Presentamos la nota editorial de nuestro primer mes de travesía, “Como el barco ebrio de Rimbaud” a cargo de Ramiro Rosón, director de la Revista Trasdemar de Literaturas Insulares
Como el barco ebrio de Rimbaud, hemos visto “archipiélagos siderales, con islas / cuyo cielo en delirio se abre para el que boga” y queremos ofrecerlos a nuestros lectores como un regalo, pues creemos que la intangible riqueza de la literatura, como la luz solar, no se pierde cuando se reparte, sino que se multiplica en ángulos y dimensiones insospechadas.
RAMIRO ROSÓN
Trasdemar cumplió un mes de vida como revista cultural producida en Canarias con el objetivo de conectar las literaturas de diversos territorios insulares del mundo. En apenas cuatro semanas, hemos dado la bienvenida a numerosos autores y autoras que se han incorporado a nuestro proyecto desde una pluralidad de géneros y corrientes literarias, fortaleciendo el compromiso con la diversidad que nos caracteriza desde nuestro origen, y hemos abierto vías de colaboración fuera del archipiélago canario, especialmente en los ámbitos de América Latina y Estados Unidos, el Caribe y la Macaronesia.
Hasta la fecha, contamos con un promedio de 400 visitas diarias a la web de la revista y nuestra página oficial en Facebook ha registrado más de 1.100 seguidores procedentes de diversas regiones del mundo. Se trata de cifras modestas si se comparan con medios de carácter masivo, pero alentadoras para una publicación que se dirige por su misma naturaleza, como diría Juan Ramón Jiménez, a la inmensa minoría, que sueña con hacerse mayoría en un mundo que rebaja la cultura a la condición de ornamento de lujo o de antigualla inútil. En este sentido, no podemos dejar de agradecer el apoyo de todas aquellas personas que, bien sea como colaboradores o como lectores, están contribuyendo a impulsar este proyecto con su interés y entusiasmo, para cumplir la vocación de apertura al diálogo que se plasma en su manifiesto. Nuestra revista se construye como una compleja polifonía, como un tejido de voces que se entrecruzan para componer una imagen de las insularidades cercanas en la distancia, semejantes en la diferencia.
Aunque nos dirigimos a la inmensa minoría por necesidad, no perdemos de vista nuestra vocación de democratizar la literatura y ensanchar sus círculos de difusión, pues toda insularidad implica un grado inevitable de aislamiento, pero también esconde el ansia de trascender límites y fronteras, descubriendo el panorama que se oculta detrás de un horizonte de agua. La inauguración de la sección Continentes nos permitirá difundir aquellas literaturas que se escriben desde territorios continentales en condiciones de insularidad, en la medida en que se plantean como contestación a los discursos hegemónicos o se sitúan hacia los márgenes de los grandes centros culturales y sus dinámicas de funcionamiento. De igual forma, trabajamos para reforzar nuestra proyección internacional con nuevas incorporaciones y aumentar la presencia de las artes plásticas en la revista, estableciendo en la sección Latitud 28 una correspondencia entre lo visual y lo literario.
El fenómeno de las revistas culturales ha marcado la historia de la literatura en Canarias, con precedentes lejanos como el Papel hebdomadario de José Viera y Clavijo, una gaceta semanal que circulaba en hojas manuscritas por el entorno social de la Tertulia de Nava, entre 1758 y 1759, y que recogía artículos sobre literatura, física e historia natural, en sintonía con el espíritu del enciclopedismo ilustrado. Más tarde, en el siglo XIX, la literatura encontró un espacio en los diversos periódicos y revistas editados en las islas, aunque habría que esperar a los comienzos del siglo XX para que surgieran las primeras revistas específicamente literarias del archipiélago, con ejemplos como Castalia y Hespérides, centradas en la difusión del modernismo canario, o La rosa de los vientos y Cartones, que dieron acogida a las vanguardias. Esta tradición moderna de revistas literarias y artísticas alcanzó un punto culminante con Gaceta de Arte, símbolo de la apertura cultural de la Segunda República; continuó en la posguerra y el franquismo con publicaciones como Mensaje, Planas de Poesía, Alisio y Fablas, hasta llegar a la transición a la democracia; y se ha prolongado en las últimas décadas con una gran variedad de revistas, como Puentepalo, Liminar, Fetasa, Syntaxis, Calibán, Espejo de paciencia, Piedra y Cielo, La salamandra ebria, Insularia, Meletea, Fogal o Dragaria, entre otras, y publicaciones vinculadas a las instituciones culturales, como los Cuadernos del Ateneo, la revista Nexo o la revista de la Academia Canaria de la Lengua.
Nos sentimos deudores de esta tradición y seguimos el trazo de su estela, porque nuestra labor se realiza no solo con la fuerza del presente, sino también con el impulso de la historia. Como el barco ebrio de Rimbaud, hemos visto “archipiélagos siderales, con islas / cuyo cielo en delirio se abre para el que boga” y queremos ofrecerlos a nuestros lectores como un regalo, pues creemos que la intangible riqueza de la literatura, como la luz solar, no se pierde cuando se reparte, sino que se multiplica en ángulos y dimensiones insospechadas. Les damos las gracias a todos, una vez más, por acompañarnos en esta travesía.
Ramiro Rosón
Director de la Revista Trasdemar de Literaturas Insulares