Catherine Boudet, «La construction politique d’une identité franco-mauricienne (1810-1968): le discours identitaire comme gestion de la contradiction », Kabaro/Revue Internationale des Sciences de l’Homme et des Sociétés vol. III (3-4), 2005.
[6] Prólogo, Op. Cit., p. 7.
[7] Juan Carlos de Sancho, «La isla inventada», Op. Cit.
[8] Conversation électronique avec l’auteur.
[9] Michel Collot, La poésie moderne et la structure d’horizon, PUF, 1989, nouvelle édition 2005.
[10] . Conversación electrónica con el autor
[11] Conversación electrónica con el autor